El oficio de la memoria
“Max Ojeda, El Oficio de la Memoria,” es una obra que recoge la trayectoria y las reflexiones del arquitecto bogotano, quien ha dedicado su carrera a la restauración de importantes edificaciones patrimoniales en Colombia, como el Teatro Colón y la Quinta de Bolívar.
Gabriel Hernández
La cuestión de por qué esperar hasta el final de la vida o de la carrera profesional para compartir las experiencias adquiridas en el transcurso de una vida laboral, fue un interrogante que surgió en la mente de Max Ojeda en 2011, durante el lanzamiento de un libro sobre la obra de un distinguido colega. Esta reflexión motivó al arquitecto bogotano, nacido en 1954, graduado de la Universidad de América y con una maestría en restauración de la Universidad Javeriana, a planear la publicación de una selección de trabajos en los que había participado a lo largo de su carrera.
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La cuestión de por qué esperar hasta el final de la vida o de la carrera profesional para compartir las experiencias adquiridas en el transcurso de una vida laboral, fue un interrogante que surgió en la mente de Max Ojeda en 2011, durante el lanzamiento de un libro sobre la obra de un distinguido colega. Esta reflexión motivó al arquitecto bogotano, nacido en 1954, graduado de la Universidad de América y con una maestría en restauración de la Universidad Javeriana, a planear la publicación de una selección de trabajos en los que había participado a lo largo de su carrera.
El listado de obras a incluir en el libro no era modesto. Involucraba 60 proyectos emblemáticos del patrimonio arquitectónico colombiano, entre los que se encontraban joyas como el Teatro Colón, la Quinta de Bolívar, el Capitolio Nacional y el Palacio Cardenalicio, ubicados en el centro histórico de Bogotá, así como otros importantes monumentos en distintas ciudades del país, como la Casa del Marqués de Valdehoyos en Cartagena, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en Villa de Leyva y la estación La Camelia del cable aéreo en Manizales.
Al evaluar la magnitud del proyecto, Max Ojeda decidió contactar a Patricia Ruan, licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes, con vasta experiencia en temas de arquitectura y diseño. Ruan, quien había desempeñado roles destacados en revistas como Axxis y Habitar, aceptó el desafío y formó un equipo de trabajo compuesto por Gabriel Hernández, en la redacción de textos, Antonio Galante como fotógrafo principal, Nicolás Cabrera como fotógrafo adicional, y Camila Cesarino Costa como responsable del diseño gráfico del libro.
Después de casi cuatro años de trabajo, el resultado fue el libro “Max Ojeda, El oficio de la memoria”, una obra estructurada en seis capítulos, de los cuales dos cubren aspectos biográficos y criterios profesionales, y cuatro clasifican las obras de restauración en edificaciones religiosas, domésticas, públicas y culturales. En sus 315 páginas se recopilan las experiencias y reflexiones de Max Ojeda, obtenidas a través de sesiones de conversación y análisis de las obras, que sirvieron de base para los capítulos iniciales a cargo de Patricia Ruan, y las reseñas de los proyectos.
El libro, diseñado para acercar al público a la restauración arquitectónica, presenta cada caso con una reseña detallada que explica los aspectos históricos del monumento, e informa sobre los criterios y técnicas utilizados en su intervención, acompañada de imágenes como planos arquitectónicos y fotografías que permiten recorrer las obras.
Entre los ejemplos más destacados se encuentra la Institución Educativa Técnica María Inmaculada, de Providencia, una edificación que, lamentablemente, fue destruida por el huracán Iota en 2020, y que ahora solo subsiste en las páginas de este libro. Las sesenta obras restauradas son una muestra del inventario de bienes culturales intervenidos en las últimas décadas, representando un pequeño porcentaje de las construcciones patrimoniales en Colombia, que son cada vez más escasas debido a la presión inmobiliaria, las alteraciones y el descuido.
En su ensayo biográfico sobre Max Ojeda, Patricia Ruan destaca la visión del arquitecto: “Recuperar la historia perdida de los edificios, restaurarles su dignidad, y retornarlos a la vida es una tarea que Max Ojeda Gómez, como arquitecto restaurador, emprende en función de las necesidades del presente, y pensando en las futuras generaciones”. Bajo este enfoque, Max dirigió la restauración del Teatro de Cristóbal Colón en Bogotá, una obra que le valió el Premio Nacional Carlos Arbeláez Camacho en la XXIII Bienal Colombiana de Arquitectura.
El libro en cuestión, editado en 2019, recibió una mención especial en divulgación en la XXVII BCAU en 2020, y Ojeda, junto con Elena Catia Hernández, ganaron el premio en la categoría de Intervención del Patrimonio del Teatro Santa Marta en la XXVIII BCAU en 2022. A través de su firma, Arquitectos Restauradores, el arquitecto continúa acumulando experiencias valiosas en la restauración de edificios emblemáticos en Colombia, tales como la iglesia del Voto Nacional en Bogotá, y trabajos en el exterior como las restauraciones de la Casa Presidencial y de los salones de las cámaras alta y baja del edificio del Congreso en Trinidad y Tobago, dejando abierta la posibilidad de futuras publicaciones que sigan celebrando el valor del patrimonio arquitectónico y su importancia en la cultura y en la historia del país.
Este libro es una invitación a reflexionar sobre la restauración arquitectónica, no solo como una recuperación de edificios, sino como una construcción de escenarios de encuentro y de creación cultural, contribuyendo al arraigo cultural y al fortalecimiento de la identidad de las comunidades.
Con esto en mente, son muchas las obras que merecen ser tenidas en cuenta por sus valores y potenciales de utilidad y significación para comunidades, para el interés nacional e, incluso, para realzar el interés turístico de distintas localidades y regiones de Colombia; el puente ferroviario en Girardot, la estación del cable aéreo en Mariquita, la casa de los virreyes en Honda, la recoleta de Nuestra Señora de los Ángeles en Guaduas, son apenas algunas de las construcciones que merecen reintegrarse a la actividad pública y a la conciencia colectiva.