Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Cómo fue el salto de la docencia al mundo de la producción?
Mis primeros años laborales estuve muy centrada en la academia. Fui profesora de historia, de argumentación, de investigación. El tránsito fue personal, la vida me puso de frente una necesidad muy puntual de ayudar a mi hermano a organizar un poco su vida y terminé absolutamente enamorada de ese otro mundo que desconocía. Sobre todo porque la academia es muy solitaria y los egos son altos. Por ejemplo, quién lee a quién, quién cita a quién. Toda mi vida fui productora, en el sentido de que el trabajo en grupo me corre por las venas. No soy muy sociable, pero sí amigable, y lo que hago bien es interconectar equipos de trabajo. Logro gestionar y hacer que las cosas fluyan. Y la historia y la literatura me permiten entender el país en el cual estoy parada, leer el mundo de maneras distintas y hacer gestión cultural desde otro lugar. Siento que quienes vienen del mundo de la producción tienen un enfoque más técnico. La academia, sobre todas las cosas, le da a uno una estructura mental. Hoy en día tengo claro que no quiero hacer nada que no me conmueva. Por eso, para mí, el proyecto de Juanpis González tiene sentido desde lo académico también.
Le recomendamos: Alejandro Riaño y el humor como herramienta
¿Y cómo se protege del ego en la industria de la producción?
Siento que tengo una ventaja, y es que, primero, no soy del nicho de los productores. Por más de que ya lleve ocho años en este mundo, sigo siendo muy nueva. Y todo lo que hago es tras bambalinas, los que ponen la cara son otros. Eso lo protege a uno. Pero, además, de verdad hice un ejercicio muy consciente hace unos años de desprenderme del ego y no quisiera volver a estar en ese lugar. Lo último que quiero son aplausos. Es parte del proceso entender que uno tiene cosas por decir y por contar, sin que eso signifique que uno se infle.
Su usuario en redes sociales es “hermanager”. ¿Cómo ha sido la transformación de su relación con su hermano, Alejandro Riaño, debido al trabajo conjunto?
Nosotros no éramos amigos. Luego se murió mi papá y ese fue el primer golpe fuerte. Nuestra relación de hermandad era muy jerárquica, me portaba un poco como su mamá, entonces no funcionaba. La vida nos fue poniendo en el lugar que necesitábamos y entendimos que nos complementamos perfecto: él sueña gigante y yo aterrizo. Llevaba muchos años siendo “hermanager”, la hermana de Alejandro. En pandemia hice un proyecto que marcó mi antes y después, que fue Domingo, la producción de una obra de teatro digital escrita por Ricardo Silva Romero. Nunca había producido nada distinto a mi hermano y creamos una plataforma interactiva en la que la gente podía elegir el final y quedamos nominados a los Premios India Catalina a mejor producción audiovisual. Ahí fui María Riaño por primera vez. Ahora me involucro en la producción de contenidos que presentamos en ElTeatro.co. Acompañé P de Polombia, la obra de Daniel Samper Ospina, y con lo que sucederá este semestre, por ejemplo los tributos a las leyendas del rock.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