“Si tú mismo no te valoras, es muy difícil compartir un amor honesto”

“El templo del placer”, obra relacionada con el amor propio y el autoerotismo femenino, se presenta el jueves 24 de noviembre, a las 8:00 p.m., en el Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán.

Danelys Vega Cardozo
21 de noviembre de 2022 - 02:00 a. m.
Marisol Correa Vega es la directora de la obra "El templo del placer".
Marisol Correa Vega es la directora de la obra "El templo del placer".
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Hablemos un poco sobre el proceso creativo de “El templo del placer”.

Esta obra de teatro nació tras la publicación de un libro que lancé el año pasado con la Editorial Planeta y que escribí durante cuarentena y tiene una historia completamente distinta, pero versa sobre el mismo tema: lo relacionado con el amor propio y el empoderamiento femenino a partir de la apropiación de la sexualidad, del reconocimiento del cuerpo, el autoerotismo y autogestión del placer. Como soy actriz, durante el lanzamiento del libro hice un ejercicio de puesta en escena que se convirtió en la semilla de la obra de teatro. Tuvo mucho éxito así que el Instituto Distrital de la Artes me dijo: “Eso funciona muy bien, en este momento es necesario para nuestra sociedad y queremos apostarle”, entonces hicimos un convenio de coproducción. Volví a escribir durante tres meses y creé esta historia que se estrenó el 29 de abril en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán.

¿Y por qué se interesó por esas temáticas que menciona?

Fueron varias las razones, pero digamos que, en un primer momento, ese impulso se desató cuando se dispararon los índices de violencia intrafamiliar por la cuarentena. Yo pienso que, si dejamos de luchar con nuestra propia imagen, aceptamos el cuerpo que habitamos, somos más libres con lo relacionado con el autoplacer, derrumbamos nuestros propios tabúes y las creencias limitantes que tenemos alrededor del bienestar físico, va a ser muy difícil que una persona nos trate “como se le dé la gana”. Nuestros niveles de cánones de pareja van subiendo en la medida en que yo me ponga un valor real, me consienta y, puntualmente, me genere placer y me conozca hasta el punto de que sepa cómo experimento un orgasmo. Probablemente, voy a ir alejando de mi vida a una persona que sienta que no me da el amor que yo misma me puedo dar. En últimas, todo esto tiene que ver con empoderarnos para que en el futuro se convierta en un escudo o una herramienta para evitar posibles violencias.

¿En algún momento le ha costado habitar su propio cuerpo?

Sí, varias veces. En muchas ocasiones la gente me dice: “Es que tú eres bonita”, pero me considero una persona con un cuerpo normal, no uno llamativo (de revista). Soy actriz, entonces durante toda mi carrera me ha atravesado ese pensamiento de “tengo que ser más delgada porque la cámara me engorda, debo tener tales medidas y voluptuosidades”. Pensar así es inevitable porque todo el tiempo nos están mostrando, en las revistas, vallas y en todas las redes sociales cómo debe ser un cuerpo perfecto y amado. Entonces, difícilmente pensamos que las “mujeres gordas” o personas mayores merecen placer (muchas personas piensan: “Ya no siente porque le llegó la menopausia o este hombre ya no tiene sexualidad porque no se le para”). Creo que la solución está en desmitificar el falocentrismo: dejar de pensar que la sexualidad se reduce al acto sexual y que es solo penetrativo. Debemos entender que el tema del amor propio no se trata de que un día me amé y a partir de ahí nos vamos a amar todos los días, sino que es como nos enseñaron con el amor de pareja: es una matica que hay que regar a diario.

Le invitamos a leer: Arctic Monkeys, la teatralidad en forma de rock

¿Y cómo logró la aceptación propia?

La verdad, a partir de la sexualidad. Entré en crisis durante la época de las cuarentenas voluntarias porque no podía seguir haciendo lo que otras personas sí continuaban realizando, entonces el ejercicio fue la manera en la que pude sacar ese bloqueo producto de la cuarentena (que todos experimentamos). Lo anterior, ocasionó que se me despertara la mente: me empezaron a surgir ideas, proyectos y revelaciones sobre mí (empapelé mi casa con frases que escribía en las tardes). Todo esto me fue llevando al tema del autoerotismo porque “me estaba poniendo divina”, ya que hacía seis horas de ejercicio. La actividad física hace que se despierten tus hormonas y tus células así que empecé a autoexplorar mi genitalidad (me parecía muy divertido, muy hermoso, como si estuviera en una luna de miel conmigo). Entonces, empecé a escribir el libro y a sentir una conexión conmigo que en la vida había sentido y a partir de ese momento me perdoné, me dije: “No es justo que uno toda la vida se la pase perdonando a la gente que nos hace daño, pero que nunca nos digamos perdón, sino que por el contrario nos tratemos mal” (Nunca nadie nos habló de esto).

