Mauricio Rodríguez: “Los líderes sociales son los verdaderos héroes de Colombia”
A propósito del lanzamiento de su nuevo libro, “Liderazgo”, el periodista y académico colombiano habló sobre el origen del texto y su interés por esta área a lo largo de su vida.
Andrea Jaramillo Caro
¿Cómo surgió la idea para este libro?
He sido profesor universitario durante 40 años, pero durante los últimos 11 me he concentrado en el tema del liderazgo. Sobre esto también he escrito muchos artículos, he realizado un programa enfocado en esto en RCN y he entrevistado a centenares de líderes de Colombia. Hace 10 años decidí empezar a publicar en mi cuenta X aforismos de grandes pensadores de la historia, pero también empecé a incluir algunos míos, algunas reflexiones de experiencia personal y profesional. En un momento dado vi que ya tenía suficientes propios para publicar un libro con 500 de ellos, producto de todas esas experiencias en distintos campos. Con el libro quise darles a los líderes y lideresas de Colombia ideas, reflexiones, sugerencias y consejos prácticos para enriquecer y fortalecer su liderazgo en cualquier nivel, en cualquier actividad y para cualquier persona.
¿Por qué aforismos?
Porque desde niño me han encantado. Mi abuelo, José Urbano Múnera, abogado y periodista, tenía la costumbre de recortar los aforismos que publicaban los periódicos en Antioquia. Desde muy niño leí esos aforismos y me llamaba mucho la atención la capacidad de expresar algo con sabiduría, belleza y contundencia en muy pocas palabras. Me volví buen lector de aforismos y tengo cientos de libros sobre estos. Me atreví a empezar a escribir algunos, perdí la vergüenza y decidí publicarlos con la esperanza de que les lleguen a muchas personas y sirvan para fortalecer su liderazgo en un país sediento de nuevas formas de acercarse a este concepto.
¿Cómo fue su primera aproximación al liderazgo?
Mi interés por este tema surgió cuando tenía 15 años. Mi padre me regaló una biografía que me impactó mucho cuando estaba en tercero de bachillerato, en el Colegio San Carlos. Con ella me di cuenta del poder del liderazgo y de lo que se puede hacer cuando está bien aplicado. Desde entonces, he leído mucho sobre líderes y lideresas de Colombia y el mundo, de esta y otras épocas. Así construí mi biblioteca y por eso terminé siendo profesor de liderazgo.
¿Cómo desarrolló su gusto por este tema?
Me empezó la curiosidad por el trabajo académico y periodístico sobre liderazgo a los 15 con esa lectura, pero mi interés por el liderazgo fue inculcado por mis padres y, entre otras, el libro está dedicado a ellos, porque creo que los padres y las madres de todos son nuestros primeros y mejores maestros de liderazgo y no con cantaleta ni con regaños, sino con sus comportamientos. Esa es la única manera de enseñar: a través del ejemplo. Esto lo he podido comprobar en las muchas entrevistas que he hecho, porque cuando les he preguntado a mis entrevistados por los orígenes de sus pasiones, en el 95 % de los casos tuvieron que ver con los padres o familiares. Otra fuente de la que nació este interés fue gracias a mi padrino de nacimiento, Belisario Betancur, quien fue mi gran mentor y me introdujo al mundo del periodismo y la academia. Crecí en un entorno en el que los libros eran muy apreciados y sé que estos son grandes formadores, han sido mi tesoro desde muy niño.
¿Cuál es su definición de liderazgo?
Para mí, el mejor significado de esta palabra es el que dice que liderar es servir, es dejar una huella, es hacer un aporte al bienestar de una comunidad, de una sociedad, de un país, del planeta. Creo que todos podemos y debemos aprender habilidades y cualidades del liderazgo. No creo que los líderes sean una élite seleccionada por la divina Providencia para guiar a los demás mortales a través del desierto hacia la tierra prometida. Yo creo que esa visión mesiánica del liderazgo es anacrónica y nociva, porque esos líderes, hombres y mujeres, se aferran al poder y están más interesados en figurar que en servir. Están pensando más en su poder, prestigio, dinero o fama que en dejar una huella y un legado positivo. Para mí siempre el liderazgo tiene una connotación positiva. Hay muchas formas de ejercerlo, no solo en la cúpula, sino en cualquier nivel de una organización. De esta forma se deja huella, sea grande o pequeña, pero es la sumatoria de estas lo que hace que las naciones prosperen mediante lo que llamo el liderazgo colectivo.
