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                                                                                                                                Matar a un ruiseñor, más allá del racismo

                                                                                                                                A través de una encuesta realizada por The New York Times a sus lectores, se escogió la obra, merecedora del premio Pulitzer en 1961, como el “mejor libro” de los últimos 125 años.

                                                                                                                                Danelys Vega Cardozo

                                                                                                                                Periodista de El Magazín Cultural
                                                                                                                                Gregory Peck, el protagonista de la adaptación cinematográfica de “Matar a un ruiseñor”, fue elegido en 1999, por el Instituto Americano de Films, como uno de los más grandes actores de Hollywood.
                                                                                                                                Foto: AFP
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los habitantes de Maycomb, un pueblo ficticio, ubicado en Alabama, Estado Unidos, se encuentran en desacuerdo en que Atticus defienda a Robinson, ya que de antemano culpan a este hombre, al parecer, solo por ser “negro”. Lo condenan por el color que cubre su piel. Pero Atticus no cambia de decisión, no se deja llevar por las voces que hay a su alrededor; él sabe escuchar su propia voz. No le importa ser fiel a los demás, sino a él mismo. En pocas palabras, decide ser autentico. Sus convicciones lo guían; sus principios. Se gana “enemigos” a causa de ello, pero toma el riesgo. Le tiene sin cuidado que lo llamen “amante de negros”. Se aleja de los rumores y decide hacerse su propia idea. Deja los prejuicios a un lado. Se ocupa de lo esencial. Valentía. Coraje. Fortaleza. Todo eso en un solo personaje. ¿Clase de “ética”?... Sí. ¿Lecciones para la vida? Todavía más.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Pero no solo es Atticus el que tiene cosas por enseñar, existe un personaje que también se apodera de la historia. Se trata de Boo Radley. El vecino del que nadie sabe nada. Ese del que tanto se rumorea, pero que a la vez todos desconocen. El protagonista de las historias fantásticas que solo una mente plagada de imaginación puede crear. El “inadaptado”. El que hizo de su casa su refugio. Pero ese que “entra en acción” cuando uno más lo necesita. En esos momentos de vida o muerte. Porque Boo Radley salva a Scout y a Jem, los hijos de Atticus, de ser asesinados por Bob Ewell, el padre de Mayella, la mujer blanca que supuestamente había sido violada. Una invitación, nuevamente, a dejarse sorprender por el otro. A no dejarse llevar por aquello de las apariencias. Esas que poco dicen. Esas que tanto “engañan”. Esas que no salvan…Como sí lo hacen “las personas”.

                                                                                                                                Gracias a Atticus se demuestra la inocencia de Tom Robinson. Sin embargo, los jueces a sabiendas de la sociedad en la que se encuentran, una plagada de ideas racistas, deciden declarar culpable a Robinson. La justicia es inoperante. La justicia es para unos pocos. Un aspecto termina siendo lo relevante: el color de piel. Ese que te hace “libre” o te convierte en un “prisionero”. O ese que “define” si vives o mueres.

                                                                                                                                También, están los problemas de cualquier sociedad, pero que se acrecientan en esos sitios más pequeños: en los pueblos. Porque aunque en las urbes la miseria hace parte del paisaje en esos “otros lugares” la vista está repleta de aquello, aunque ni siquiera los habitantes se den cuenta de ello. Violencia estructural, como diría Johan Galtung.

                                                                                                                                Le invitamos a leer: La quema del año viejo, una tradición que no desaparece

                                                                                                                                Pleno siglo XXI. Año 2020. Un virus se expande sin parar. La gente muere. Se escuchan voces de cambio. Como si un virus fuera capaz de hacer reflexionar a las personas. Como si fuera un mal necesario. Necesario para cambiar. Pero en un lugar al que llaman “potencia”. Adornado con franjas blancas y rojas. Ocurre un hecho que da la vuelta al mundo. Claro, aparte de las muertes que registra a diario. Un hombre negro es asesinado. Deja de respirar. No aguanta la presión en su cuello, aunque logra luchar por ocho minutos y cuarenta y seis segundos. Un billete falso parece ser el causante. Tres policías son grabados. Los verdaderos culpables. Un movimiento iniciado en 2013 sale a las calles. Otros se les unen. “Black Lives Matter” (las vidas negras importan), se escucha por todas partes. I can’t breathe (no puedo respirar). Las últimas palabras de un muerto acompañan el lema.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                2021. “Matar a un ruiseñor” es elegido por los lectores de The New York Times como el mejor libro de los últimos 125 años. Dudas surgen. Y la respuesta obvia sería que todo es “moda”. Pero luego uno lee la obra y se da cuenta de los motivos detrás de la elección. “Las vidas negras importan, pero toda vida es valiosa”.

                                                                                                                                Sobre Matar a un ruiseñor y su autora

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Matar a un ruiseñor fue escrito por Harper Lee basándose en sus experiencias personales de infancia. Lee creció en Monroeville, Alabama, el Estado donde se desarrolla la obra. Su padre también era abogado, al igual que el protagonista. Era una amiga muy cercana del escritor y periodista Truman Capote; los dos crecieron en el mismo pueblo. Durante cincuenta y cinco años no se conoció otra novela de la escritora estadounidense, hasta que, en 2015, un año antes de su muerte, publicó “Ve y pon un centinela”, la secuela de “Matar a un ruiseñor”, aunque corresponde al primer borrador de esta obra.

