Mariana Garcés: la danza y la vida
La presidenta de la junta directiva de Proartes, entidad que organiza la Bienal Internacional de Danza de Cali, ha dedicado su vida a la cultura y a resaltar los géneros y las expresiones de baile de su ciudad natal y del país.
Andrea Jaramillo Caro
La danza, el arte que se configura como la expresión del alma, una sinergia de movimientos que componen coreografías que tienen la capacidad de evocar sentimientos y dejar reflexiones en quienes las ven. Esto se refleja en las propuestas que se gestan a lo largo y ancho del país y del mundo, que una vez cada dos años confluyen en la Sucursal del Cielo durante la Bienal Internacional de Danza de Cali, cuya sexta edición finalizó el pasado mes de noviembre y que desde 2013 ha mostrado lo mejor de este arte. La autora intelectual de este evento, quien hace 12 años llena las calles de Cali con diferentes géneros de baile, es Mariana Garcés.
Abogada de profesión, comenzó su carrera en otras áreas. Sin embargo, con el paso del tiempo llegó a Colcultura y luego regresó a Cali “a sacar adelante el canal regional Telepacífico, una iniciativa desde lo cultural muy importante para las regiones, porque era una ventana que se abría como a nosotros mismos”. Desde entonces su vida estuvo entrelazada con la cultura y terminó involucrada con Proartes, la asociación para la promoción de las artes que se creó en 1979, en donde ha coordinado varios proyectos. “Hemos hecho ahí los festivales de arte que se revivieron, los que se hacían en los años 60, y eran unos festivales multidisciplinarios, y Proartes lideraba ese proceso, y se hicieron como 15 festivales”. Esto fue antes de convertirse en ministra de Cultura durante los ocho años en los que Juan Manuel Santos fue presidente. Siempre ha estado vinculada al mundo cultural y ahora, como presidenta de la junta directiva de Proartes, enfoca sus esfuerzos en continuar con este evento que se inició mientras administraba esa cartera.
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“Estando en el Ministerio de Cultura nos parecía que dentro de todos los análisis que hacíamos en todo el país pasaban muchas cosas en muchas ciudades, y Colombia tiene algunos espacios para la danza. Entonces, uno puede decir que el Festival del Torbellino tiene su sede en Tabio, Cundinamarca, y que la cumbia está en El Banco, Magdalena, y que el Festival de Aguadas también tiene un espacio para la danza. Pero no había nada que reuniera a todas las manifestaciones de la danza. Además existía el Festival de Salsa de Cali, estaba el Festival de Ballet, pero esos encuentros son muy locales y no reúnen a todos los géneros de la danza”.
Garcés consideraba que hacía falta en Colombia un espacio en el que se pudieran mostrar todas las manifestaciones de danza de las regiones, que funcionara como un espacio formativo y “de confrontar el quehacer de lo que hacemos aquí con lo que pasa en el resto del mundo”. Los festivales les parecía que habían perdido vigencia entre tantos que se habían comenzado a hacer, por lo que una bienal fue la opción elegida para que en Cali, donde se bailan todos los géneros, se diera cada dos años un encuentro con la danza nacional e internacional.
Para ella la danza es parte del ADN de Cali, la salsa dio origen a nuevas formas de pensar el baile, de mover más rápido los pies y creó un estilo propio. Luego el ballet, que creció con la fundación de Incolballet y con el movimiento de danza urbana en la ciudad, crearon una amalgama de movimientos, cuerpos y disciplinas que caracterizan y diferencian a la ciudad a ojos de esta abogada que le dedica su vida a la danza y la cultura.
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Pero dirigir un evento de esta magnitud no ha sido tarea fácil. El primer reto al que se enfrentó fue “convencer a la ciudad de que eso era importante. En ese momento en la Alcaldía estaba Rodrigo Guerrero, y él compró esa idea y dijo: me parece maravilloso. Pero que lo diga un alcalde no quiere decir que los demás siempre le apuesten a eso”. Los vínculos con el extranjero fueron otro desafío, sin embargo, se han logrado junto al equipo curatorial, que encabeza Juan Pablo López. Pero más allá de las relaciones con programadores y compañías, el reto ha estado en encontrar la financiación para cumplir con las expectativas. “Lo más difícil es que a partir de esas curadurías, que siempre son de gran factura, y por lo tanto de alto costo, podamos conseguir la plata para cumplir con esas expectativas de esa programación de gran factura nacional e internacional, y mantener un estándar de calidad”.
El agotamiento y el estrés son factores que suman al producto final para Garcés, la satisfacción de un trabajo bien hecho: “ver cómo disfruta la gente lo que ve, cómo aprenden los bailarines en esos talleres de formación que hacemos, cómo se cualifican las conversaciones en torno a la danza y cómo se fortalecen, todo el proceso en Colombia, recarga energías. Siempre estás a punto de colgar la toalla porque todo es tan difícil, te entienden tan poco, todo es complejo, pero cuando tú ya ves el resultado y la emoción que despierta el evento, te llenas de energía para seguir luchando por un sector que se lo merece en realidad”.
Este arte no solo tiene un elemento de belleza, para la presidenta de la junta directiva de Proartes se trata también de un alto grado de disciplina donde el cuerpo se convierte en una herramienta potente de expresión y que en las comunidades vulnerables goza de un lugar de privilegio para ese propósito y que, para algunos, es también un lugar de resistencia.
