Mariana Potes Morales: “Los pospenados necesitan aceptación social”
Conversación con la actual Señorita Bogotá sobre la justicia, el perdón, las segundas oportunidades y la función social en las cárceles.
Danelys Vega Cardozo
Usted estudia justicia criminal en la Florida International University. ¿Por qué eligió esa carrera?
Esta carrera me apasiona bastante, ya que forja a profesionales con una realidad compleja. Justicia criminal y derecho es creer en los demás y tratar de sensibilizarse con las personas, y eso es lo que hace la Señorita Colombia: busca sensibilizarse con la realidad o situación del país. Mi carrera me ha ayudado a tener más disciplina y motivación.
En “La República”, la obra de Platón, el poeta Simónides sostiene que “la justicia es darle a cada uno lo que se le debe”, mientras que el sofista Trasímaco afirma que “la justicia no es otra cosa que lo que es provechoso al más fuerte”. ¿Qué piensa al respecto?
Me identifico más con la primera afirmación. Creo que la justicia sí es lo que cada uno merece, pero toca buscar un balance entre lo que es justo, lo que uno merece y entrega. Yo que estudio justicia criminal y derecho pienso en por qué una persona comete un crimen, qué hay detrás de eso y qué le estaba pasando por su mente. Cuando actuamos debemos respetar a los demás y pensar si lo que hacemos es justo no solo con nosotros, sino también con otros, o si te aporta a ti o también a los demás.
Lo que menciona me hace pensar en la colectividad…
Exacto. Uno quiere que el beneficio sea para uno, pero hay que preguntarse: “¿cómo lo que hago igual beneficia a los demás? Al final, este es un beneficio propio, pero que puedes compartir y motivar a otros.
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Cambiando un poco de tema, se ha debatido, desde hace mucho tiempo, si en realidad las cárceles cumplen la función de resocialización o si más bien terminan convirtiéndose en sitios propicios para la reincidencia…
Contribuyen a la resocialización si lo ligamos a los proyectos y fundaciones que ayudan a los presos. Antes las personas no eran tan conscientes de la importancia de esta labor relacionada con la reincorporación social de la población carcelaria, quienes pueden darse cuenta, a través de estos proyectos, sobre lo que necesitan cambiar para tener una segunda oportunidad, lo que hay detrás de ese crimen que cometieron. En la actualidad estoy trabajando con la fundación PazOsfera, que ayuda a la población privada de la libertad. Ellos están mirando cuál es el problema actual de la sociedad, por qué estamos viviendo como lo estamos haciendo y qué pueden hacer los presos cuando salgan para generar un cambio que pueda impactar positivamente en su vida, pero también en la sociedad. Sí creo en las segundas oportunidades y en que la gente puede cambiar. Por eso pienso que los pospenados necesitan aceptación social. Tú no sabes qué llevó a una persona a que cometiera un crimen o error, y al final todos somos seres humanos. No estoy diciendo que te tengas que volver el mejor amigo de un violador. (…) Este sistema es tan justo, que si sales de la cárcel es porque lo mereces.
Contrario a lo que afirma, algunos sostienen que el sistema es injusto…
Creo que últimamente el sistema ha mejorado bastante. Uno se da cuenta que existe un proceso detrás de cada caso; se ha ido visibilizando más lo que pasó en cada uno. Ahora, se intenta que la gente conozca más los casos, no solo aquellos que venden, para que las personas se sensibilicen más.
Decía que cree en las segundas oportunidades. ¿Qué la ha llevado a elegir ese camino?
Creo que eso viene de experiencias que uno ha vivido con otras personas, quienes tal vez han cometido algún error, pero de igual forma tratan de levantarse y seguir adelante. Hay veces que algunas tienen la intención de cambiar, pero el rencor de los demás los frena. Entonces, piensan que nadie va a volver a confiar en ellos, nadie les va a volver a dar otra oportunidad. Pero sí creo que las segundas oportunidades lo son todo: ayudan a que la gente crezca y la motiva para que cumplan un mejor rol en la sociedad.
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¿Qué opina de la frase “ni perdón ni olvido”?
A mí se me facilita perdonar, pero olvidar es difícil. Hay algo en tu inconsciente que tal vez hace que te acuerdes de lo que te hicieron y no permite que sanes, pero quizá cuando uno está ocupado pensando en otras cosas, se logre ir olvidando eso. En el transcurso de la vida, uno se va dando cuenta que lo que importa es su propia tranquilidad; eres tu prioridad. Creo que es importante sacar los pensamientos negativos de alguna manera, pensar en el futuro y enfocarte en tu plan de vida: tus metas y objetivos.
¿Y qué pasa cuando llevamos el perdón a escenarios en donde hay asesinatos de por medio?
Pero es que al final tú qué puedes hacer (…) La gente ve lo que está pasando en el país con respecto a homicidios en el noticiero de las 7:00 p.m., pero no indagan sobre lo que hay más allá. Entonces, creo que lo que se debe hacer es intentar concientizar a las personas, visibilizar lo que está sucediendo y pensar en qué se puede hacer para cambiarlo. Por ejemplo, hablar con la gente, meterse en algún proyecto o crear alianzas.