Quizás nunca nadie nos dijo que podemos enamorarnos de nosotros…

Exacto. Todo ese amor que le damos a quienes queremos, a nuestras parejas, a nuestros hijos y a nuestros papás también no lo podemos dar a nosotros, pero eso nadie nos lo enseña. Entonces, qué bueno cambiar la perspectiva de “soy una hueva, una pelota (o soy lo que sea) por soy inteligente, importante, única, valgo la pena y merezco lo que sueño” (eso transforma todo). En la actualidad, no es que me sienta la mejor todos los días, porque tengo momentos en que no es así, pero sí es diferente (todo lo logré a partir de la exploración de mi sexualidad). Eso es lo que quiero contarle a la gente a través de mi arte, por medio, primero, de mi libro Volver a mí y, segundo, con El templo del placer, una obra que básicamente enseña el amor propio a través de la masturbación.

Esta obra se relaciona con el placer femenino. ¿Qué tabúes considera que persisten en la sociedad sobre este tema?

Un montón de tabúes, como que las mujeres no se masturban. A estas alturas de la vida todavía escucho que, si nos masturbamos mucho, no vamos a experimentar placer cuando vayamos a estar con alguien, que nos va a salir pelos en las manos y que se va a disminuir nuestro deseo sexual hacia nuestra pareja (todos esos son mitos). Creo que el tabú más grande es hablar de esto, decir que las mujeres también sentimos incluso mucho más que los hombres, porque tenemos un órgano exclusivo para generar orgasmos (el clítoris), que tiene 8.000 terminaciones nerviosas (el doble que el pene); entonces por qué no se habla de eso. Dentro de la obra hay un personaje que se llama Ninfa (escogí ese nombre porque es medio ninfómana), quien se acuesta con todo el mundo: hombres y mujeres. Yo quise poner este personaje en el escenario porque existe un derecho fundamental: elegir las parejas con las que te quieras acostar y cuándo y cómo lo quieras hacer. No todos nacimos para estar en pareja, hay gente que nació para compartirse con todo el mundo y está bien. El problema es cuando empezamos a creer que todos debemos seguir el mismo comportamiento social. Lo lindo de la obra es que te muestra distintas posibilidades para llevar tu vida sexual sin juzgar ninguna.

Sí, se trata de ampliar el panorama y dejar de pensar que el mundo solo puede ser de la forma en que creemos que debería ser…

O que nos dijeron que tenía que ser.

Le recomendamos leer: Julián Ferreira : “La música no necesita ser rescatada ni requiere de un héroe”

¿Cómo le dijeron que debía ser el mundo en cuanto a la sexualidad?

Yo vengo de una familia clásica, más o menos conservadora, religiosa, de ciudad pequeña (soy de Pereira) y estudié en un colegio católico. Entonces, a mí me hicieron crecer con la idea de que uno nace para casarse, tener hijos y una familia (ya tengo cuarenta y tres años y no he hecho ninguna de las anteriores). Nunca me dijeron que podía valerme por mí misma, así que esperas volverte grande para poderte casar, esperas que un hombre se enamore de ti para que te dé el valor que mereces, pero no tiene ningún sentido; cómo le vamos a dar la responsabilidad a otra persona que sea quien venga y me enseñe, en mi propio cuerpo, qué es lo que me gusta. Yo crecí con esa mentalidad de la familia y de perder la virginidad hasta el matrimonio (obvio no pasó).

¿Y considera que hemos avanzado en la sociedad en cuanto a esos pensamientos?

Sí, pienso que estamos en un momento de transición muy importante; creo que la pandemia también ayudó a eso porque empezamos a hablar de inclusión, a hacer consciencia sobre el lenguaje. Más allá de hablar, por ejemplo, de “les otres”, me refiero a que muchas veces llegamos a un espacio en donde hay mujeres y un hombre, y hablamos de todos, pero por qué no hablamos de todas si la mayoría son mujeres. Pensar en el lenguaje también ha sido muy importante para nuestra sociedad y creo que estamos en esa transición. Eso no va a cambiar el mundo, pero nos hace pensar en que venimos repitiendo patrones y unas formas de comportarnos que son cosas aprendidas que quizás no van tanto con nosotros o que tienen un trasfondo que ya está caduco, que hay que repensar.

Pero más allá de modificar el lenguaje, se trata de que la persona trascienda el discurso, que lo lleve a la acción, sino no sirve de nada…

Estoy completamente de acuerdo contigo, eso no hace la diferencia fundamental, pero es una forma de hacer consciencia. Yo soy muy del lenguaje entonces ese camino me ha permitido hacerme preguntas, cuestionarme sobre cómo estoy viendo la vida (un camino de reflexión a través del lenguaje). Muchas personas dicen: “Aquí se usa el lenguaje inclusivo, pero qué pasa con el lenguaje sordo, con las personas en silla de ruedas” (realmente una inclusión implica un montón de minorías de las cuales no hemos sido conscientes hasta el momento, pero una discusión como el lenguaje nos hace pensar en eso). No creo que vayan a haber grandes cambios que podamos ver de aquí a que nos muramos, pero estamos en esa transición y seguramente nuestros hijos lo podrán vivir.

