Mateo de Mossaico: “Tu presente es lo que te creíste de ti mismo”
Mateo de Mossaico dice que el cine fue el que le “enseñó a vivir”. Ha dirigido unos 17 cortometrajes, fue teatrero y ahora escribe libros. Se describe como un “artista en bancarrota”. En sus redes sociales, además del arte, se destaca por sus ideas sobre el sentido de la vida.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Al escribir Mateo de Mossaico, en Google, figura como director de cine. Y sí, ha dirigido 17 cortometrajes como Mango, Zurto y Cómo un espectador sin show espectó un show de espectadores, entre otros. A los 14 años ya estaba haciendo películas y antes, muchos años antes, soñaba con ser actor, pero en Cartagena, donde vivió durante 18 años, nunca encontró un lugar en el que sintiera que podía explorar su anhelo. “Ninguna de las películas que se hacían en Cartagena eran como las que yo veía en el cine, así que tuve que aprender a hacer grandes películas para poder actuar en ellas”.
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Al escribir Mateo de Mossaico, en Google, figura como director de cine. Y sí, ha dirigido 17 cortometrajes como Mango, Zurto y Cómo un espectador sin show espectó un show de espectadores, entre otros. A los 14 años ya estaba haciendo películas y antes, muchos años antes, soñaba con ser actor, pero en Cartagena, donde vivió durante 18 años, nunca encontró un lugar en el que sintiera que podía explorar su anhelo. “Ninguna de las películas que se hacían en Cartagena eran como las que yo veía en el cine, así que tuve que aprender a hacer grandes películas para poder actuar en ellas”.
Según él, hizo muchas cosas antes de tiempo. O antes del tiempo que le habían sugerido. Ha vivido rápido y la consecuencia de su precocidad es que sus estándares, los que él se impone, se tornan muy altos. Ahora, cuando tiene 24 años, dice que todos sus problemas tienen que ver, justamente, con su futuro, que es “prometedor”. “No hay nada que pese más que una promesa, sobre todo cuando uno no cuenta con uno mismo: tienes que hacer que tu versión presente se esfuerce para que la promesa se cumpla. Y tienes que hacer eso todos los días”, dice Mossaico.
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Es un adicto a los comienzos, por eso no termina nada. Dice que, por ejemplo, cada desamor es una muerte: en menos de tres años, se ha muerto 20 veces. Pero las penas de amor son una consecuencia de algo más profundo. A él lo que le gustan son los principios. Durante la entrevista para este texto, que además contestó por la creencia de que “todo el que es infeliz debería ser entrevistado”, contó que estaba trabajando en un proyecto de siete libros cortos, pero que solo tiene un borrador del primer libro. Un borrador que no le gusta.
Dice que lo único bueno de él son los demás. Que por eso ahora se llama Mateo de Mossaico: quiere que cuando lo mencionen no hablen de él, sino de todos los que lo crearon o contribuyeron a su creación. Se describe como un restaurante: los platos que se comen, los que ofrece, son las personas que lo rodean. Él solo es “un estafador que une gente”. Así lo dice. También se describe como un artista en bancarrota. Un creador que, además de no tener plata, no tiene obra. Aunque segundos después de decir esto, se arrepintió: no es que no tenga obra, es que la que tiene sigue en una primera fase. Por eso lo de los comienzos, lo de volver a empezar.
“El mundo todavía no conoce mi obra; mejor digámoslo así”, comenta. Pero no es tan cierto. Mateo de Mossaico es el protagonista de este texto por una reciente modalidad de la fama: los influenciadores. Podría decirse que también es famoso por ser el sobrino de Catalina Aristizábal, pero al leer los comentarios de sus publicaciones, queda claro que sus fans no lo buscan por su reconocimiento o visibilidad, sino por sus ideas y mensajes.
Hace poco publicó un reel. En la descripción dice: “Mira este video siempre que quieras reclamar”. Alguien le pregunta: ¿Qué opina Mossaico de los reclamos? Y él, vestido de colores blancos y negros y con un collar de perlas que adorna su cuello, contesta: “Ni siquiera puedes cambiar tú de acuerdo a tus intereses, cómo imaginas acaso que otro va a conseguirlo. Tanto exiges en esa relación, pero tan poco en tu vida. Date cuenta de que ni siquiera tú mismo eres lo que tú quieres, y primero intenta hacerlo tú. Te aseguro una mayor victoria. Cada vez que quieras reclamar, reclámate”.
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Las personas acuden a él porque, a pesar de que no es un terapeuta, ni una figura dulce ni suave que da consejos considerados, estremece. Inspira.