Sí, a veces esperamos que sean los demás los que hagan las cosas por nosotros...
Exactamente, uno también espera mucho de la humanidad. A mí me ha pasado como Señorita Bogotá que no le he visto compromiso a la gente, entonces uno dice “para qué trabajo en esto si ni siquiera la otra persona tiene ganas de hacer algo”, pero he encontrado personas que, en verdad, le encantan los proyectos ambientales, infantiles, etc. Entonces, uno empieza a ser consciente de que una botella que uno recicle sí hace el cambio. Yo me he dado cuenta de que cada aporte que uno hace se queda en el corazón y en el recuerdo de los demás.
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¿Y qué sintió al darse cuenta de eso?
Sentí que antes estuve perdiendo mi tiempo. Así como llevas la alegría a las personas y les ayudas de alguna forma, ellos también te cambian: ahora soy más madura y agradecida, pienso en las situaciones de los demás y valoro cada momento, incluso cada sentada a tomarse un café; valoro todo, porque la vida es muy corta. ¿Si tengo la oportunidad de ayudar, por qué no lo hago?
Volviendo a las cárceles, ¿deben ser la única opción para una persona que comete un crimen?
Nadie debe sentirse cómodo en una cárcel, entonces funcionan como un castigo, en donde a las personas se les restringe sus derechos por violar los de alguien más. Yo creo que la gente debería ir a los centros penitenciarios dependiendo de la gravedad del crimen. Lastimosamente, las personas necesitan, a veces, ir a esos sitios para aprender.
Pero no siempre es así y terminan reincidiendo. Entonces, ¿la solución para que la gente aprenda es coartarles su libertad exterior o más bien buscar que, de alguna manera, realicen una retribución social?
Si acudiéramos, por ejemplo, a la educación, de una u otra forma tampoco le estamos dando opciones a las personas, porque las estamos obligando a que se eduquen. Si las ponemos a que realicen servicio social, pues tú tampoco sabes si quieren hacerlo o no. Entonces, al final todo se convierte en una obligación. Igual, yo sí creo en esos programas de servicio social y en el incentivo de cambio que les puede transmitir a gente. Por eso, me parece una buena opción de condena. Lo importante es que la persona sea consciente de por qué está allí y se den cuenta que, a través de diferentes contribuciones sociales; sembrar un árbol, reciclar basura, etc, pueden aportar al cambio de un país.
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Usted estudia justicia criminal en la Florida International University. ¿Por qué eligió esa carrera?
Esta carrera me apasiona bastante, ya que forja a profesionales con una realidad compleja. Justicia criminal y derecho es creer en los demás y tratar de sensibilizarse con las personas, y eso es lo que hace la Señorita Colombia: busca sensibilizarse con la realidad o situación del país. Mi carrera me ha ayudado a tener más disciplina y motivación.
En “La República”, la obra de Platón, el poeta Simónides sostiene que “la justicia es darle a cada uno lo que se le debe”, mientras que el sofista Trasímaco afirma que “la justicia no es otra cosa que lo que es provechoso al más fuerte”. ¿Qué piensa al respecto?
Me identifico más con la primera afirmación. Creo que la justicia sí es lo que cada uno merece, pero toca buscar un balance entre lo que es justo, lo que uno merece y entrega. Yo que estudio justicia criminal y derecho pienso en por qué una persona comete un crimen, qué hay detrás de eso y qué le estaba pasando por su mente. Cuando actuamos debemos respetar a los demás y pensar si lo que hacemos es justo no solo con nosotros, sino también con otros, o si te aporta a ti o también a los demás.
Lo que menciona me hace pensar en la colectividad…
Exacto. Uno quiere que el beneficio sea para uno, pero hay que preguntarse: “¿cómo lo que hago igual beneficia a los demás? Al final, este es un beneficio propio, pero que puedes compartir y motivar a otros.
Le invitamos a leer: Jaime Abello Banfi: “En Colombia la violencia se cierne sobre los liderazgos”
Cambiando un poco de tema, se ha debatido, desde hace mucho tiempo, si en realidad las cárceles cumplen la función de resocialización o si más bien terminan convirtiéndose en sitios propicios para la reincidencia…
Contribuyen a la resocialización si lo ligamos a los proyectos y fundaciones que ayudan a los presos. Antes las personas no eran tan conscientes de la importancia de esta labor relacionada con la reincorporación social de la población carcelaria, quienes pueden darse cuenta, a través de estos proyectos, sobre lo que necesitan cambiar para tener una segunda oportunidad, lo que hay detrás de ese crimen que cometieron. En la actualidad estoy trabajando con la fundación PazOsfera, que ayuda a la población privada de la libertad. Ellos están mirando cuál es el problema actual de la sociedad, por qué estamos viviendo como lo estamos haciendo y qué pueden hacer los presos cuando salgan para generar un cambio que pueda impactar positivamente en su vida, pero también en la sociedad. Sí creo en las segundas oportunidades y en que la gente puede cambiar. Por eso pienso que los pospenados necesitan aceptación social. Tú no sabes qué llevó a una persona a que cometiera un crimen o error, y al final todos somos seres humanos. No estoy diciendo que te tengas que volver el mejor amigo de un violador. (…) Este sistema es tan justo, que si sales de la cárcel es porque lo mereces.
