Más recuerdos de Luis Tejada en su centenario
Especial “Luis Tejada Cano: las pasiones de un cronista”: una reseña sobre la biografía que Víctor Bustamante escribió sobre el periodista, a propósito de los cien años de su muerte, que se cumplieron el pasado mes de septiembre.
Jorge Emilio Sierra Montoya (*)
Luis Tejada (1898-1924) llegó a Pereira con su familia, formada con los padres y una hermana, en 1913, cuando apenas tenía 15 años de edad. Así lo cuenta, con pelos y señales, la biografía que de él acaba de publicar, al cumplirse el centenario de su muerte en septiembre pasado, el escritor Víctor Bustamante, su paisano de Barbosa (Antioquia).
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Luis Tejada (1898-1924) llegó a Pereira con su familia, formada con los padres y una hermana, en 1913, cuando apenas tenía 15 años de edad. Así lo cuenta, con pelos y señales, la biografía que de él acaba de publicar, al cumplirse el centenario de su muerte en septiembre pasado, el escritor Víctor Bustamante, su paisano de Barbosa (Antioquia).
Pues bien, ahí, en tan voluminosa obra con más de 350 páginas, seguimos las huellas del papá, Benjamín Tejada Córdoba -¡Córdoba, el prócer, de quien aseguraba ser su pariente!-, un maestro y periodista, digno representante del liberalismo radical que venía desde el siglo XIX hasta Murillo Toro, siendo anticlerical y de izquierda, con rasgos socialistas, como decimos ahora.
Es claro, entonces, que su hijo Luis, quien luego se convertiría en el mejor cronista nacional desde las páginas de El Espectador, le siguió los pasos en tal sentido, especialmente por su espíritu rebelde, indomable, que se manifestó en la siguiente anécdota, narrada por el autor mencionado.
Una anécdota
El hecho es que Tejada terminó siendo periodista como su padre, quien dirigió acá, en la actual capital de Risaralda, una revista y un periódico, mientras fungía como rector del Instituto Murillo Toro, además de escribir en “El Martillo” de su cercano amigo Ignacio Torres Giraldo, comunista de tiempo completo, que llegaría a ser presidente y secretario general del Partido Comunista Colombiano en los años treinta.
Pues bien, cierto día, Torres Giraldo le pidió un artículo al joven Luis con motivo del fallecimiento, en mayo de 1917, del escritor uruguayo José Enrique Rodó, cuyo célebre ensayo “Ariel” era leído, con devoción, por la juventud hispanoamericana.
Y claro, Tejada lo escribió con seudónimo y fue publicado (al parecer, con rabia del tipógrafo por la letra y las numerosas correcciones del autor), aunque con un pequeño error que provocó su más enérgica protesta al no ser culpable de haberlo cometido.
Furioso, no volvió a escribir en aquel periódico.
“Modelo de pereza”
De Tejada, como era de esperarse, Torres Giraldo llegó a decir -según la cita correspondiente de Bustamante- que era “modelo de pereza”, que fumaba, bebía y se levantaba casi al mediodía, opinión que muestra, a las claras, la inquina que le tenía.
No obstante, algún talento le reconoció, al menos en cuestiones literarias, pues llegó a proponerle al papá que lo vinculara al Instituto para dar clases de gramática.
Sin embargo, su mal concepto sobre él se impuso de nuevo, pues el muchacho nunca dictó una sola clase, ni se dejó ver siquiera por el colegio, importándole un comino lo que dijera su padre.
“Es un modelo de pereza”, repetiría, con seguridad, el popular líder comunista que después pasaría a la historia.
Primeras crónicas
Por fortuna, Bustamante recoge en su obra una de las primeras crónicas de Tejada, realmente “juvenil e ingenua”, que publicó en “El Glóbulo Rojo” -¡Rojo, sí!-, otro periódico de Torres Giraldo.
En abril de 2017, Tejada hizo pública la segunda crónica, titulada “Los ojos misteriosos de Fifí”, y algún poema, entre otros, donde se burlaba de la tranquilidad pueblerina porque -explicaba, sin pudor- “paz y quietud / son un pecado de lesa juventud”, con rima perfecta.
No es de extrañar, por tanto, que en septiembre abandonara a Pereira para abrirse paso hacia Bogotá, donde alcanzaría la gloria.
Ésta es otra historia que luego podremos contar, gracias a la profunda y detallada investigación de Víctor Bustamante en su libro “Luis Tejada”, conmemorativo del primer centenario del gran cronista que murió muy temprano, en 1924, con solo 26 años encima.
(*) Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua