Cuando Chagall coloreó el techo de la Ópera Garnier
La Ópera Garnier ha visto pasar por sus pasillos 150 años de historia parisina. Sin embargo, en 1964, el pintor Marc Chagall llegó para renovar y dar un nuevo aire al techo del auditorio principal con una obra que causó un revuelo entre la sociedad, por lo que tuvo que completar el mural en secreto en una base militar.
Andrea Jaramillo Caro
Orgullosa, en medio del noveno distrito de París, se alza la que ha sido llamada la “ópera más famosa del mundo”: la Ópera Garnier. Con 150 años, recién cumplidos el pasado 5 de enero, el edificio que abrió sus puertas en 1875 se ha convertido en un ícono de la Ciudad de las Luces junto al Museo Louvre y la Catedral de Notre Dame.
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Orgullosa, en medio del noveno distrito de París, se alza la que ha sido llamada la “ópera más famosa del mundo”: la Ópera Garnier. Con 150 años, recién cumplidos el pasado 5 de enero, el edificio que abrió sus puertas en 1875 se ha convertido en un ícono de la Ciudad de las Luces junto al Museo Louvre y la Catedral de Notre Dame.
Entre la opulencia y el lujo del estilo Napoleón III, con el que fue construido, este lugar ha albergado desde su inauguración miles de historias contadas a través de la ópera y el ballet. Sin embargo, más allá de las enormes escaleras y los palcos que inspiraron a Gaston Leroux para escribir su novela de 1910: “El fantasma de la ópera”, hay un elemento de la afamada casa que resalta entre el teatro principal.
No es el candelabro que cuelga justo en el centro, sino el mural que lo sostiene al techo. La pintura circular de fondo blanco y colores vivos no es el diseño original que el arquitecto Charles Garnier imaginó para su proyecto, ni el que lo adornó hasta 1964, fue una adición posterior encargada al pintor francorruso Marc Chagall.
“Chagall fue un pintor lírico, y la correspondencia, la simpatía que vincula su techo con el edificio de Garnier es más profunda de lo que uno podría pensar. La pintura de Chagall es, tomando prestada la palabra utilizada por Guillaume Apollinaire cuando visitó por primera vez el estudio del artista en La Ruche en 1912, “sobrenatural” (esta palabra sería luego reemplazada por surrealista), al igual que el palacio encantado de Garnier”, se lee en la página dedicada a esta obra en Google Arts and Cuture. “Chagall era un espíritu religioso, incluso místico, para quien el amor era la fuerza que unía y movía todo en el universo, cuyas criaturas y objetos formaban parte de un movimiento total, sin arriba ni abajo, gravedad ni resistencia”.
El mural, que cumplió 60 años en 2024, fue idea del ministro de Cultura, André Malraux, quien anunció que encargaría un nuevo techo para la ópera en 1960. Cuando se conoció que la obra estaría a cargo de Chagall, se desató un descontento entre los parisinos, quienes objetaron contra la obra de un modernista escondiendo la pintura original del pintor académico Jules Lenepveu. Cuando el edificio fue inaugurado, en el siglo XIX, el techo estaba decorado con una obra titulada: “Las musas y las horas del día y la noche”.
“El arte original de Eugène Lenepveu no fue destruido: el techo pintado por Chagall se superpuso a la obra original mediante paneles de poliéster fácilmente desmontables”, se lee en la página París City Vision. “La acción fue un sacrilegio, sobre todo respecto del principio de armonía de Garnier, observado este por todos los artistas que trabajaron bajo sus órdenes. Pero claro, Garnier ya no estaba allí para salvaguardar la unidad de su palacio de los sueños”, se lee en la página de Google Arts and Culture.
De acuerdo con la Galería Matthews, el ministro Malraux se decidió por Chagall luego de haber visto la producción de la opereta de Carl Offenbach, “Dafnis y Cloe”, para la que el artista diseñó los sets y el vestuario. “A los críticos les preocupaba que su paleta vibrante y su estilo “primitivo” chocaran con el interior pseudoclásico del edificio. Seguramente sería “die Faust auf’s Auge”, “un puñetazo en el ojo”, para los fanáticos cultos de la ópera”, escribió la galería.
Categorizado entre el surrealismo, el expresionismo, cubismo y fauvismo, Chagall fue reconocido por sus figuras y paleta de colores. El pintor francorruso dedicó ocho meses a pintar 240 metros cuadrados de lienzos que dividió en 12 paneles más uno central. El artista de 77 años en ese momento completó la obra entre enero y agosto de 1964 y utilizó 181 kilos de pintura para crear las diferentes escenas que componen el techo.
Pero el descontento de los parisinos y las voces en contra de esta renovación se hicieron tan fuertes, que el artista debió trabajar en diferentes estudios en varios puntos de París y, al final, la obra fue completada en secreto en una base militar protegida.
Chagall dedicó un color a cada panel y pensó su obra monumental como una forma de rendir homenaje a 14 compositores, entre los que resaltan Mozart, Beethoven, Bizet, Wagner, Tchaikovsky, Debussy, entre otros, al igual que escenas de sus obras más reconocidas. “La sección azul celebra a Mozart y Mussorgsky con representación de ‘El flautao mágico’. Con la sección verde, Chagall honora a Wagner y Berlioz con las bellezas de ‘Tristan e Isolda’ y ‘Romeo y Julieta’. La sección blanca es dedicada a Rameau y Debussy, en donde Chagall presenta ‘Pelleas y Melisande’. La sección roja lleva el tributo a Stravinsky y Ravel con la atemporal obra maestra de ‘Daphne y Chloe’. Y la sección amarilla es dedicada a Tchaikovsky y Adolphe Adam, en donde presenta ‘El lago de los cisnes’ y ‘Giselle’”, escribió Irene Rossi para el diario “La Nación”.
El pintor decidió hacer esta obra voluntariamente. Chagall solo recibió del Estado el dinero para la producción de la obra. Cuando finalmente llegó el día de la inauguración del nuevo techo, los parisinos estaban a la expectativa. La revelación sucedió inmediatamente durante el final de una sinfonía de Mozart, el compositor favorito de Chagall. El candelabro comenzó a iluminar el auditorio y la audiencia llevó su mirada a las alturas, donde los esperaban las figuras coloridas que causaron asombro y que, luego, fueron celebradas como la renovación que la Ópera Garnier necesitaba.