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¿De dónde nació la necesidad o el impulso de hacer un mapeo mundial de compositoras?
Nace después de la reflexión, de darme cuenta de que no había conocido a ninguna referente, no había tenido a ninguna mujer en quien inspirarme, ni ninguna compositora, musicóloga, intérprete... Me di cuenta de esto durante la pandemia, en el confinamiento en nuestras casas por el covid-19, y ahí entendí que no podía cometer el mismo error que mis docentes habían tenido conmigo. Como profesora, tenía que poder aportar a mi alumnado la historia de la música de manera completa, incluyendo a todas esas mujeres que han sido invisibilizadas.
¿Tuvo que poner límites en la investigación? ¿Influyó esto en los criterios?
Tuve que limitar la investigación porque al final es un proyecto que estoy llevando a cabo yo sola. Entonces, es un mapa interactivo que contempla a compositoras, pero esas compositoras son de música de tradición escrita, de música académica, porque principalmente esa es mi especialidad. Luego, por otro lado, el otro requisito era que de todas y cada una de ellas pudiera aportar una grabación de su música, porque me interesa que el mapa tenga vida, sea sonoro, porque de esa manera el alumnado podrá tener una muestra sonora de lo que estas mujeres hicieron.
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¿Cómo fue el trabajo de encontrarlas?
Principalmente, empecé al principio por las compositoras europeas, porque lógicamente era lo que tenía más cerca, de mayor proximidad, tanto de publicaciones, fuentes bibliográficas a las que poder acudir y buscar información, pero luego me di cuenta de que no tenía información sobre compositoras de otras latitudes, por ejemplo de Latinoamérica. Entonces ahí fue muy importante la ayuda que recibí de colegas de todas partes del mundo. Hice un llamamiento en redes sociales y enseguida empezaron a escribirme desde Colombia, desde Chile y sobre todo desde Argentina, y esa ayuda ha sido imprescindible para poder completar el mapa de creadoras.
Cuando las encontró y tuvo el insumo para su clase, ¿a qué conclusión llegó frente a esa necesidad que la motivó a hacer este mapa?
La conclusión que saco es que da igual el punto geográfico en el que se hayan encontrado esas compositoras, que al final siempre encontramos cosas en común dentro de su historia, y esas cosas lamentablemente son cosas negativas, obstáculos que han tenido que superar para poder dedicarse profesionalmente a la composición. Después de estudiar sus vidas, vemos que han tenido muy pocos apoyos, lo han pasado muy mal, no se las tomaba en serio, esas compositoras no se han sentido seguras, no han tenido espacios seguros para poder estudiar y formarse académicamente para poder ser compositoras. Es algo sobre lo que reflexionar para poder cambiar el futuro.
El mapa se transformó para convertirse en una “playlist” y ahora está planeando un libro, ¿algo de esto estaba pronosticado cuando inició la investigación?
No, nada. Toda esta investigación realmente empezó por la playlist. Al principio solo quería aportar eso tanto a mi alumnado como a mis seguidores de las redes sociales, pero después de crear esa playlist con únicamente 100 compositoras, había tenido que leer mucho sobre ellas y sabía que debía inventarme otra cosa, algún recurso en el que además de escuchar su música, pudiéramos conocerlas a ellas. Ahí fue cuando nació el mapa, pero jamás me había imaginado que fuera a tener esa repercusión mundial y que a partir de ahí surgirían otras tantas cosas como escribir un libro, dar conferencias, impartir cursos de formación al profesorado, etc.
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Después de casi tres años de iniciada la investigación, ¿es complicado seguir actualizando el mapa? ¿Continúa haciéndolo sola?
No, nada complicado, porque es que afortunadamente cada vez encuentro más nombres de compositoras. Lo que es complicado para mí, que sigo haciéndolo sola, es encontrar tiempo para poder añadir a esas mujeres en el mapa, porque también se merecen tener esa representación, ya que es un proyecto que se está utilizando a nivel mundial. Lo complicado realmente es eso: llevar a cabo la tesis doctoral, trabajar en la docencia, escribir artículos, impartir conferencias y compaginar todo eso con esta labor que es totalmente desinteresada. Es todo inversión, por mi parte; no recibo nada a cambio.
¿Han aparecido instituciones interesadas en apoyar su trabajo?
No, se han interesado para compartirlo en redes sociales, incorporarlo en sus páginas web como un recurso útil que su alumnado puede utilizar para investigar sobre las mujeres en la música, pero desgraciadamente a ninguna de ellas se les ha ocurrido apoyarme, darme impulso institucional, financiero, para que ese proyecto continúe en el tiempo.
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¿Ha encontrado resistencia para hacer este ejercicio de investigar musicología con un enfoque feminista?
Sí que he encontrado alguna reticencia, porque al final lo que se pretende desde la musicología, desde una perspectiva de género, es cambiar una historia que ya lleva establecida y escrita en los libros durante siglos. Tratar de cambiar algo que tenemos tan asumido y arraigado como la historia de la música siempre crea disputa en algunos sectores más tradicionales o más arcaicos, podríamos decir. Esas resistencias me demuestran que tenemos que seguir por este camino, porque desde luego queda mucho todavía por hacer.