Mark Twain: pionero del realismo americano (Plumas transgresoras)
El escritor estadounidense, quien además trabajó como periodista varias veces, se convirtió en uno de los autores más celebrados de la literatura americana por sus libros juveniles y ensayos.
Mónica Acebedo
“Lo más lamentable es una turba; eso es lo que es un ejército: una turba; no luchan con el coraje que nace en ellos, sino con el coraje que se toma prestado de su masa y de sus oficiales. Pero una turba sin ningún hombre a la cabeza está debajo de la lástima”, Las aventuras de Huckleberry Finn
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“Lo más lamentable es una turba; eso es lo que es un ejército: una turba; no luchan con el coraje que nace en ellos, sino con el coraje que se toma prestado de su masa y de sus oficiales. Pero una turba sin ningún hombre a la cabeza está debajo de la lástima”, Las aventuras de Huckleberry Finn
Después de terminada la Guerra de Secesión (guerra civil estadounidense), Mark Twain introdujo un nuevo discurso en las letras americanas: una voz atrevida, desafiante, sonora y al mismo tiempo infantil. Se trata de una pluma transgresora y fundamental que inserta el humor, la cotidianeidad, los dichos coloquiales y, sobre todo, el folclor. Fue el pionero del realismo americano, ya que, a partir de directrices regionalistas, rompe con los esquemas del Romanticismo que todavía estaban presentes en la costa este, que aun expresaba tramas idealizadas, espirituales y sentimentales. Twain innovó con argumentos y descripciones de la vida del río Mississippi y sus alrededores y logró reunir en su obra los temas sociopolíticos del momento, como la problemática racial.
Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido como Mark Twain, nació el 30 de noviembre de 1835 en Florida, Misuri. Creció en una familia de siete hijos en Hannibal, pequeño pueblo a orillas del río Mississippi, en una época que la que la esclavitud era legal en el estado de Misuri. Su padre murió cuando él tenía doce años. En ese momento abandonó la escuela y se convirtió en aprendiz de impresor en un periódico de la región. Esta labor lo acercó a las letras y al periodismo. Más adelante trabajó para periódicos en Nueva York y Filadelfia. Después, obtuvo licencia como piloto de barco, con la intención de viajar. No obstante, el estallido de la guerra civil, en 1861, truncó su intención. Durante la guerra se trasladó al Oeste, donde tuvo varios trabajos en Nevada como minero y vivió varias aventuras en busca de oro. Trabajó también como periodista en San Francisco. En 1874 regresó al Este, se instaló en Connecticut y se dedicó a escribir. Escribió artículos, ensayos, novelas, relatos, libros de viaje, pero su mayor legado fueron las novelas juveniles: Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1884). En estas novelas Twain nos hace un retrato cuidadoso y realista de una parte de los Estados Unidos a través de la visión de unos niños llenos de problemas, sueños, cuestiones raciales, padres abusivos y violentos, entre otros temas. En su obra se dejan ver propias experiencias con la esclavitud, la pobreza y sus viajes a lo ancho de la nación americana. Murió el 21 de abril de 1910.
Ernest Hemingway afirmó que la literatura moderna de los Estados Unidos proviene de Huckleberry Finn, ya que el autor logra demostrar cómo la cultura dominante se inserta dentro del colectivo (asegura que fue a partir de esta construcción que escribió Nick Adams). En efecto, ese discurso presente en la novela tiene un enfoque narratológico novedoso; Huck es un niño sin educación que logra entender la esclavitud desde una perspectiva ambivalente entre su conciencia y su corazón. De hecho, una de las citas más contundentes en la literatura americana está, precisamente en Las aventuras de Huckleberry Finn, cuando el protagonista (un niño de trece años) escribe una carta en la que denuncia al esclavo Jim, que ha escapado. Sin embargo, después de varios días de compartir el viaje por el río con Jim, el niño se da cuenta de que es una persona normal, con necesidades y angustias igual que él. Él sabe que lo legal, ética, moral y religiosamente correcto, como le han enseñado, es denunciarlo, pero su fuero interior le dice otra cosa: “Lo tomé [el papel con la denuncia] y lo sostuve en mi mano. Estaba temblando porque tenía que decidir, para siempre, entre dos cosas, y lo sabía. Estudié un minuto, como aguantando la respiración, y luego me dije a mí mismo: ‘Está bien, entonces me iré al infierno’, y lo rompí”.
Se ha debatido en los estudios literarios si su mirada era racista o, por el contrario, lo que pretendía era ironizar o criticar la esclavitud o el clasismo, en una época marcada por racismo y pobreza. Me inclino por lo segundo y considero que la censura que se ha impuesto en las escuelas de algunos estados porque el libro no es políticamente correcto desde la perspectiva de género y raza se debe a una mirada anacrónica y salida de contexto. Además, aquella postura va en contra de una de las advertencias que hace el mismo autor al comienzo del libro: “Las personas que intenten encontrar un motivo en esta narración serán perseguidas, aquellas que intenten hallar una moraleja serán desterradas y las que traten de encontrar argumento serán fusiladas. Por orden del autor, el jefe de órdenes”.
En resumen, Mark Twain es un referente ineludible no solo de la literatura estadounidense, sino de las letras universales. En especial, sus novelas juveniles, llenas de humor, aventuras e innovación en el lenguaje, reflejan los cambios sociales, económicos y políticos que vivió Estados Unidos durante el convulso siglo XIX. Se convirtió, además en pionero de una narrativa juvenil que fue modelo de varias plumas posteriores.