La guacamaya azul y amarilla, ara ararauna, es endémica de América del Sur.
Foto: Carlos Mauricio Ramírez
Le pareció muy extraño que las guacamayas aletearan frente a la ventana a esa hora. Las vio pasar de largo, eran dos. Todos los días cruzaban volando, pero nunca lo habían hecho tan temprano.
Se preparó el café y, por un momento, no pensó más en eso. Luego, la máquina hizo un ruido mientras enterraba el dedo en la cáscara de una granadilla. Volvió la imagen. Se quedó mirando el cielo, ya sin pájaros. ¿Tendrían prisa? ¿Era un gesto premonitorio de algún suceso?
Por Julia Díaz Santa
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