Cuando le dije esto, sonrió y dijo: “Mira, yo te voy a confesar algo, en el principio Dios creó el cielo y la tierra y al final separó la luz de las tinieblas. Yo estoy lleno de tinieblas. Yo no hablo de la luz como alguien que vive en ella, sino como alguien que está en una cárcel. Yo hablo de la luz como quien no la tiene. No hay nadie mejor y más apto en el mundo para hablar de la libertad que un preso. Los que hablamos de la vida es porque no la entendemos, porque estamos en problemas. Yo creo que Jesucristo estaba emproblemado. Y yo tengo demasiadas tinieblas, tantas que muchas veces me da miedo exponer al mundo lo que hay en mí. Por eso nunca ha salido mi libro, por eso no salen ni la mitad de los videos que grabo o que me imagino, por eso se acabó 90 Noches en Bogotá (un pódcast que se terminó intempestivamente), por eso todo lo que empiezo no lo termino: estoy rodeado de espíritus malignos que me quitan la capacidad de sacar mis cosas al mundo”.
¿Y cómo se ven esos espíritus? ¿Cómo se sienten?
Sientes que todo lo que haces es una mierda. Yo solo soy yo mismo y vivo de mí mismo, pero es terrible. Dicen que yo estoy hecho para desobedecer, para ser rebelde. Y eso suena muy bien, pero el mayor problema es que eso no es solo para los demás. Yo también me desobedezco a mí mismo. Yo por eso es que no cuento conmigo. Mi única cualidad que me podría diferenciar de los otros que también están en las tinieblas es que yo, realmente, sé que soy una mierda. De hecho, todos lo somos.
Pero uno cómo hace para crear desde esa convicción. ¿Cómo hacer de la vida un terreno fértil si, según usted, se trata de creer que todo está mal? Que todo en uno mismo, en la condición humana, está roto…
Todos hemos brillado alguna vez y todos hemos como perdido el brillo. Y es que siendo consciente de lo que te acabo de decir, uno consigue eso. Volver a los tiempos de gracia.
¿Cómo?
A través de la ficción y las mentiras.
¿Cómo es eso? Suena a que uno debería contarse historias ficticias sobre la vida y sobre sí mismo…
Lo que pasa es que todos somos una historia ficticia. Todos somos un cuento. Tal vez sí hay algo que cambiar: el cuento.
¿Cómo?
Mintiendo.
¿Mintiéndose a sí mismo o a los demás?
A todos. A todo el mundo. Uno llega a este mundo como un bebé. Uno no era nada de lo que ya es, pero comienza a convertirse en lo que lo rodea al crecer. Y a uno le dijeron unas cosas sobre el mundo y sobre uno. Y uno las creyó. Ese es tu presente: lo que te creíste que te dijeron de ti mismo. Lo que te cuentas de ti. Lo que les dices a los demás.
¿Y uno cómo hace para creerse sus propias mentiras? Si uno sabe que está mintiendo…
Sosteniendo esa mentira. Al principio cuesta, pero eso que uno se creyó, ocurrió por repetición. Como los músculos.
Usted se describe como un artista. Como un creador en bancarrota que, además, tiene la capacidad de decir y crear guiones o ideas muy seductoras sobre algo que desconoce, que es la felicidad o el sentido de la vida. ¿Cómo crea? Si usted habla de sí mismo como alguien muy inseguro que, además, no ha podido creerse algunas mentiras que se ha dicho para transformarse…
Hay cosas de las que es muy difícil salir. No he podido ser mejor novio, por ejemplo. Tampoco he logrado escribir libros.
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Mossaico sabe que tiene un poder de influencia. Sabe que es un creador, pero reconoce que sufre. Con su padecimiento intenta conformar su obra. Confiesa que no es feliz porque si lo fuera, no hablaría de felicidad. Habla de su llegada al mundo y al núcleo familiar que le tocó, como lo que es: una cuestión de azar. O una cuestión en la que él no tuvo agencia. Una obviedad que a muchas personas, según él, no les parece tan obvia: no hay ningún mérito en llegar a este mundo ni tampoco en irse. Por eso no le da miedo morirse, pero asegura que tiene una deuda con la vida: “Tener muchos pensamientos es comenzar a acumular una deuda con la vida. Te la pasas en otro lugar o adentro de ti: si debería, no debería. ¿Es el momento correcto? No. Sí. No sé. Sol, Luna, Sol, Luna. Amanecer, anochecer. Y no sales de ahí. Yo ahora hago estos videos y creo a través de estos canales para pagar esa deuda”, dice.
Está convencido de la que, para él, es la mentira más importante que todo el mundo debería creerse, “así como la religión”: el universo no ve los pensamientos. “Tú podrás decir en tu mente lo que quieras, pero nadie se da cuenta. Hay que pensar en el universo como si fuera una persona externa que te mira y que solo puede ver lo que haces. Tú no eres lo que piensas, eres lo que haces. Por lo tanto, el universo solo corresponderá a lo que hagas con tu máquina”.