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Álvaro Restrepo: “Más que bailarines, me interesa formar a poetas del movimiento”

El director del Colegio del Cuerpo habló sobre los 25 años que cumplió la compañía y la obra “Dos volcanes y un laberinto”, que se presentó en el Festival Iberoamericano de Teatro.

Andrés Osorio Guillott
12 de abril de 2022 - 02:00 a. m.
Escena de "Dos volcanes y un laberinto", obra basada en los textos "El último rostro", de Álvaro Mutis, y "El general en su laberinto", de Gabriel García Márquez. / Festival Iberoamericano de Teatro
Escena de "Dos volcanes y un laberinto", obra basada en los textos "El último rostro", de Álvaro Mutis, y "El general en su laberinto", de Gabriel García Márquez. / Festival Iberoamericano de Teatro
Foto: Juan Diego Castillo
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Una ciudad intransitable, como él mismo lo dijo en un mensaje de Whatsapp, y un tráfico que empeoró no solo porque era hora pico, sino porque la lluvia empezaba a caer en Bogotá. Cualquiera pudo haber llegado molesto, con el estrés reflejado en el ceño fruncido, pero Álvaro Restrepo arribó con curiosidad y emoción al pequeño teatro ubicado en el quinto piso del edificio Ático, de la Universidad Javeriana, para el homenaje que iba a recibir el Colegio del Cuerpo por los 25 años de permanencia. De pantalón y gabán negro, dispuesto a hablar los minutos que el tiempo permitió antes de que empezara el evento sobre aquel reconocimiento y sobre Dos volcanes y un laberinto, obra que se presentó el pasado fin de semana en el Festiva lberoamericano de Teatro y que expresa en la danza las obras El último rostro, de Álvaro Mutis, y El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez.

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“Es un momento de empezar a hacer balances de lo que uno ha logrado, de lo que ha recorrido, de lo extraordinario que ha sido esta aventura con Marie France Delieuvin, socia, codirectora y cofundadora del Colegio del Cuerpo, y con tantos muchachos que han pasado por aquí, que han sido más de 9.000 en estos años, no todos para hacerse bailarines, afortunadamente, pero sí han entrado en contacto con la filosofía de lo que ha sido educar con y para la danza, con el arte para la paz y formar a ciudadanos de paz, con inclusión social, con el fin de propiciar la dignidad en comunidades desfavorecidas. Nos seguimos preparando para los próximos 25 años, y justamente en el teatro La Mama en Nueva York tendremos un homenaje para los 60 años del lugar, y así celebrar este trabajo. Miramos atrás con satisfacción y con convicción hacia el futuro”, dijo Álvaro Restrepo, mientras al lado había clases de teatro y los integrantes de la obra Dos volcanes y un laberinto se preparaban para ser parte del homenaje al Colegio del Cuerpo.

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Poco tiempo para hablar. Y es entonces el tiempo uno de los conceptos que más le interesan a Álvaro Restrepo. Presos de él y sujetos a lo que nos presenta a lo largo de la vida. Un maestro o un verdugo, quién sabe. “Hay algo que siempre me sorprende, y es que el cuerpo, después de tantos siglos de que la humanidad lo habite, o que sea un cuerpo, siga siendo un tema difícil de abordar, y de alguna manera ha estado de moda hablar de él en las últimas décadas. Todo el tema del culto al cuerpo, de la salud, que está muy bien que se haya dado esa conciencia y se hable de cómo vivir mejor con él, pero lo interesante -y tuve la intuición cuando creé esta compañía- era hablar, más que de la danza y el arte, de eso tan esencial que somos que es nuestro propio cuerpo, nuestra primera y última frontera, lo único que realmente poseemos y que nos posee a nosotros, ese vehículo de tránsito por esta vida, el lugar donde acontece la vida, un territorio. Hay tantas dimensiones del tema del cuerpo, sobre todo en su relación con el tiempo. Eso es algo que digo con frecuencia, y es que a veces me gustaría más llamarlo el Colegio del Tiempo, porque lo que tratamos de esculpir, de cuidar y de entender es nuestro tiempo, nuestro paso por este mundo y por la vida, quizá porque avanzo en él también es que me inquieta mucho esa noción del fin del cuerpo, el propósito que pueda tener. Cuando García Márquez leyó el proyecto en 1996, cuando fui a pedirle ayuda para crear esta institución, me dijo que el Colegio del Cuerpo es un nombre del carajo, parece el título de un libro de poemas, y ahí supe que estaba bien orientado. Más que bailarines, me interesa formar a poetas del movimiento”.

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Contrarreloj, hablamos de Dos volcanes y un laberinto, una obra que plasma en la danza dos textos de dos referentes de la literatura colombiana: El último rostro, de Álvaro Mutis, y El general en su laberinto, cuya dedicatoria es para el primer autor en mención y que fue escrito por Gabriel García Márquez. Simón Bolívar, la soledad del poder y dos historias que desentrañan a Simón Bolívar y, de paso, la amistad de los dos escritores que más de una vez leyeron los borradores de novelas que lograron acceder a otra especie de eternidad por su belleza. “La vida juntó a Mutis y a García Márquez, fueron mejores amigos, hermanos, cómplices. Ambos fueron maestros para el otro en muchos sentidos. No los estoy juntando, estoy celebrando esa amistad, esa complicidad tan profunda que hubo entre estos dos volcanes de la literatura colombiana. Había un texto que los juntaba, que los unía, y más el personaje y la fuerza de Simón Bolívar, que para los dos era una obsesión este hombre que encarnaba lo más complejo e intenso de la noción del poder y de la soledad que de allí se deriva, que es un tema que a los dos les fascinaba. El último rostro, que publicó Mutis, y que dio pie a El general en su laberinto, parece que él quería escribir una novela, de hecho, parece que lo hizo, era de 500 páginas, la quemó y solamente se conoce ese fragmento y Gabo le pide permiso para escribir esa historia y así logra la que para mí es la novela más profunda y bella. Yo creo que este homenaje reúne algo muy esencial de los dos, y sueño con que se haga una edición de ambos textos, porque creo que es la obra que sella esa amistad y complicidad”, contó Restrepo.

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“Nosotros hemos trabajado muchísimo a partir de la literatura, y me inicié en ese campo mucho antes que en la danza, entonces para mí la palabra o el verbo hecho carne, que se hace movimiento, imagen poética y escénica es algo que me interesa muchísimo. El cuerpo puede hablar de una manera abstracta, no literal. El cuerpo del bailarín está más relacionado con la poesía que con la narrativa o con el teatro, entonces no ha sido difícil, siempre ha sido natural, como lenguajes que están completamente emparentados: el de la danza, el del cuerpo, el de los símbolos y las metáforas. Ha sido siempre un tránsito muy orgánico”, concluye el director del Colegio del Cuerpo sobre la metamorfosis de la literatura a la danza, de esas transformaciones que logran resguardar la estética y el sentido de las artes.

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Pathos(78770)12 de abril de 2022 - 07:02 a. m.
Es un orgullo ser de un país q ha producido el encuentro maravilloso entre un poeta,un narrador y un bailarín entrelazados por la creación q revela lo más profundo del ser humano.Alvaro Restrepo recupera el lenguaje escrito de Mutis y García Márquez para transmutarlo en el lenguaje del cuerpo,unidos por la poesía,algo q nos dignifica como seres humanos.Felicitaciones por el cumpleaños de este extraordinariocentrodecreacionartistica
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