Mariana de Carvajal y Saavedra: entre la viudez y la pluma
La obra de Carvajal y Saavedra es un registro pormenorizado de la vida doméstica en el Siglo de Oro español. Un referente costumbrista que debería retomarse para entender la historia de la mujer en esta época.
Monica Acebedo
Mariana de Carvajal y Saavedra fue una mujer que necesitó quedar viuda para poder convertirse en escritora, pues seguramente su marido no le hubiera permitido escribir y mucho menos publicar libros.
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Mariana de Carvajal y Saavedra fue una mujer que necesitó quedar viuda para poder convertirse en escritora, pues seguramente su marido no le hubiera permitido escribir y mucho menos publicar libros.
Escribió una colección de novelas llamada Navidades de Madrid y noches entretenidas en ocho novelas que fue publicada por primera vez en Madrid, en 1663, y constituye la única obra integral de la autora. Utilizó el relato enmarcado para la narración de ocho novelas que se adecúan a las características de la novela cortesana o novela corta.
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Según el historiador Serrano y Sanz, doña Mariana nació en Jaen a comienzos del siglo XVII bajo el seno de una familia noble; se casó con don Baltasar Mateo de Velásquez con quien tuvo seis hijas y tres hijos. Esa numerosa familia parece haber significado una situación económica precaria, que se agravó en 1656 cuando murió su esposo. Fue en ese momento cuando empezó a escribir y también, cuando acudió al rey (Felipe IV) para solicitar una renta, que en efecto le fue otorgada. Algunos rastros documentales de la corte de Madrid precisan que, adicionalmente, se le concedió una pensión eclesiástica de 200 ducados a uno de sus hijos. Asimismo, hay evidencia de que el rey le otorgó el hábito de Santiago a su primogénito.
Esta situación personal, que era normal para la época, se ve reflejada en varias de las novelas que forman parte de la colección: la decadencia de la nobleza y el surgimiento de la burguesía; las peticiones de rentas a la corte; la difícil carrera de los religiosos sin dinero; las mujeres, sobre todo viudas, que abastecen la economía familiar con sus bordados u otras labores artesanales; la manera como el arte se convierte en un medio de sustento; y, muchas tramas que presentan la vida de la sociedad secular.
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El marco Navidades en Madrid y noches entretenidas mantiene no solamente el esquema heredado de Boccaccio sino de varios novelistas anteriores a Carvajal como Castillo y Solórzano o la misma María de Zayas. Es decir, se trata de un grupo de personas, todas de familias de alta alcurnia, que toman la decisión de pasar unas noches agradables de música, danza y relatos durante las frías tardes navideñas. Doña Lucrecia de Haro vive en una elegante casa de Madrid y recientemente ha quedado viuda. Doña Juana, una de las residentes de su casa (los nobles empiezan a verse obligados a alquilar habitaciones de sus mansiones, para poder sobrevivir), también viuda, le propone al resto de los habitantes de la casa, la organización de un sarao para que doña Lucrecia entretenga la pena por la reciente muerte de su marido. No se aleja Carvajal del esquema de la novela de temática amorosa que mantiene en los dos niveles narrativos y que con frecuencia se articulan entre sí. Están presentes las angustias amorosas, los triángulos, las técnicas de galanteo y las poesías que contribuyen a trazar el amor como eje central tanto del marco como de las novelas insertas. Igualmente, como buena moralista y mujer noble de su tiempo, doña Mariana presenta, además de todas las peripecias de los amantes, el final feliz siempre equivalente al matrimonio.
Pero, indiscutiblemente, una de las mayores riquezas de la colección de novelas de Mariana de Carvajal es la forma como resalta el papel de la mujer. Son varias las mujeres que se ven representadas tanto en las novelas como en el marco; las solteras casaderas (hijas de viudas o huérfanas); las viudas (las más importantes); las religiosas (en particular en la Industria vence desdenes); las criadas y las esclavas negras (que rara vez son dibujadas por los escritores); las madres y las casadas también aparecen (aunque mucho menos).
Los personajes femeninos que determinan el papel de la mujer en la novela son los siguientes: en primer lugar está doña Lucrecia de Haro, mujer muy principal, que recientemente ha enviudado, dueña de muchas casas en Madrid, vive en una casa cerca del Prado; doña Lupercia, una de las damas solteras, también principal y además hermosa; doña Gertrudis, la otra dama soltera que también habitaba uno de los cuartos de la residencia de Lucrecia; Juana de Ayala, viuda noble y principal; y su hija Leonor, “tan hermosa, como honesta, pues doña Leonor gozaba aquella fama tanto por su rara belleza como por sus conocidas virtudes”.
Cada una de estas mujeres, de alguna manera, tiene una función en la pintura social que hace la autora. Así, las dos viudas representan el poder: Lucrecia es pasiva y callada, pero es la dueña de la casa que recibe renta de los habitantes nobles que están en la Corte tras algún favor real; Juana es la viuda organizadora del sarao, quien además ostenta el poder sobre su hija (usualmente reservado a los hombres); por su parte, Lupercia y Gertrudis sirven a la trama novelesca como ejemplo de mujeres solas independientes que deciden sobre sí mismas; y Leonor, en cambio, representa justamente la entrega y sumisión (en este caso a la madre), pero además, es ejemplo de educación y sabiduría.
En conclusión, se trata de una obra literaria que se debe rescatar del olvido ya que deja un registro pormenorizado de la vida doméstica: la comida, las criadas, las esclavas negras y moras y en general los aspectos más relevantes de la cotidianidad femenina. Tal vez sus novelas no constituyen un arma de guerra contra el patriarcado, como si lo hacen las obras de las otras dos mujeres novelistas contemporáneas: Leonor de Meneses y María de Zayas, pero indiscutiblemente son un referente costumbrista indispensable para entender la historia de la mujer en el Siglo de Oro español.