¿A qué tipo de líderes admira?
A los líderes sociales, por encima de cualquier político, empresario, periodista, académico o científico; son esos hombres y mujeres de los 32 departamentos de Colombia, que conozco muy bien porque viajo mucho y hago trabajo de liderazgo con ellos. Son la máxima expresión de liderazgo, de verdadero servicio a la comunidad, desinteresado y anónimo. Son personas con una gran resiliencia, que es una cualidad importante del liderazgo. Son cientos de líderes luchando contra la adversidad y son los mejores ejemplos que he encontrado. Son los héroes de Colombia. Este país no se ha derrumbado, a pesar de tantos problemas, gracias a los líderes y lideresas sociales que mantienen ese tejido social.
Contó que ha sido profesor durante 40 años, ¿qué le han dejado sus estudiantes?
Es por ellos que llevo tanto tiempo en esto. Aunque es cierto que les he enseñado muchas cosas, yo también he aprendido demasiado de ellos y por eso sigo siendo profesor y lo disfruto enormemente, a pesar de que es una actividad muy mal remunerada. Disfruto enormemente compartir y así ejerzo mi liderazgo, mi manera de servir es compartir lo que he aprendido. He sido un privilegiado de la vida, he tenido unas oportunidades extraordinarias en mi vida, entonces quiero compartirlo con los estudiantes y aprender qué piensan de la política, de la economía, de lo social, de la tecnología, de todos los temas. He aprendido mucho de mis estudiantes y mirando a los de hace 40 años, con respecto a los de hoy, mis estudiantes son mejores personas que hace 40 años, son mejores seres humanos, más solidarios, sensibles, empáticos, conscientes de sus privilegios y de sus responsabilidades, irreverentes en el buen sentido de la palabra de cuestionar a las vacas sagradas y los dogmas y el orden establecido y las autoridades formales y eso me parece maravilloso. Por eso soy optimista sobre el futuro del país, porque veo no solamente a mis estudiantes, sino la gente joven que no se resigna a aceptar las cosas tal cual.
¿Cómo surgió la idea para este libro?
He sido profesor universitario durante 40 años, pero durante los últimos 11 me he concentrado en el tema del liderazgo. Sobre esto también he escrito muchos artículos, he realizado un programa enfocado en esto en RCN y he entrevistado a centenares de líderes de Colombia. Hace 10 años decidí empezar a publicar en mi cuenta X aforismos de grandes pensadores de la historia, pero también empecé a incluir algunos míos, algunas reflexiones de experiencia personal y profesional. En un momento dado vi que ya tenía suficientes propios para publicar un libro con 500 de ellos, producto de todas esas experiencias en distintos campos. Con el libro quise darles a los líderes y lideresas de Colombia ideas, reflexiones, sugerencias y consejos prácticos para enriquecer y fortalecer su liderazgo en cualquier nivel, en cualquier actividad y para cualquier persona.
¿Por qué aforismos?
Porque desde niño me han encantado. Mi abuelo, José Urbano Múnera, abogado y periodista, tenía la costumbre de recortar los aforismos que publicaban los periódicos en Antioquia. Desde muy niño leí esos aforismos y me llamaba mucho la atención la capacidad de expresar algo con sabiduría, belleza y contundencia en muy pocas palabras. Me volví buen lector de aforismos y tengo cientos de libros sobre estos. Me atreví a empezar a escribir algunos, perdí la vergüenza y decidí publicarlos con la esperanza de que les lleguen a muchas personas y sirvan para fortalecer su liderazgo en un país sediento de nuevas formas de acercarse a este concepto.
¿Cómo fue su primera aproximación al liderazgo?
Mi interés por este tema surgió cuando tenía 15 años. Mi padre me regaló una biografía que me impactó mucho cuando estaba en tercero de bachillerato, en el Colegio San Carlos. Con ella me di cuenta del poder del liderazgo y de lo que se puede hacer cuando está bien aplicado. Desde entonces, he leído mucho sobre líderes y lideresas de Colombia y el mundo, de esta y otras épocas. Así construí mi biblioteca y por eso terminé siendo profesor de liderazgo.
