Mary Wollstonecraft: libertad y pensamiento
La escritora logró yuxtaponer la esencia de la filosofía liberal impuesta por la Revolución francesa a los derechos de la mujer y con ello ocupó un lugar fundamental tanto en la historia del feminismo como en de las letras universales.
Mónica Acebedo
Las mujeres han sido aisladas, por así decirlo. Y cuando se las ha despojado de las virtudes que visten a la humanidad, se las ha engalanado con gracias artificiales que les posibilitan ejercer una breve tiranía. Como el amor ocupa en su pecho el lugar de toda pasión más noble, su única ambición es ser hermosa para suscitar emociones en vez de inspirar respeto; y este deseo innoble, igual que el servilismo en las monarquías absolutas, destruye toda fortaleza de carácter”. Mary Wollstonecraft.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Las mujeres han sido aisladas, por así decirlo. Y cuando se las ha despojado de las virtudes que visten a la humanidad, se las ha engalanado con gracias artificiales que les posibilitan ejercer una breve tiranía. Como el amor ocupa en su pecho el lugar de toda pasión más noble, su única ambición es ser hermosa para suscitar emociones en vez de inspirar respeto; y este deseo innoble, igual que el servilismo en las monarquías absolutas, destruye toda fortaleza de carácter”. Mary Wollstonecraft.
“Con la publicación de Vindicación de los derechos de la mujer, en 1792, la británica Mary Wollstonecraft sentó las bases de los movimientos feministas liberales que estallaron muchos años después. Pero no la considero transgresora solo por este atrevido escrito, donde revisa los derechos humanos y la forma como la historia patriarcal ha desdeñado el intelecto de las mujeres, sino porque su vida misma rompió con los parámetros socioculturales establecidos, pues sostuvo relaciones abiertas con dos hombres, en medio de una sociedad muy conservadora, y, además, por lograr vivir de la literatura como mujer soltera y muy joven.
“Vindicación de los derechos de la mujer es una declaración de independencia de las mujeres a partir del concepto de libertad, recién adquirido de la Revolución francesa: “La libertad es la madre de la virtud y si por su misma constitución las mujeres son esclavas y no se les permite respirar el aire vigoroso de la libertad, deben languidecer por siempre y ser consideradas exóticas y hermosas imperfecciones de la naturaleza”.
Respeta a los hombres, pero no acepta ser objeto de su propiedad y exige ese mismo respeto: “Quiero al hombre como compañero; pero su cetro, real o usurpado, no se extiende hasta mí, a no ser que la razón de un individuo reclame mi homenaje; e incluso entonces la sumisión es a la razón y no al hombre”.
“El libro fue escrito en el preciso momento en el que la concientización de los derechos del hombre (entendido como genérico) estimulaba la revolución en Estados Unidos, sacudía al parlamento inglés y hacía tambalear las monarquías europeas. Asegura Miriam Brody en la introducción de la obra: “Wollstonecraft se atrevió a tomar la doctrina liberal de los derechos humanos inalienables, doctrina que enardecía a los patriotas de ambos lados del Atlántico, y asumir estos derechos para su propio sexo. Ninguna revuelta de mujeres siguió a la publicación de la Vindicación. De hecho, si así hubiera sido, la Vindicación de los derechos de la mujer pertenecería solo a los historiadores. En cambio, la tesis de Mary Wollstonecraft presenta un discurso similar al que la autora hubiera argumentado en el debate contemporáneo sobre los derechos de las mujeres” (A Vindication of the Rights of Women, Penguin Classics, p. xi, traducción libre).
“Afirma en su obra (también en sus novelas, cartas y poemas) que las mujeres son consideradas inferiores intelectualmente debido los patrones sociales preestablecidos, que, en vez de tratar de desarrollar su capacidad intelectual, las conminan a los papeles que la sociedad les asigna: “Si se educa a las mujeres para la dependencia —es decir, para actuar de acuerdo con la voluntad de otro ser falible y se somete al poder, recto o erróneo—, no será difícil probar que esas voluntades delegadas actuarán como los hombres sometidos por miedo y harán padecer a sus hijos y siervos su opresión tiránica”. La condición de la mujer está amarrada a la de los hombres. De hecho, la superioridad de los hombres depende de la subyugación de las mujeres. Además, según ella, el problema radica en las mismas mujeres, ya que ellas sienten que los hombres las honran con sus halagos de belleza y sumisión y, en cambio, no respetan su intelecto: “Las mujeres a menudo se vanaglorian de su debilidad, obteniendo con astucia poder al representar la debilidad de los hombres; pero la virtud se sacrifica a las satisfacciones temporales y la vida respetable al triunfo de una hora”.
“Nació el 27 de abril de 1759 en Londres, en el seno de una familia burguesa educada, pero que enfrentó problemas económicos y se mudó en diversas ocasiones. En 1782 murió su madre y ella tuvo que trabajar para sostener la familia. En 1775 se había hecho amiga de Fanny Blood, una mujer con quien viviría años después y con quien estableció en 1784 un colegio de intelectuales y una comunidad de escritores. Luego, en 1786 conoció a Joseph Johnson, editor y librero que la estimuló a escribir Reflexiones sobre la educación de las hijas, publicada en 1787. Por esa época se trasladó a Irlanda en calidad de institutriz de las hijas de lord Kingsborough. Regresó a Londres unos meses después para vivir de sus escritos. Empezó a traducir del francés artículos para la revista Analytical Review. En 1788 publicó Historias originales, que complementaba el Manual de comportamiento para jovencitas. En 1788 publicó la novela María.
“En 1790 salió a la luz la Vindicación de los derechos del hombre, como respuesta a Reflexiones sobre la revolución en Francia, publicación de Edmund Burke que atacaba la Revolución y, de paso, sostenía que la belleza de la mujer estaba asociada con su debilidad. Siguió con Vindicación de los derechos de la mujer, que afianzó su fama. Asimismo, fue autora de numerosos poemas, cartas y una novela que se publicó póstumamente. Se casó en 1796 con el filósofo William Godwin, con quien tuvo una hija, Mary Shelly (1797-1851), autora de Frankenstein o el moderno Prometeo (1818).
“Murió el 10 de septiembre de 1797, unos días después de haber dado a luz a su hija. Mary Wollstonecraft fue una de las grandes transgresoras de las letras y del pensamiento. Logró yuxtaponer la esencia de la filosofía liberal impuesta por la Revolución francesa a los derechos de la mujer y con ello ocupó un lugar fundamental tanto en la historia del feminismo como en de las letras universales.