                                                                                                                                Le invitamos a leer: Mirar a Colombia con un ‘rojo’ en la boca

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En 1962 la novela fue adaptada al cine. La película fue un éxito taquillero, llegó a recaudar más de 20 millones de dólares. Gregory Peck fue el encargado de darle vida a Atticus. Su actuación se hizo merecedora del Premio Oscar a mejor actor. El filme también se llevó los Oscar a mejor dirección artística y mejor guion adaptado. El largometraje recibió elogios positivos, incluso por parte de la propia Lee: “En la película el hombre y la pieza se encuentran... he tenido muchas, muchas ofertas para adaptar la obra a un musical, a la televisión o al teatro, pero siempre las he rechazado. Esa película fue una obra de arte”.

                                                                                                                                Gregory Peck, el protagonista de la adaptación cinematográfica de “Matar a un ruiseñor”, fue elegido en 1999, por el Instituto Americano de Films, como uno de los más grandes actores de Hollywood.
                                                                                                                                Foto: AFP
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los habitantes de Maycomb, un pueblo ficticio, ubicado en Alabama, Estado Unidos, se encuentran en desacuerdo en que Atticus defienda a Robinson, ya que de antemano culpan a este hombre, al parecer, solo por ser “negro”. Lo condenan por el color que cubre su piel. Pero Atticus no cambia de decisión, no se deja llevar por las voces que hay a su alrededor; él sabe escuchar su propia voz. No le importa ser fiel a los demás, sino a él mismo. En pocas palabras, decide ser autentico. Sus convicciones lo guían; sus principios. Se gana “enemigos” a causa de ello, pero toma el riesgo. Le tiene sin cuidado que lo llamen “amante de negros”. Se aleja de los rumores y decide hacerse su propia idea. Deja los prejuicios a un lado. Se ocupa de lo esencial. Valentía. Coraje. Fortaleza. Todo eso en un solo personaje. ¿Clase de “ética”?... Sí. ¿Lecciones para la vida? Todavía más.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Pero no solo es Atticus el que tiene cosas por enseñar, existe un personaje que también se apodera de la historia. Se trata de Boo Radley. El vecino del que nadie sabe nada. Ese del que tanto se rumorea, pero que a la vez todos desconocen. El protagonista de las historias fantásticas que solo una mente plagada de imaginación puede crear. El “inadaptado”. El que hizo de su casa su refugio. Pero ese que “entra en acción” cuando uno más lo necesita. En esos momentos de vida o muerte. Porque Boo Radley salva a Scout y a Jem, los hijos de Atticus, de ser asesinados por Bob Ewell, el padre de Mayella, la mujer blanca que supuestamente había sido violada. Una invitación, nuevamente, a dejarse sorprender por el otro. A no dejarse llevar por aquello de las apariencias. Esas que poco dicen. Esas que tanto “engañan”. Esas que no salvan…Como sí lo hacen “las personas”.

                                                                                                                                Gracias a Atticus se demuestra la inocencia de Tom Robinson. Sin embargo, los jueces a sabiendas de la sociedad en la que se encuentran, una plagada de ideas racistas, deciden declarar culpable a Robinson. La justicia es inoperante. La justicia es para unos pocos. Un aspecto termina siendo lo relevante: el color de piel. Ese que te hace “libre” o te convierte en un “prisionero”. O ese que “define” si vives o mueres.

                                                                                                                                También, están los problemas de cualquier sociedad, pero que se acrecientan en esos sitios más pequeños: en los pueblos. Porque aunque en las urbes la miseria hace parte del paisaje en esos “otros lugares” la vista está repleta de aquello, aunque ni siquiera los habitantes se den cuenta de ello. Violencia estructural, como diría Johan Galtung.

                                                                                                                                Le invitamos a leer: La quema del año viejo, una tradición que no desaparece

                                                                                                                                Pleno siglo XXI. Año 2020. Un virus se expande sin parar. La gente muere. Se escuchan voces de cambio. Como si un virus fuera capaz de hacer reflexionar a las personas. Como si fuera un mal necesario. Necesario para cambiar. Pero en un lugar al que llaman “potencia”. Adornado con franjas blancas y rojas. Ocurre un hecho que da la vuelta al mundo. Claro, aparte de las muertes que registra a diario. Un hombre negro es asesinado. Deja de respirar. No aguanta la presión en su cuello, aunque logra luchar por ocho minutos y cuarenta y seis segundos. Un billete falso parece ser el causante. Tres policías son grabados. Los verdaderos culpables. Un movimiento iniciado en 2013 sale a las calles. Otros se les unen. “Black Lives Matter” (las vidas negras importan), se escucha por todas partes. I can’t breathe (no puedo respirar). Las últimas palabras de un muerto acompañan el lema.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Sobre Matar a un ruiseñor y su autora

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le invitamos a leer: Mirar a Colombia con un ‘rojo’ en la boca

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En 1962 la novela fue adaptada al cine. La película fue un éxito taquillero, llegó a recaudar más de 20 millones de dólares. Gregory Peck fue el encargado de darle vida a Atticus. Su actuación se hizo merecedora del Premio Oscar a mejor actor. El filme también se llevó los Oscar a mejor dirección artística y mejor guion adaptado. El largometraje recibió elogios positivos, incluso por parte de la propia Lee: “En la película el hombre y la pieza se encuentran... he tenido muchas, muchas ofertas para adaptar la obra a un musical, a la televisión o al teatro, pero siempre las he rechazado. Esa película fue una obra de arte”.

                                                                                                                                Por Danelys Vega Cardozo

                                                                                                                                Comunicadora social y periodista de la Universidad de La Sabana con énfasis en periodismo internacional y comunicación política, y un diplomado en comunicación y periodismo de moda. Perteneció al semillero de investigación Acción social y Comunidades, bajo el proyecto Educaré.danelys_vegadvega@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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