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A Juan Carlos Iracheta, que su espíritu siga en el camino de la libertad.
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La relación entre María García Esperón y Grecia es directa, aunque la escritora haya nacido en otro continente. Desde pequeña le interesó la lectura, pero en especial la mitología griega. Luego, al ser mamá, tomó la decisión de empezar a escribir literatura infantil. Su primera publicación fue “El disco del tiempo”, un mito que trata sobre el laberinto de Creta. Este disco tiene una similitud con el calendario azteca. Los demás libros sobre las historias de la Grecia Antigua son una búsqueda constante de sus raíces, de sus antepasados y del por qué de su sed por conocer y de escribir sobre lo ya escrito.
Para el proceso de escritura de Historias de la Atlántida, María García Esperón fue diferente a los demás. Primero, esta historia nace de leer reiteradamente uno de los diálogos de Platón, exactamente, el último párrafo del diálogo de Critias. Cada letra que se iba sumando a las largas líneas del texto caminaba al ritmo del oleaje del mar de Creta.
Durante su estadía en la isla griega tuvo la oportunidad de estar en diferentes exposiciones y talleres sobre los hijos de los dioses, que alimentaron los relatos que ya se encontraban en su memoria. El sonido del mar se mezcló con los susurros de Poseidón, dios de los mares y océanos, que alentaron a que su pluma no se diera por vencida.
En este libro yace el comportamiento humano. Cada página nos recuerda que desde hace miles de años el hombre se ha dejado llevar por la ambición, la envidia, las pasiones y los miedos. Aunque sus rostros o nombres, como Atlas, Egeo, Circe, entre otros, cambien con el paso del tiempo, estos doce mitos son el espejo de la sociedad.
En este viaje las coincidencias no pararon, pues en una de sus visitas a la capital de Grecia, donde estuvo viviendo un mes, entró al museo de Artes Cicládico y se encontró con una exposición de figuras abstractas, según García Esperón, como las vanguardias artísticas del siglo XX, donde había una sala de sensibilización de la cultura griega en la que se planteaban las diferentes etapas de la vida: el nacimiento, el matrimonio, la maternidad, la guerra y la muerte.
Y, sobre esta última, la escritora mexicana se sintió en un panteón mexicano. El rito que se hace en Grecia cuando una persona deja esta tierra es igual al rito que se practica en México. Se llora, se le encomienda a una virgen, se entierra y se cree que va al cielo, lugar desde donde los difuntos mandan mensajes a sus seres queridos por medio de las estrellas.
Además de los conceptos mencionados anteriormente, la muerte se encuentra en varias de las páginas que componen este libro. La muerte aparece en dos ocasiones: como sacrificio y como acto final del trabajo que encomendaron los dioses.
Entre este libro y la vida de la autora hay una trenza irrompible en la que se cruzan la realidad y la ficción, ya que con la llegada de la publicación de Historias de la Atlántida, días después, llegó la inevitable visita: la muerte. Esto representó el ciclo natural, el nacimiento de algo y la muerte de alguien. Y la escritura de los mitos, para García, fue una herramienta para abrazar la muerte y entenderla. “Los mitos me dieron la conciencia para enfrentar la muerte”.
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Por último, cuando escribimos y reescribimos sobre los diversos mitos que fueron pilares en la construcción de una cultura, estamos reviviendo la vida misma, la historia de los pueblos. Para María García Esperón hay una necesidad de escribir sobre los mitos, ya que ellos “son verdades profundas que deben ser expresadas”.