Contrario a lo que afirma, algunos sostienen que el sistema es injusto…
Creo que últimamente el sistema ha mejorado bastante. Uno se da cuenta que existe un proceso detrás de cada caso; se ha ido visibilizando más lo que pasó en cada uno. Ahora, se intenta que la gente conozca más los casos, no solo aquellos que venden, para que las personas se sensibilicen más.
Decía que cree en las segundas oportunidades. ¿Qué la ha llevado a elegir ese camino?
Creo que eso viene de experiencias que uno ha vivido con otras personas, quienes tal vez han cometido algún error, pero de igual forma tratan de levantarse y seguir adelante. Hay veces que algunas tienen la intención de cambiar, pero el rencor de los demás los frena. Entonces, piensan que nadie va a volver a confiar en ellos, nadie les va a volver a dar otra oportunidad. Pero sí creo que las segundas oportunidades lo son todo: ayudan a que la gente crezca y la motiva para que cumplan un mejor rol en la sociedad.
Le recomendamos leer: Freud, el psicoanalista convertido en marioneta
¿Qué opina de la frase “ni perdón ni olvido”?
A mí se me facilita perdonar, pero olvidar es difícil. Hay algo en tu inconsciente que tal vez hace que te acuerdes de lo que te hicieron y no permite que sanes, pero quizá cuando uno está ocupado pensando en otras cosas, se logre ir olvidando eso. En el transcurso de la vida, uno se va dando cuenta que lo que importa es su propia tranquilidad; eres tu prioridad. Creo que es importante sacar los pensamientos negativos de alguna manera, pensar en el futuro y enfocarte en tu plan de vida: tus metas y objetivos.
¿Y qué pasa cuando llevamos el perdón a escenarios en donde hay asesinatos de por medio?
Pero es que al final tú qué puedes hacer (…) La gente ve lo que está pasando en el país con respecto a homicidios en el noticiero de las 7:00 p.m., pero no indagan sobre lo que hay más allá. Entonces, creo que lo que se debe hacer es intentar concientizar a las personas, visibilizar lo que está sucediendo y pensar en qué se puede hacer para cambiarlo. Por ejemplo, hablar con la gente, meterse en algún proyecto o crear alianzas.
Sí, a veces esperamos que sean los demás los que hagan las cosas por nosotros...
Exactamente, uno también espera mucho de la humanidad. A mí me ha pasado como Señorita Bogotá que no le he visto compromiso a la gente, entonces uno dice “para qué trabajo en esto si ni siquiera la otra persona tiene ganas de hacer algo”, pero he encontrado personas que, en verdad, le encantan los proyectos ambientales, infantiles, etc. Entonces, uno empieza a ser consciente de que una botella que uno recicle sí hace el cambio. Yo me he dado cuenta de que cada aporte que uno hace se queda en el corazón y en el recuerdo de los demás.
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¿Y qué sintió al darse cuenta de eso?
Sentí que antes estuve perdiendo mi tiempo. Así como llevas la alegría a las personas y les ayudas de alguna forma, ellos también te cambian: ahora soy más madura y agradecida, pienso en las situaciones de los demás y valoro cada momento, incluso cada sentada a tomarse un café; valoro todo, porque la vida es muy corta. ¿Si tengo la oportunidad de ayudar, por qué no lo hago?
Volviendo a las cárceles, ¿deben ser la única opción para una persona que comete un crimen?
Nadie debe sentirse cómodo en una cárcel, entonces funcionan como un castigo, en donde a las personas se les restringe sus derechos por violar los de alguien más. Yo creo que la gente debería ir a los centros penitenciarios dependiendo de la gravedad del crimen. Lastimosamente, las personas necesitan, a veces, ir a esos sitios para aprender.
Pero no siempre es así y terminan reincidiendo. Entonces, ¿la solución para que la gente aprenda es coartarles su libertad exterior o más bien buscar que, de alguna manera, realicen una retribución social?
Si acudiéramos, por ejemplo, a la educación, de una u otra forma tampoco le estamos dando opciones a las personas, porque las estamos obligando a que se eduquen. Si las ponemos a que realicen servicio social, pues tú tampoco sabes si quieren hacerlo o no. Entonces, al final todo se convierte en una obligación. Igual, yo sí creo en esos programas de servicio social y en el incentivo de cambio que les puede transmitir a gente. Por eso, me parece una buena opción de condena. Lo importante es que la persona sea consciente de por qué está allí y se den cuenta que, a través de diferentes contribuciones sociales; sembrar un árbol, reciclar basura, etc, pueden aportar al cambio de un país.
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