Marisela Escobedo, un símbolo de la lucha contra los feminicidios en México
Ante el feminicidio de su hija, y la batalla por la justicia en su nombre, Marisela Escobedo se convirtió en un símbolo de activismo por la libertad, el respeto a la vida y la no violencia para las mujeres. Las tres muertes de Marisela Escobedo, documental de Netflix, muestra lo que fueron los dos últimos años de quien ahora es una heroína en la memoria colectiva de México.
María José Noriega Ramírez
Su primera muerte llegó con el feminicidio de Rubí Marisol, su hija. La segunda, con el primer fallo que absolvió a quien fue su victimario (después condenado por homicidio agravado). Y la tercera, con su asesinato, tras dos años de lucha por impedir que su hija se convirtiera en un número más en medio de las estadísticas de feminicidios en México. Marisela Escobedo se convirtió en un símbolo de lucha en nombre de las mujeres violentadas y asesinadas en México. Fue una madre que alzó su voz buscando justicia en nombre de su hija, eco que le alcanzó para ser plataforma de amplificación de los múltiples casos de mujeres desaparecidas y de víctimas de feminicidios, que aún permanecen impunes. Aunque a Escobedo la silenciaron, su legado sigue vivo.
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Su primera muerte llegó con el feminicidio de Rubí Marisol, su hija. La segunda, con el primer fallo que absolvió a quien fue su victimario (después condenado por homicidio agravado). Y la tercera, con su asesinato, tras dos años de lucha por impedir que su hija se convirtiera en un número más en medio de las estadísticas de feminicidios en México. Marisela Escobedo se convirtió en un símbolo de lucha en nombre de las mujeres violentadas y asesinadas en México. Fue una madre que alzó su voz buscando justicia en nombre de su hija, eco que le alcanzó para ser plataforma de amplificación de los múltiples casos de mujeres desaparecidas y de víctimas de feminicidios, que aún permanecen impunes. Aunque a Escobedo la silenciaron, su legado sigue vivo.
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Que tiemble el Estado, los cielos, las calles
Que tiemblen los jueces y los judiciales
Hoy a las mujeres nos quitan la calma
Nos sembraron miedo, nos crecieron alas
A cada minuto, de cada semana
Nos roban amigas, nos matan hermanas
Destrozan sus cuerpos, los desaparecen
No olvide sus nombres, por favor, señor presidente*.
Escobedo, en compañía de familiares y amigos, recorrió calles, barrios y carreteras, atravesó diferentes estados, con la intención de hallar en las autoridades un apoyo para encontrar al feminicida de su hija. Incluso llegó a Ciudad de México con la idea de hablar directamente con Felipe Calderón, el entonces presidente. En todos los escenarios su clamor fue el mismo: justicia, nada más. “Yo quisiera que la muerte de mi hija no fuera en vano. Los hombres que acostumbran a violentar a las mujeres van a saber que las penas no no más están plasmadas en un papel. Esto no tiene marcha atrás”. Y es que la lucha de Escobedo se traduce, también, en el clamor de las mujeres de vivir una vida libre de violencias, pues en México, por ejemplo, diez mujeres son asesinadas cada día y el 97% de los feminicidios quedan impunes. De ahí que Escobedo aspirara a que el feminicidio de su hija fuera el último.
Con un cartel que decía “Rubí tenía derecho a la vida”, Escobedo encabezó marchas y manifestaciones pacíficas. “Otro día más en la lucha”, “no permitamos que haya una jovencita más asesinada en nuestra ciudad”, se le escuchaba decir. “Víctimas sin garantías”, “exigimos justicia”, eran algunas de las frases que acompañaban su movilización, pues aunque Escobedo se enfrentó a un sistema judicial indiferente y poco diligente, su fe en la justicia permaneció latente.
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La lucha por su hija le costó la vida. Marisela Escobedo fue asesinada el 16 de diciembre de 2010, justo enfrente del Palacio de Gobierno de Chihuaha, luego de permanecer varios días y varias noches en forma de protesta y esperando una respuesta por parte de las autoridades frente al asesinato de su hija. Su cuerpo físico ya no estaba, pero su lucha, su clamor, comenzó a retumbar con más fuerza. “Marisela, escucha, estamos en tu lucha”, “Marisela, viva, viva, la lucha sigue y sigue”, así se escuchó a una sola voz el canto de quienes salieron a las calles a manifestarse el día de su asesinato.
Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa
Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria
Soy la niña que subiste por la fuerza
Soy la madre que ahora llora por sus muertas
Y soy esta que te hará pagar las cuentas*.
La lucha de Escobedo fue la lucha por la libertad y la no violencia para las mujeres. Fue la batalla por la vida y la justicia. En cada aniversario de su muerte, las personas se congregan públicamente para honrar su nombre y su legado, pero, sobre todo, se unen para que su lucha no se olvide. Esta madre, enfermera, empresaria, como muchas otras mujeres también lo son, se convirtió en una activista y en una heroína por la vida. Porque su nombre, así como el de Rubí Marisol, aparece junto al de Guadalupe, Fátima, Adriana, y al de muchas otras mujeres más, en las movilizaciones que México ha presenciado en nombre de las que ya no están. El grito sigue siendo el mismo: ¡Nos queremos vivas!
*Canción sin miedo.