Para Garcés la danza es “una posibilidad enorme de expresarse” y esto se ve reflejado en su vida y en la ciudad que la vio nacer: “Cali es una ciudad formada en el lenguaje de la danza. Se dice que en Cali tú aprendes primero a bailar que a caminar y que la danza es parte de tu vida. Y sí, aquí bailamos nuestros ritmos, pero contar con la oportunidad de tener experiencias con otros lenguajes y formas de aproximarse a los movimientos del cuerpo nos enriquece a todos”
La danza, el arte que se configura como la expresión del alma, una sinergia de movimientos que componen coreografías que tienen la capacidad de evocar sentimientos y dejar reflexiones en quienes las ven. Esto se refleja en las propuestas que se gestan a lo largo y ancho del país y del mundo, que una vez cada dos años confluyen en la Sucursal del Cielo durante la Bienal Internacional de Danza de Cali, cuya sexta edición finalizó el pasado mes de noviembre y que desde 2013 ha mostrado lo mejor de este arte. La autora intelectual de este evento, quien hace 12 años llena las calles de Cali con diferentes géneros de baile, es Mariana Garcés.
Abogada de profesión, comenzó su carrera en otras áreas. Sin embargo, con el paso del tiempo llegó a Colcultura y luego regresó a Cali “a sacar adelante el canal regional Telepacífico, una iniciativa desde lo cultural muy importante para las regiones, porque era una ventana que se abría como a nosotros mismos”. Desde entonces su vida estuvo entrelazada con la cultura y terminó involucrada con Proartes, la asociación para la promoción de las artes que se creó en 1979, en donde ha coordinado varios proyectos. “Hemos hecho ahí los festivales de arte que se revivieron, los que se hacían en los años 60, y eran unos festivales multidisciplinarios, y Proartes lideraba ese proceso, y se hicieron como 15 festivales”. Esto fue antes de convertirse en ministra de Cultura durante los ocho años en los que Juan Manuel Santos fue presidente. Siempre ha estado vinculada al mundo cultural y ahora, como presidenta de la junta directiva de Proartes, enfoca sus esfuerzos en continuar con este evento que se inició mientras administraba esa cartera.
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“Estando en el Ministerio de Cultura nos parecía que dentro de todos los análisis que hacíamos en todo el país pasaban muchas cosas en muchas ciudades, y Colombia tiene algunos espacios para la danza. Entonces, uno puede decir que el Festival del Torbellino tiene su sede en Tabio, Cundinamarca, y que la cumbia está en El Banco, Magdalena, y que el Festival de Aguadas también tiene un espacio para la danza. Pero no había nada que reuniera a todas las manifestaciones de la danza. Además existía el Festival de Salsa de Cali, estaba el Festival de Ballet, pero esos encuentros son muy locales y no reúnen a todos los géneros de la danza”.
Garcés consideraba que hacía falta en Colombia un espacio en el que se pudieran mostrar todas las manifestaciones de danza de las regiones, que funcionara como un espacio formativo y “de confrontar el quehacer de lo que hacemos aquí con lo que pasa en el resto del mundo”. Los festivales les parecía que habían perdido vigencia entre tantos que se habían comenzado a hacer, por lo que una bienal fue la opción elegida para que en Cali, donde se bailan todos los géneros, se diera cada dos años un encuentro con la danza nacional e internacional.
Para ella la danza es parte del ADN de Cali, la salsa dio origen a nuevas formas de pensar el baile, de mover más rápido los pies y creó un estilo propio. Luego el ballet, que creció con la fundación de Incolballet y con el movimiento de danza urbana en la ciudad, crearon una amalgama de movimientos, cuerpos y disciplinas que caracterizan y diferencian a la ciudad a ojos de esta abogada que le dedica su vida a la danza y la cultura.
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Pero dirigir un evento de esta magnitud no ha sido tarea fácil. El primer reto al que se enfrentó fue “convencer a la ciudad de que eso era importante. En ese momento en la Alcaldía estaba Rodrigo Guerrero, y él compró esa idea y dijo: me parece maravilloso. Pero que lo diga un alcalde no quiere decir que los demás siempre le apuesten a eso”. Los vínculos con el extranjero fueron otro desafío, sin embargo, se han logrado junto al equipo curatorial, que encabeza Juan Pablo López. Pero más allá de las relaciones con programadores y compañías, el reto ha estado en encontrar la financiación para cumplir con las expectativas. “Lo más difícil es que a partir de esas curadurías, que siempre son de gran factura, y por lo tanto de alto costo, podamos conseguir la plata para cumplir con esas expectativas de esa programación de gran factura nacional e internacional, y mantener un estándar de calidad”.
El agotamiento y el estrés son factores que suman al producto final para Garcés, la satisfacción de un trabajo bien hecho: “ver cómo disfruta la gente lo que ve, cómo aprenden los bailarines en esos talleres de formación que hacemos, cómo se cualifican las conversaciones en torno a la danza y cómo se fortalecen, todo el proceso en Colombia, recarga energías. Siempre estás a punto de colgar la toalla porque todo es tan difícil, te entienden tan poco, todo es complejo, pero cuando tú ya ves el resultado y la emoción que despierta el evento, te llenas de energía para seguir luchando por un sector que se lo merece en realidad”.
Este arte no solo tiene un elemento de belleza, para la presidenta de la junta directiva de Proartes se trata también de un alto grado de disciplina donde el cuerpo se convierte en una herramienta potente de expresión y que en las comunidades vulnerables goza de un lugar de privilegio para ese propósito y que, para algunos, es también un lugar de resistencia.
Para Garcés la danza es “una posibilidad enorme de expresarse” y esto se ve reflejado en su vida y en la ciudad que la vio nacer: “Cali es una ciudad formada en el lenguaje de la danza. Se dice que en Cali tú aprendes primero a bailar que a caminar y que la danza es parte de tu vida. Y sí, aquí bailamos nuestros ritmos, pero contar con la oportunidad de tener experiencias con otros lenguajes y formas de aproximarse a los movimientos del cuerpo nos enriquece a todos”