¿Cómo desarrolló su gusto por este tema?
Me empezó la curiosidad por el trabajo académico y periodístico sobre liderazgo a los 15 con esa lectura, pero mi interés por el liderazgo fue inculcado por mis padres y, entre otras, el libro está dedicado a ellos, porque creo que los padres y las madres de todos son nuestros primeros y mejores maestros de liderazgo y no con cantaleta ni con regaños, sino con sus comportamientos. Esa es la única manera de enseñar: a través del ejemplo. Esto lo he podido comprobar en las muchas entrevistas que he hecho, porque cuando les he preguntado a mis entrevistados por los orígenes de sus pasiones, en el 95 % de los casos tuvieron que ver con los padres o familiares. Otra fuente de la que nació este interés fue gracias a mi padrino de nacimiento, Belisario Betancur, quien fue mi gran mentor y me introdujo al mundo del periodismo y la academia. Crecí en un entorno en el que los libros eran muy apreciados y sé que estos son grandes formadores, han sido mi tesoro desde muy niño.
¿Cuál es su definición de liderazgo?
Para mí, el mejor significado de esta palabra es el que dice que liderar es servir, es dejar una huella, es hacer un aporte al bienestar de una comunidad, de una sociedad, de un país, del planeta. Creo que todos podemos y debemos aprender habilidades y cualidades del liderazgo. No creo que los líderes sean una élite seleccionada por la divina Providencia para guiar a los demás mortales a través del desierto hacia la tierra prometida. Yo creo que esa visión mesiánica del liderazgo es anacrónica y nociva, porque esos líderes, hombres y mujeres, se aferran al poder y están más interesados en figurar que en servir. Están pensando más en su poder, prestigio, dinero o fama que en dejar una huella y un legado positivo. Para mí siempre el liderazgo tiene una connotación positiva. Hay muchas formas de ejercerlo, no solo en la cúpula, sino en cualquier nivel de una organización. De esta forma se deja huella, sea grande o pequeña, pero es la sumatoria de estas lo que hace que las naciones prosperen mediante lo que llamo el liderazgo colectivo.
¿A qué tipo de líderes admira?
A los líderes sociales, por encima de cualquier político, empresario, periodista, académico o científico; son esos hombres y mujeres de los 32 departamentos de Colombia, que conozco muy bien porque viajo mucho y hago trabajo de liderazgo con ellos. Son la máxima expresión de liderazgo, de verdadero servicio a la comunidad, desinteresado y anónimo. Son personas con una gran resiliencia, que es una cualidad importante del liderazgo. Son cientos de líderes luchando contra la adversidad y son los mejores ejemplos que he encontrado. Son los héroes de Colombia. Este país no se ha derrumbado, a pesar de tantos problemas, gracias a los líderes y lideresas sociales que mantienen ese tejido social.
Contó que ha sido profesor durante 40 años, ¿qué le han dejado sus estudiantes?
Es por ellos que llevo tanto tiempo en esto. Aunque es cierto que les he enseñado muchas cosas, yo también he aprendido demasiado de ellos y por eso sigo siendo profesor y lo disfruto enormemente, a pesar de que es una actividad muy mal remunerada. Disfruto enormemente compartir y así ejerzo mi liderazgo, mi manera de servir es compartir lo que he aprendido. He sido un privilegiado de la vida, he tenido unas oportunidades extraordinarias en mi vida, entonces quiero compartirlo con los estudiantes y aprender qué piensan de la política, de la economía, de lo social, de la tecnología, de todos los temas. He aprendido mucho de mis estudiantes y mirando a los de hace 40 años, con respecto a los de hoy, mis estudiantes son mejores personas que hace 40 años, son mejores seres humanos, más solidarios, sensibles, empáticos, conscientes de sus privilegios y de sus responsabilidades, irreverentes en el buen sentido de la palabra de cuestionar a las vacas sagradas y los dogmas y el orden establecido y las autoridades formales y eso me parece maravilloso. Por eso soy optimista sobre el futuro del país, porque veo no solamente a mis estudiantes, sino la gente joven que no se resigna a aceptar las cosas tal cual.