Le puede interesar: “Driver”, la depresión vista desde las tablas

Esta es una obra de teatro tipo cabaret. ¿Qué retos adicionales supone esto en comparación con un formato tradicional?

Todos. El cabaret implica que estés en contacto directo con el público y estamos hablando de sexo, entonces se trata no solo de romper la cuarta pared, sino también romper con los miedos del otro, porque cuando estás en un formato tradicional estás protegido (las paredes, tarimas y luces te separan del espectador), pero aquí incluso tenemos contacto físico con el público, momentos de improvisación en donde les preguntamos cosas a quienes quieran responder y no tenemos ni idea qué van a decir; siempre está el miedo de “con qué me van a salir o cómo resuelvo para no perder el hilo de la función”, pero esto nos mantiene con un alto nivel de atención.

¿Y por qué eligió este formato?

El lanzamiento de la obra se hizo en un bar de la 93 en medio del público (funcionó muy bien). En ese momento, di la bienvenida con una copa de vino, entonces la gente como que entró en calor y quiso participar (no esconderse en la oscuridad de un teatro). Entonces, en este tema, la confrontación con el público me pareció fundamental, porque no es lo mismo que escuches una charla de sexualidad a que te mire a los ojos y te diga: “¿Cuántos orgasmos has tenido hoy?”.

¿Por qué esta obra se presenta en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer?

Pienso que el amor propio es un escudo de defensa contra la violencia. En la medida en que me ame, me dé mi propio valor, no voy a permitir que otra persona me violente (o si llega a pasar no voy a permitir que siga sucediendo), porque tengo tan claro mi valor, quien soy, mi propio bienestar, que cuando se desequilibre por otra persona, fácilmente voy a decir: “Gracias, chao”. Ya no es esta cosa de antes de una pareja para toda la vida (pase lo que pase), como nos enseñaron por la religión y todo eso. Por millones de razones, una relación se puede desencadenar en una violencia, entonces, como la obra trabaja el amor propio y deja un mensaje contundente de empoderamiento femenino, la enmarco dentro del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer como una herramienta de prevención de violencias a futuro (sexuales, físicas y psicológicas).

Le invitamos a leer: Toxicómano: “El ser humano no es bueno o malo, es bueno y malo”

¿Por qué cree que es importante que los hombres también vean “El templo del placer”?

La obra habla de mujeres, de sexualidad femenina, explica las partes de la vulva y su función (se hace la aclaración de que la vagina no es la vulva, nosotras tenemos varias partes: vagina, uretra, clítoris, etc.). Luego, la sacerdotisa del templo (yo) tiene un monólogo en donde explica cómo tocar un clítoris para conseguir un orgasmo (hay imágenes sugestivas y una sinfonía orgásmica entre todo el elenco). Uno diría que les estamos enseñando a las mujeres a que se toquen a sí mismas, a que exploren y conozcan sus partes, pero quién no puede estar más interesado en conocer esa información que un hombre (más de uno se me ha acercado a decirme: “Yo creía que me las sabía todas” o incluso hay quienes me han dicho: “Yo sé que esto es para mujeres, pero me siento como ese personaje”).

¿Considera que la obra le ayudó a reflexionar sobre las relaciones y las formas de violencia que pueden presentarse en ellas?

Me ayudó a exorcizar, porque en algún momento también estuve en una situación similar (no de violencia física, sino más bien psicológica). Inicialmente no hice esta obra por mí, pero esto fue un proceso honesto de autoexploración, de amor propio, y luego dije: “Esto le puede servir a la gente”, y finalmente me di cuenta de que me estaba sanando a mí. Ahora, en estos momentos cuando empiezo una relación de pareja todo es distinto (suena muy egoísta, porque así nos lo hicieron ver, pero yo me pongo de primera, antes que nada, porque en la medida en que yo esté bien, puedo amar a mi pareja de una manera sana). Esa cosa del sacrificio, de dar de más para que el otro esté bien, es una mentira; si yo sacrifico para que el otro esté bien en algún momento se va a devolver.

La idea es que los dos estén bien…

Claro que sí, pero preocúpate por tu bienestar y en la medida en que estés bien, pues ayuda al otro. En mis charlas utilizo mucho esa metáfora del oxígeno en el avión: “Si estás acompañado de un menor de edad o de una persona mayor que no puede valerse por sí misma, ponte primero la máscara de oxígeno y luego ayuda a los demás”. Así mismo pasa con el amor: si tú mismo no te respetas, no te valoras y te amas es muy difícil compartir un amor honesto (si no entregas todo y sacrificas cosas para que el otro te quiera).

Le recomendamos leer: La sinfonía autóctona de los indígenas emberá chami en Colombia

Sí, porque pareciera que lo que se está buscando es aceptación del otro…

Esto suena feo, pero es casi como comprar el amor del otro. Otra cosa distinta es dar amor porque quiero, pero sin pasar nunca por encima de mi propio bienestar. Se trata de dar las cosas de manera honesta, no con un interés.

Danelys Vega Cardozo

Por Danelys Vega Cardozo

Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar