María Gómez Lara: la poeta colombiana que da voz a los personajes de “Don Quijote”
Una de las poetas nacionales más reconocidas a nivel internacional, doctora en poesía y maestra de escritores en Madrid, habla de su nuevo libro “Don Quijote a voces”, publicado en España por la editorial Pre-Textos.
Nelson Fredy Padilla
¿Por qué Milán, Italia, para presentar tu nuevo libro, “Don Quijote a voces”?
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¿Por qué Milán, Italia, para presentar tu nuevo libro, “Don Quijote a voces”?
Porque me invitaron al Instituto Cervantes de Milán, justamente para un seminario especializado en la literatura española del Siglo de Oro con perspectiva de género. También me invitaron a dar una clase y a hacer una lectura. Me pareció que era el escenario perfecto para hacer la primera presentación del libro.
Soy testigo de que te gozas la lectura de “Don Quijote de la Mancha”. En mi caso lo sufrí en el colegio como una tarea impuesta y solo en la universidad pude disfrutarlo. Explícame ese amor por la obra de Miguel de Cervantes y tu decisión de rendirle un homenaje poético.
El Quijote es uno de mis libros preferidos y me parece muy divertido. Es más, me echan de las bibliotecas porque no me puedo parar de reír mientras lo leo. Hay toda una literatura que nos imponen en el colegio o en las instituciones y nos dejan esa concepción de que puede ser algo difícil, antiguo, complicado. Pero a mí me parece muy divertido y también muy profundo, porque nos habla de cosas que todavía son vigentes, como el amor a los libros, la amistad, el poder de la literatura y, desde el contexto de los libros de caballerías, siglos después nos habla de la condición humana. Así la poesía y la literatura nos remueven valores universales. (Recomendamos: Videoentrevista de Nelson Fredy Padilla a Piedad Bonnett, sobre los diez años del libro a raíz del suicidio de su hijo).
Lo que me llamó la atención de este nuevo poemario es que le das vida poética a los personajes de “Don Quijote”, caso de Dulcinea.
Lo que pasa es que Don Quijote ya tiene mucha poesía adentro. Hice muchos seminarios sobre Cervantes y en uno de estos empecé a pensar en la función de la poesía en Don Quijote. Me interesó sacar las voces, poner a los personajes en situaciones en donde ya estaban, pero que eran poéticamente interesantes y convertirlas en voces poéticas. En el caso de Dulcinea, fue la que más me tuve que inventar, porque aunque sea la protagonista, no dice casi nada en el libro, no tiene voz. Entonces es un intento de pensar qué habría dicho ella.
Lee ese poema, por favor.
Se llama “Dulcinea encantada” y está basado en el episodio de la cueva de Montesinos, en que Don Quijote dice que vio a Dulcinea encantada y la iba a desencantar:
dice que me vio en una cueva
yo no sé de encantamientos dulcinea me grita al verme dulcinea del toboso
y habría que buscar un nombre
aldonza lorenzo me pusieron aldonza aldonza me llamaban mis padres como un eco de ellos: lorenzo corchuelo y aldonza nogales porque se aferraban a sus nombres de árboles y desde niña me inventaron un nombre para que fuera su extensión y no mi matiz exacto de follaje mi grosor de las ramas mi textura en la corteza y yo quiero galopar seguir andando subir rápido al burro y avanzar hacia adelante
él en cambio me dice la fermosa la soberana la excelentísima señora de mis pensamientos no se ha fijado en mi cara no me ha oído
y jura que unos gigantes van a venir a buscarme para contarme no sé qué de unas batallas de unos vencidos de unas armaduras
dice que me vio en una cueva
con una multitud de encantados errantes
que vivíamos todos en vigilia
que no era sueño ni era duermevela sino estar con los ojos siempre abiertos
y la mirada en otra parte
la mirada perdida
atascada en un lugar en donde al fin
olvidáramos los nombres repetidos
ni aldonza lorenzo ni dulcinea del toboso ni la señora de nadie ni la labradora simple
un lugar en donde yo fuera yo
sin la fantasía prestada
sin salir de un libro ajeno (todo el mundo me nombra y no aparezco cuándo se vio nunca escrita una protagonista tan volátil tan enclenque de relato así de impuesto)
ni de la vida prosaica esta vez
escribir mi historia
reconciliar mis realidades
construirlas más allá al otro lado
de las sílabas de mi nombre
ni el que escogieron mis padres
ni el que inventó él
sino yo abrir los ojos al fin abrirlos y no volver a cerrarlos
abrir la boca para gritar déjeme en paz señor para gritar soy yo o para convertirme en esa mujer que él inventaba esa que amaba tanto y defendía con su vida con su honra con la fuerza de su brazo esa por la que se estrellaba y se golpeaba y se daba a trancazos contra el mundo
o convertirme mejor en quien a mí me parezca
dibujarme a mí misma
imaginarme nombrarme
elegir mis palabras
ser mi propia narradora
yo en primera persona y no en tercera ausente en tercera silenciada
mirar para allá
hacia donde tenga voz
dice que me vio en una cueva y no sé si quedarme en esa cueva o si él estaba dormido
loco dentro de su locura
dice que me vio en una cueva y no sé de encantamientos
pero quiero desencantarme sola
que se vaya que se vaya él con su escudero llama ahora a sancho panza que se vaya con sus nombres y apodos y pronombres con sus frases enrevesadas que se busque otra señora que les busque a sus desvelos otra dueña que atraviese otro lugar que no me quiebre el camino para seguir andando
al fin descantarme que se vaya o escoger mi encantamiento
ir justamente a donde me lleve yo
que me guíe el mapa exacto que tracen mis palabras
Me gusta el ritmo y la musicalidad. Hablas de la importancia de buscar las palabras. Duro reto encontrar las precisas para un homenaje a “Don Quijote”. ¿Fue difícil?
Complicadísimo. Como ves, en el poema hay algunos arcaísmos. Hay palabras de Don Quijote como fermosa, que ya no se dice así y luego debía buscar la musicalidad del poema a través de la mía, del español bogotano que hablo yo. Tenía que encontrar un equilibrio que mostrara esa relación con el universo de Cervantes, pero al mismo tiempo que el poema estuviera vivo, claro, y para que el poema pueda estar vivo, hay que darle la musicalidad, que es más natural para mí. Si trataba de escribir un poema totalmente con el lenguaje de Cervantes, iba a salir como una cosa falsa, impostada.
¿Tu proceso creativo incluye escribir pensando en que el texto será declamado?
Para mí es fundamental la musicalidad, entonces toda la poesía que escribo tiene de fondo la voz. Cuando escribo un poema lo leo muchas veces en voz alta y mientras lo voy reescribiendo lo sigo leyendo en voz alta para asegurarme de que la musicalidad salga como yo quiero. En esta en particular era muy importante porque quería crear voces de distintos personajes. Eso viene de manera intuitiva, más cuando uno escribe un poema en verso libre. Cada poema encuentra su música y esa música solo existe para ese poema. Todos los poemas que escribimos son el primero que hemos hecho, en la medida en que en que hay que encontrarle la música.
¿En plena era multimedia, de muchos sonidos y de ruidos, por qué insistes en que las personas vuelvan a oír poesía declamada?
Justamente por eso, porque la poesía es el género literario que más se acerca a la voz. De hecho, la poesía empezó siendo cantada. La poesía es muy musical. La voz poética es lo que define a un autor o autora. Creo que en este momento en que hay tanto ruido en el mundo, la poesía puede ser un sonido que va más allá del ruido.
Desde que te conocí de niña, porque eres la hija de Patricia Lara, mi colega periodista y escritora, me llamó la atención tu pasión por la poesía. En tu colegio recitabas con propiedad y luego de graduaste en Literatura en la Universidad de los Andes. ¿Por qué estudiar literatura y ser poeta en el siglo XXI?
Mi mamá me cuenta que, Desde antes de tener memoria, yo estaba obsesionada con la poesía. Es decir, no me acuerdo de quién era yo o de quién podría ser yo sin la poesía. En eso también tuve mucha suerte, porque ella me estimuló desde chiquita y siempre estuve escribiendo, leyendo poesía. La poesía tiene que ver con lo que yo soy. Entonces, cuando escogí una carrera para estudiar, pues ni siquiera me lo pensé. Para mí no había otra posibilidad, porque la literatura es lo que más me hace feliz en el mundo y es lo que lo que sé hacer: leer y escribir. Y no sé hacer muchas otras cosas. En el siglo XXI o en cualquier otro siglo donde yo viviera me dedicaría a la literatura, no me imagino otra manera de estar en el mundo. Ahora, en este siglo, la literatura es muy importante porque la pandemia nos demostró que lo que nos salvó fue el arte. Qué habría hecho toda la humanidad encerrada en sus casas sin libros, películas, sin música. El arte nos hace humanos y la poesía representa el poder del lenguaje convertido en creación artística.
Cuando dices “estar en el mundo”, recuerdo un verso del poeta venezolano Eugenio Montejo (1938-2008) en “Terredad”, que fue un punto de referencia importante en la búsqueda de tu camino literario.
Sí. En mi tesis de doctorado en poesía uno de los capítulos es sobre Eugenio Montejo y escribí como 30 páginas sobre lo que podría ser ese estar en la tierra, nuestra condición de estar hechos a la a la vez de cuerpo y de tiempo, entre lo efímero y permanente, reconociendo nuestra finitud. Para mí, Eugenio Montejo fue importantísimo y sigue siendo importantísimo. En Pre-Textos, la editorial española que me publica el libro, acaban de sacar su obra completa. Te recuerdo que en Los Andes yo iba a hacer mi tesis de pregrado sobre la poesía en Don Quijote y me la iba a dirigir Amalia Iriarte, una gran profesora experta en Cervantes (mi libro está dedicado a ella y a Mary Gaylord, que fue la profesora que me dio Cervantes en la Universidad de Harvard), pero un día entré a una librería y me encontré con la obra de este poeta que no sabía que existía y me conmovió profundamente. Fui donde Amalia y le dije: sé que habíamos quedado en esto, pero ahora quiero escribir sobre un venezolano. ¿Me la diriges? Y Amalia me dijo que sí. Amo a Montejo, pero de todas maneras me quedé con la idea de trabajar la poesía en Don Quijote y en vez de hacerlo en forma de tesis o de ensayo académico, lo acabé haciendo en forma de libro de poemas.
Me haces acordar del escritor italiano Antonio Tabucchi, a quien le cambió la vida el día que descubrió la poesía de Fernando Pessoa, a través de “Tabaquería”, y terminó viviendo y muriendo en Portugal, hasta pidió ser sepultado cerca a él.
Yo también adoro “Tabaquería”. Me encanta, me gusta mucho Pessoa. Escribí un poema que se llama “Lisboa”, que es una especie de homenaje a “Tabaquería” y a Pessoa, porque a mí me pasa que cuando escribo lo hago sobre cosas que me importan mucho y me conmueven mucho. Cuando a mí la literatura me emociona, me siento en la necesidad de escribir también.
Aparte de esa pasión que te mueve, has tenido una gran perseverancia para aprender del oficio, porque después de estudiar literatura en los Andes hiciste maestrías en la Universidad de Nueva York y en Harvard y de esta última eres doctora en poesía. Por eso ahora también te dedicas a enseñar en la Escuela de Escritores de Madrid, donde estás radicada luego de trabajar en la Universidad Complutense. O sea, ¿se puede vivir de la poesía?
Vivir es un poco amplio. No sé si vivir, pero me dedico a eso porque es lo que más me gusta, lo que más tiene sentido para mí. La otra cosa que me gusta mucho es enseñar. Me encanta ser profesora, lo disfruto mucho, me llevo muy bien con los estudiantes y con las estudiantes y siento que aprendo un montón al dar clases.
¿En tu travesía fue clave el Premio Internacional Loewe de Poesía a la Creación Joven, que ganaste en 2015 por el poemario “Contratono”?
Por supuesto. Estoy muy muy agradecida con las personas de la Fundación Loewe. Haber ganado ese premio me abrió las posibilidades para seguir escribiendo. Precisamente a Manuel Borrás, de la editorial Pre-Textos, le interesó ese libro que salió publicado aquí en España en Visor y fue una manera de empezar a dedicarme del todo a esto.
¿En qué ha cambiado tu método de trabajo, tu mirada poética, desde ese primer poemario “Preguntas para el azar”, de 2007?
Bueno, ese tiendo a negarlo porque estaba tan chiquita, jajaja, pero fuera de chiste, el trabajo de hacer un libro es algo que se va aprendiendo haciendo libros, entonces va cambiando el método porque también cada libro es distinto.
Otra gran la influencia fue la poesía de la estadounidense Emily Dickinson (1830-1886), a quien le dedicaste un poema.
Es un poema corto sobre la casualidad de la vida de que yo nací el mismo día que Emily Dickinson, mi poeta preferida, un 10 de diciembre. Te lo leo:
Nací el mismo día que Emily Dickinson casi dos siglos después y las cosas han cambiado un poco desde entonces
no tuve su entereza ante el dolor ni su oído sutil para las revelaciones
vivo en un edificio alto donde no llegan los pájaros sólo un ruido de sirenas que no canta
es una ciudad inmensa aquí todos somos Nadie pero no hemos aprendido a guardar el secreto:
al caminar regamos nuestra nada en las esquinas
Nací con la piel oscura en un país del trópico
y vine a buscarla a este estruendo tan lejano de su voz que se enredaba en las praderas la imagino callando en los ladrillos veo sus manuscritos de letras apretadas
como ramas de tinta negra que se quiebran en cualquier envoltura en la lista de mercado y se enlazan otra vez para inventar el mundo
Nací un diez de diciembre como ella y no traje ese silencio
sin embargo
gracias al conjuro de repetir sus versos mientras cambian los semáforos
estoy a flote
todavía. (…)
Con Pre-Textos publicaste en 2020 “El lugar de las palabras”, donde convertiste en poesía esa experiencia durísima que tuviste con el tratamiento de un tumor cerebral, que describes como “mancha en forma de corazón perfecto, bien delimitada… lesión indeterminada en el lóbulo frontal izquierdo”. ¿Por qué llevar al verso ese tipo de temas?
Pasar por una cosa de esas hizo que me resultara inevitable escribir. Cada uno tiene su manera de lidiar con las heridas y lidiar con el miedo, y en mi caso es la escritura. Ahí me refiero al espacio físico del cerebro, donde está el lenguaje. Cuando estaba escribiendo los poemas no tenía ni idea de que iba a hacer un libro, simplemente necesitaba escribirlos en ese momento y volví sobre ellos después de mucho tiempo y distancia, cuando ya había pasado todo y no era un drama, porque mientras estás pasando por un trauma no lo puedes ver con perspectiva y no lo puedes transformar en arte. Volví a editar los poemas y me di cuenta de que ahí había un libro que representa que para mí escribir es una forma de vivir y una forma de sobrevivir, independientemente de que publique o no publique.
En Milán y en Madrid te invitan a hablar de literatura con perspectiva de género. ¿Cómo ha influido esa mirada en tu poesía y cómo la incorporas a tu metodología como maestra?
Es importantísima, sobre todo porque yo soy la que está mirando. Y también me importa mucho esta idea de darle voz a las mujeres, que por una historia infinitamente larga de patriarcado aún no han tenido suficiente derecho a la voz. La poesía entonces, que es fundamentalmente voz, es una herramienta poderosísima para oír a quienes no han sido oídas. Mi yo poético se parece a mí y yo soy muy feminista.
Qué opinas de la voz de las poetas colombianas actuales. Recomiéndame a algunas de ellas.
Es que hay muchísimas. A mí me parece que las poetas colombianas están haciendo cosas súper interesantes desde distintas generaciones: por ejemplo, Piedad Bonnett, que fue mi profesora en la universidad, pero también las poetas de mi generación, como Tania Ganitsky y Amalia Moreno, María Paz Guerrero, Eliana Hernández, Andrea Cote. Me da mucho miedo dar nombres y no decir el de todas las que están haciendo cosas maravillosas. Me disculpo de antemano por los nombres que se me han olvidado.
Para terminar, dale voz a Marcela, esa otra protagonista que en “Don Quijote” es de las voces más poderosas.
En el episodio que recreo de Marcela ella habla de defender su libertad, su derecho a corresponder o no, a escoger lo que quiere hacer con su vida. Ella no ha hecho nada y están hablando de ella y juzgándola. Es una pastora de la que otro pastor se enamora y ella no le corresponde y él se suicida, entonces la acusan de asesina. Por eso ella da ese discurso diciendo que tiene derecho a su libertad, que ella no lo mató, que simplemente no le correspondía y estaba en su derecho. Lo más bonito es que convence a Don Quijote y él se pone de su lado y la defiende. Este poema se llama “Marcela desamorada”:
a mí no me digan desdeñosa no me digan cruel no me digan ingrata ni basilisco ni fiera
yo nací libre y libre soy
pues no he prometido nada a los pastores que me siguen
ninguna falsa nunca les di esperanzas les dije la verdad:
el amor no se fuerza el deseo es peregrino y sólo llega cuando llega si es que un día aparece y coincidimos
nada me amarra a corresponder porque dicen que me aman que se lleven sus cadenas
yo tengo mi voz yo tengo mi palabra yo puedo pasear tranquila por los bosques solitarios conversar con los zagales con las cabras
no estaré enferma de ausencia ni de celos
ni perderé el ritmo exacto de mis pasos
cuando no me persiguen ni me cantan cuando camino en paz por la colina
si se quieren matar que se maten si se quieren morir de amor que se mueran
yo no hice nada yo no escogí esta hermosura que me pesa así ahora por tanto que me buscan tanto que me asustan me agobian me asedian
no puedo respirar
y ellos no saben quién soy yo:
marcela
marcela libre de este cuerpo que tanto se disputan
marcela libre de este cuerpo que los hace creerse dueños de mi forma de andar sin seguirles el rastro
yo habría sido marcela sin esta cara tan fermosa que persiguen
yo habría sido marcela sin rizos para comparar con el sol o con el oro
sin dientes de perlas
sin ojos como estrellas
apagadas
yo habría encendido mi fuego
por las palabras que traigo para salvarme
para decir libre soy y libre seré siempre
yo no maté a grisóstomo él se mató solito y que vaya a cantar si quiere a repetir sus versos de acento espantable decía en su poema
a repetir sus versos tristes que no saben de mí ni resuenan conmigo
ni fui yo la causante de esa herida
yo soy marcela por la voz
y las heridas las abren ellos al sólo querer apropiarse de esta piel que me cubre
sin detenerse
un momento
a mirar
mis cicatrices