Mauricio Gómez, el hombre que partió sabiendo “menos” y no “más”
Este viernes, el periodista falleció a sus 73 años. Hoy recordamos al también abogado y escritor, hijo del excandidato presidencial Álvaro Gómez Hurtado.
Danelys Vega Cardozo
Un hombre polifacético, así se podría definir a Mauricio Gómez Escobar. Ese que fue periodista, pero también abogado, escritor y hasta artista plástico. El mismo que perdió a su padre, Álvaro Gómez Hurtado, en 1995, a causa de un asesinato, ese que fue declarado crimen de lesa humanidad desde hace cinco años. La misma suerte que pudo correr él, pero de la que se salvó.
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Un hombre polifacético, así se podría definir a Mauricio Gómez Escobar. Ese que fue periodista, pero también abogado, escritor y hasta artista plástico. El mismo que perdió a su padre, Álvaro Gómez Hurtado, en 1995, a causa de un asesinato, ese que fue declarado crimen de lesa humanidad desde hace cinco años. La misma suerte que pudo correr él, pero de la que se salvó.
Era el año 1988, para esa época Gómez Escobar se encontraba dirigiendo el Noticiero 24 Horas, entonces un día llegó su padre a las instalaciones de aquel medio para darle un aviso: tenía que abandonar el país si quería seguir con vida. Durante aquellos años estaba de “moda” que Pablo Escobar secuestrara hijos de políticos. La “suerte” que corrió Andrés Pastrana, entre otros, y que ahora también podría alcanzar al periodista, quien al parecer se encontraba en una lista de posibles secuestrables.
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Se fue a vivir a Estados Unidos, pero el periodismo no lo abandonó, porque estando allí trabajó en Univisión y CNN. Hasta que un día de 1992 recibió un llamado artístico, y de la Estatua de la Libertad pasó a la Torre Eiffel. Ahora se encontraba en la capital parisina tomando clases de escultura, dibujo y pintura. Ni siquiera una tendinitis que le diagnosticaron en la mano derecha hizo que abandonara su pasión por el arte: aprendió a pintar solo con la mano izquierda.
Pero dirían por ahí que el hijo pródigo siempre vuelve a casa, y así lo hizo Mauricio Gómez 17 años después de su partida. A su regreso al país continuó ejerciendo la misma labor que antes: la de periodista, aunque esta vez tenía un nuevo medio al cual responder: CM&. El camino ahí lo emprendió como reportero, luego como presentador y en 2006 como cronista, y unos años después como director del programa 8 treinta, ese que era presentado por Yamit Amat y Julieta Piñeres. El mismo que les daba relevancia más a las historias que a las noticias, en donde la agenda mediática poco o nada tenía de importancia.
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En 2008 se le dio por dirigir el documental ¡Colombia viveǃ, emitido por Caracol Televisión. En tres horas y 20 minutos quedaron condensados 25 años de historia del país, esos que iban de 1982 a 2007, tiempos de amargura y felicidad en una pantalla. “La euforia”, “El terror”, “La lucha”, “La confusión”, “La ilusión”, La ansiedad” y “La alegría, esos eran los nombres de los episodios… La realidad de Colombia, al fin de cuentas. Diez años después terminó colaborando para ese mismo canal, donde se dedicó a realizar reportajes para Caracol Noticias.
Y en medio de todo hasta el tiempo le alcanzó para escribir, para eternizar sus memorias. Y entonces todas esas vivencias que había recorrido como reportero las plasmó en su libro Crónicas, ese que está dividido en tres apartados, aquellos centrados en política, economía, patrimonio, recursos naturales, violencia, conflicto y guerra. Decía Mauricio Gómez que, a diferencia de la noticia, la crónica da espacio para una mayor investigación, “a medida que uno investiga se da cuenta de que uno sabe menos y no más”.