“El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha” (474 años de Cervantes)
Por motivo del natalicio de Miguel de Cervantes, revivimos este texto de La jácara literaria de El Espectador. Son cuatro los motivos principales de la segunda parte de Don Quijote: los burladores burlados (Sancho, Sansón Carrasco, doña Rodríguez, los duques), el suspenso (el lector no sabe qué es lo que ocurre y si realmente corresponde a la locura del protagonista o a alguna artimaña de los personajes), el teatro dentro del teatro y el pesimismo del protagonista a medida que transcurre la narración.
Mónica Acebedo
Nos quedamos en el primer tomo de la novela con don Quijote que regresa enjaulado a su casa para, supuestamente, nunca más salir a buscar aventuras. Nos enfrentamos en la primera parte a muchas novelas intercaladas como, por ejemplo, El curioso impertinente o, también, a relatos tangenciales al eje argumental, como los hipertextos de amor o desamor de Crisóstomo y Marcela, de Cardenio y Lucinda, de Dorotea y Fernando, de Leandra y sus enamorados, y muchos más. Además, está la Historia del cautivo, que dialoga de manera directa con la biografía de Miguel de Cervantes y sus años como prisionero en los baños de Argel.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Nos quedamos en el primer tomo de la novela con don Quijote que regresa enjaulado a su casa para, supuestamente, nunca más salir a buscar aventuras. Nos enfrentamos en la primera parte a muchas novelas intercaladas como, por ejemplo, El curioso impertinente o, también, a relatos tangenciales al eje argumental, como los hipertextos de amor o desamor de Crisóstomo y Marcela, de Cardenio y Lucinda, de Dorotea y Fernando, de Leandra y sus enamorados, y muchos más. Además, está la Historia del cautivo, que dialoga de manera directa con la biografía de Miguel de Cervantes y sus años como prisionero en los baños de Argel.
Le sugerimos: Cervantes: el soldado de Lepanto y la novela moderna
Posiblemente, Miguel de Cervantes no tenía intención de sacar una segunda parte de Don Quijote; de hecho, había trabajado intensamente en las Novelas ejemplares, que fueron publicadas en 1613. Sin embargo, un tal Fernando de Avellaneda decide publicar la segunda parte de Don Quijote de la Mancha en 1614, que hoy conocemos como El Quijote apócrifo. Es indispensable mencionar que el tema de los derechos de autor no contaba con un suficiente desarrollo jurídico en Castilla y mucho menos entre los reinos de España. Esa situación hizo, tal vez, que Cervantes decidiera continuar las aventuras de su extravagante caballero, que, para gran beneficio de los lectores, fueron publicadas en 1615, diez años después de la primera parte, bajo el título El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.
Vale la pena tener en cuenta que la primera parte de la novela había tenido mucho éxito, como él mismo lo manifiesta en el segundo apartado. Ya desde el prólogo se anuncia un juego metaliterario que se ha analizado incansablemente en todos los tiempos. Es el personaje quien ataca al falso Quijote dentro de la misma narración y se enfrenta a numerosas situaciones que tienen que ver con la publicación del texto de Avellaneda. Pero no es solamente este engranaje narratológico el que hace que la segunda parte de Don Quijote de la Mancha sea, para algunos críticos, mejor que la primera.
Pasan diez años entre la publicación de cada uno de los tomos; no obstante, en el relato solo ha transcurrido un mes. Durante ese tiempo, don Quijote ha estado postrado en su cama, hasta que Sancho viene a visitarlo y le cuenta que el bachiller Carrasco habla de un segundo tomo de las aventuras que ellos dos tuvieron. Ese hecho y otras conversaciones muy divertidas con el cura, el barbero y el bachiller hacen que tome la decisión de armarse de nuevo y salir junto con Sancho a buscar, por tercera vez, aventuras caballerescas.
Le puede interesar: “Dark Waters” y las tensiones éticas en las cuestiones humanas
Ya desde el título tenemos una diferencia: el segundo tomo sale publicado como El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Claro, ya es caballero, antes era hidalgo, hasta que el ventero lo armó como caballero; pero ahora ya es famoso en todos lados. También, utiliza el segundo tomo como una manera de solucionar unos errores del primero: el rucio de Sancho había sido robado y de repente aparece de nuevo sin mediar explicación, las camisas y la maleta de Cardenio o incluso el nombre de la mujer de Sancho Panza, que no debería ser Mari Gutiérrez sino Teresa Panza. De hecho, en la narración es el mismo bachiller Sansón Carrasco quien le menciona a Sancho estos errores (algunos cometidos por Avellaneda). El nombre de la esposa de Sancho en I. 52 es Juana Panza, luego en II. 5 es Teresa Cascajo y Teresa Panza. Lo interesante es que soluciona los errores dentro del relato, capitaliza los errores editoriales y, al mismo tiempo, sienta las bases de la narración moderna.
Otro aspecto muy analizado es la manera como cambia la percepción de la realidad a lo largo de la segunda parte. En la primera de ellas, don Quijote ve gigantes donde Sancho ve molinos y ve ejércitos donde solo hay rebaños, mientras que en la segunda parte los dos aprecian lo mismo. Por ejemplo, cuando Sancho le asegura que aquella, una humilde campesina, es Dulcinea del Toboso, don Quijote cree que es por los encantamientos. Sancho sabe que es una campesina, pero los dos tienen la misma visión. O el caso de la carroza con la gente disfrazada: ambos ven al diablo y a los otros personajes de la carroza de la muerte porque la realidad es esa. O el caballero de los espejos con su escudero, un verdadero caballero andante que encuentra a don Quijote. Obviamente, sabremos después que se trata del bachiller Sansón Carrasco disfrazado, pero ante los ojos de don Quijote y Sancho es real. También está el caso del león: es real, no imaginado, y nuestro caballero tiene las intenciones de luchar con él, mientras que el león no, porque tiene mucho sueño. Lo mismo con todas las artimañas de las que se valen los duques para burlarse de la locura de don Quijote y la simplicidad de Sancho Panza, como el caballo que supuestamente vuela o las damas barbadas. Es decir, se trata de una puesta en escena, de un teatro dentro de la novela, que hace que la realidad sea percibida de una manera escénica.
Sancho es un personaje estructural en la segunda parte. Su engaño sobre Dulcinea se le devuelve. El burlador sale burlado, porque la única forma de desencantar a Dulcinea es que él mismo se azote, por mandato expreso del mago Merlín. Y en general, a lo largo de la narración, vemos a Sancho convencido de que en realidad existen los encantadores.
Una de mis partes favoritas de toda la novela es el gobierno de la ínsula Barataria por parte de Sancho Panza y los consejos que le da don Quijote para llevar a cabo su labor. Este es tal vez, junto con las bodas de Camacho, uno de los apartes que más se han escenificado en el teatro moderno.
Le puede interesar: “Freedom”: una discusión sobre la libertad y las tensiones a su alrededor
En suma, son cuatro los motivos principales de la segunda parte de Don Quijote: los burladores burlados (Sancho, Sansón Carrasco, doña Rodríguez, los duques), el suspenso (el lector no sabe qué es lo que ocurre y si realmente corresponde a la locura del protagonista o a alguna artimaña de los personajes), el teatro dentro del teatro y el pesimismo del protagonista a medida que transcurre la narración. Se trata de un caballero menos soñador. Poco a poco se le va notando el cansancio de la fantasía y una especie de agotamiento sobre la mirada idealista del mundo. De hecho, cuando la locura se acaba, el personaje tiene que morir.