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Miles de ucranianos recurren a la terapia del arte para superar el trauma de la guerra

El arte como recurso terapéutico gana terreno en Ucrania como nuevo método para superar el estrés y el trauma de la guerra, con clases de dibujo, música y actuación que brindan alivio psicológico a los desplazados y heridos.

Rostyslav Averchuk
16 de enero de 2024 - 02:47 p. m.
El proyecto de una semana tiene como objetivo proporcionar a los participantes herramientas de autoayuda que puedan utilizar más adelante cuando les haga falta.
El proyecto de una semana tiene como objetivo proporcionar a los participantes herramientas de autoayuda que puedan utilizar más adelante cuando les haga falta.
Foto: EFE - Rostyslav Averchuk
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Lápices y pinturas están esparcidos en una mesa larga mientras más de 20 niños y sus padres trabajan en un dibujo en el edificio del Campamento Urbano de Leópolis, un centro para desplazados de Mariúpol, Bajmut y otras partes del este ucraniano invadido.

Es una de las tareas finales de un campamento de una semana que buscaba enseñar a los que tuvieron que huir de sus ciudades por la guerra rusa técnicas de terapia del arte para afrontar el abandono de sus hogares, amigos y trabajos.

Para Katerina, madre de dos hijos que tuvo que huir de Druzhkivka, en la región de Donetsk, el proyecto brindó la oportunidad de volver a conectarse con su hijo mayor, Vitalí, de 12 años, y aprender más sobre él.

"No tuve tiempo de llorar mucho pero el primer año aquí fue duro para mi hijo", cuenta a EFE. Al principio, a Vitalí le resultó difícil integrarse en un nuevo entorno.

"Los niños se sentían solos porque sus familias tuvieron que empezar su vida desde cero. No tienen amigos, ni una comunicación estable y de calidad", dice a EFE María Sliot, musicoterapeuta.

El equipo del proyecto quería darles un sentimiento de esperanza y fe y estabilizar sus emociones, según Sliot, quien mostró a los participantes cómo extraer sonidos de cualquier objeto que pudieran encontrar.

El primer paso en un viaje sanador

La terapia del arte es adecuada para cualquier persona, subraya a EFE Verónica Skliarova, líder de la iniciativa Art Therapy Force (Fuerza de la Terapia del Arte), que organiza el campamento.

"No se trata de talento, sino de expresarse libremente. Es bien conocida la influencia fisiológica positiva de hacer arte mediante la estabilización de los latidos del corazón y la respiración", explica.

La terapia del arte resulta especialmente útil para aquellos que no están preparados para buscar la ayuda de un psicoterapeuta.

"Muchos tienen miedo a hablar de su dolorosa experiencia o no pueden expresar sus necesidades precisas. Para ellos es más fácil empezar con un pincel o un instrumento musical", subraya Skliarova.

El proyecto de una semana tiene como objetivo proporcionar a los participantes herramientas de autoayuda que puedan utilizar más adelante cuando les haga falta.

La iniciativa también trabaja con soldados heridos en centros de rehabilitación como "Unbroken" en Leópolis.

Un soldado herido que recibió ayuda perdió ambos brazos en combate, pero de todos modos quería hacer realidad su sueño de hacer música, relata Skliarova.

Después de que los terapeutas lo ayudaron puede escribir sus propias melodías y ritmos.

"Para nosotros es muy valioso ver a la gente sonreír incluso en estas circunstancias", comparte líder de la iniciativa Art Therapy Force.

Siguiente paso: crear el sistema

Según Skliarova, varios proyectos de la iniciativa han ayudado hasta ahora a más de mil personas.

Es sólo el comienzo y queda mucho por hacer, reconoce. La principal esperanza reside en preparar especialistas que puedan ayudar a difundir estas prácticas en todo el país.

Para ello, Art Therapy Force colabora con el compositor Nigel Osborne, del Reino Unido, una de las figuras fundadoras de la musicoterapia moderna, que ayuda a preparar especialistas en varias universidades ucranianas.

Si bien existen muchas iniciativas similares, es importante que la terapia siga ciertas reglas para garantizar que se maximice su eficiencia y evite volver a traumatizar a los afectados, explica Skliarova.

Mientras tanto, para Vitalí y su madre, incluso un breve período de tiempo juntos y lejos de sus preocupaciones cotidianas ya ha tenido un valor incalculable.

Vitalí no deja de enumerar lo que más le gustó del campamento.

Lo importante es que puede mirar con tranquilidad la foto de su perro, que tuvo que dejar atrás en Donetsk hace dos años, y hablar con EFE de sus planes para el futuro, con su madre sonriendo orgullosa a su lado.

Por Rostyslav Averchuk

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