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“Me han condenado al banco, pero al único banco donde realmente quiero poner mis bienes o mis males”, confesó el argentino, que dijo sentirse “conmocionado” ante este homenaje que da comienzo al festival Centroamérica Cuenta, que promueve el intercambio entre literatura de Latinoamérica y de España.
El cronista argentino, afincado en España, depositó su legado literario en la caja 959 de la cámara acorazada de la sede del Instituto Cervantes, que antes fue un banco y hoy atesora reliquias de cientos de escritores.
Entre ellos, el poeta español Miguel Hernández, cuya caja (1567), se encuentra hoy frente a la de Caparrós y a quien el argentino dedicó unas palabras: “Estar enfrente de Miguel Hernández en un lugar como este ya es mucho más de lo que podría haber esperado”.
Entre los objetos legados por Caparrós se encuentran dos ejemplares de Ñamérica, un disco duro y 12 libretas de “todos los primeros intentos de ir escribiendo el libro” y “cosas que no eran exactamente material de trabajo”, según explicó el escritor, que enfatizó que “si alguien alguna vez quisiera reconstruir semejante disparate, “ahí está todo”.
Caparrós, que inició su carrera periodística en 1973 como “el che pibe” (chico de los recados) en el desaparecido diario argentino ‘Noticias’, es también autor de varios libros entre los que, además de Ñamérica (2021), destacan El hambre (2014) y Lacrónica(2015).
«En las famosas pruebas Pisa… Ñamérica siempre queda mal. Digo: si Ñamérica tiene algún peso en la cultura global no es gracias a sus sistemas educativos si no a pesar de ellos. Esos sistemas educativos la ponen muy por debajo de la mitad.»
— Llamadme Ishmael (@bartleby2666) September 16, 2024
~Martín Caparrós, ‘Ñamérica’ pic.twitter.com/IwJ6IN5wPj
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, apuntó que muy cerca del legado de Caparrós se encuentra el del poeta argentino Juan Gelman, fallecido en 2014.
“Y me parece que durante todos los días y las noches va a decirte ‘che, pibe, no dejes de escribir porque no hace falta ponerse de pie ni para hablar ni para escribir’”, manifestó García Montero.