“Mis silencios en la música y en la escritura son más intuitivos que racionales”

Para la edición número 35 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá uno de los mayores referentes de la carranga en el país, el maestro Jorge Velosa, llega con un nuevo libro en el que los poemas, las adivinanzas y los trabalenguas que habitan las páginas de Abuelo de pájaro son una oda al campo, los campesinos y los niños. A propósito de este lanzamiento, el cantante de ‘La cucharita’, ‘Julia, Julia, Julia’ y ‘Las diabluras’, entre otras, habló para El Espectador y contó el origen del libro, el proceso de edición, la relación de la música y la poesía, entre otras cosas.

¿Qué lo llevó a escribir literatura infantil?

Escuchar las historias que contaban y cantaban mis mayores provocó la ganas de seguir ese juego, primero repitiéndolas a mi manera, y luego inventando las mías, algunas como canciones y tonadas. Sus letras también son literatura, como la que viaja en la mera oralidad.

¿De dónde salió Abuelo de pájaro?

Constantemente estoy pergeñando ocurrencias a partir de algo que perciben mis sentidos. Algunas se transforman en poemas, ideas melódicas, textos para canciones, uno que otro cuento, adivinanzas, y coplas. De todo eso hice una primera zarandeada, y luego, con la editorial, la selección final. El título Abuelo de pájaro, si estaba agazapado desde hace como 20 años, a la espera de la cosecha.

¿Qué papel tiene la tierra, el campo, en su obra?

De no haber vivido mi infancia en ellos, no sería lo que soy, ni haría lo que hago; de allí ha salido todo.

Hablemos del juego que suscitan los poemas, las adivinanzas y los trabalenguas que hay en Abuelo de pájaro…

El primero que se divierte con el proceso creativo es el niño interior que por fortuna siempre me acompaña, y trato de comunicar mis ocurrencias a mi manera, y juguetonamente.

¿Cómo ha influido la música en la escritura de sus libros?

Con Abuelo de pájaro, apenas llevo dos libros publicados. De no haber sido músico, no los habría podido escribir; algo parecido a lo que pasa con la tierra, el campo, y los campesinos.

¿Cuál considera que es la relación entre música y poesía?

La una contiene y mantiene a la otra. Soy un poeta popular que se percató de que las palabras tienen más vuelo, cuando se cantan, se recitan, se actúan, o se leen, especialmente en voz alta.

Las adivinanzas como una invitación a detenerse y contemplar las cosas…

A contemplarlas, y a afirmar su existencia a través de ellas, pero organizadas de manera que quien las lea o las escuche también aporte lo suyo para llegar a la almendra.

Hablemos de los silencios en su música, en sus poemas, en su escritura…

En mi caso, esos silencios son más intuitivos que racionales. Por fortuna se dan, porque como me encanta el verbo, el riesgo de atropellarlo todo y echarlo a pique es grande; eso también ocurre con la música.

¿Cómo se dio el trabajo en conjunto con la ilustradora del libro?

Con Gabriela Otálora y Mauricio Gaviria, el editor, nos topamos varias veces, a saborear las obras y sus orígenes pueblerinos, y a partir de ahí Gabriela armó ese circo-teatro imaginario, cuyos personajes ponen en escena las obras a través del libro. Ojalá ella le pudiera contar su parecer.

Las historias que aparecen en Abuelo de pájaro, ¿son relatos que le hubiera gustado leer o conocer de pequeño?

Tanto, que las estoy reinventando, para que todo el que las lea pueda disfrutarlas, y las eche a rodar a su manera, para seguir jugando a palabrear.

Para la edición número 35 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá uno de los mayores referentes de la carranga en el país, el maestro Jorge Velosa, llega con un nuevo libro en el que los poemas, las adivinanzas y los trabalenguas que habitan las páginas de Abuelo de pájaro son una oda al campo, los campesinos y los niños. A propósito de este lanzamiento, el cantante de ‘La cucharita’, ‘Julia, Julia, Julia’ y ‘Las diabluras’, entre otras, habló para El Espectador y contó el origen del libro, el proceso de edición, la relación de la música y la poesía, entre otras cosas.

¿Qué lo llevó a escribir literatura infantil?

Escuchar las historias que contaban y cantaban mis mayores provocó la ganas de seguir ese juego, primero repitiéndolas a mi manera, y luego inventando las mías, algunas como canciones y tonadas. Sus letras también son literatura, como la que viaja en la mera oralidad.

¿De dónde salió Abuelo de pájaro?

Constantemente estoy pergeñando ocurrencias a partir de algo que perciben mis sentidos. Algunas se transforman en poemas, ideas melódicas, textos para canciones, uno que otro cuento, adivinanzas, y coplas. De todo eso hice una primera zarandeada, y luego, con la editorial, la selección final. El título Abuelo de pájaro, si estaba agazapado desde hace como 20 años, a la espera de la cosecha.

¿Qué papel tiene la tierra, el campo, en su obra?

De no haber vivido mi infancia en ellos, no sería lo que soy, ni haría lo que hago; de allí ha salido todo.

Hablemos del juego que suscitan los poemas, las adivinanzas y los trabalenguas que hay en Abuelo de pájaro…

El primero que se divierte con el proceso creativo es el niño interior que por fortuna siempre me acompaña, y trato de comunicar mis ocurrencias a mi manera, y juguetonamente.

¿Cómo ha influido la música en la escritura de sus libros?

Con Abuelo de pájaro, apenas llevo dos libros publicados. De no haber sido músico, no los habría podido escribir; algo parecido a lo que pasa con la tierra, el campo, y los campesinos.

¿Cuál considera que es la relación entre música y poesía?

La una contiene y mantiene a la otra. Soy un poeta popular que se percató de que las palabras tienen más vuelo, cuando se cantan, se recitan, se actúan, o se leen, especialmente en voz alta.

Las adivinanzas como una invitación a detenerse y contemplar las cosas…

A contemplarlas, y a afirmar su existencia a través de ellas, pero organizadas de manera que quien las lea o las escuche también aporte lo suyo para llegar a la almendra.

Hablemos de los silencios en su música, en sus poemas, en su escritura…

En mi caso, esos silencios son más intuitivos que racionales. Por fortuna se dan, porque como me encanta el verbo, el riesgo de atropellarlo todo y echarlo a pique es grande; eso también ocurre con la música.

¿Cómo se dio el trabajo en conjunto con la ilustradora del libro?

Con Gabriela Otálora y Mauricio Gaviria, el editor, nos topamos varias veces, a saborear las obras y sus orígenes pueblerinos, y a partir de ahí Gabriela armó ese circo-teatro imaginario, cuyos personajes ponen en escena las obras a través del libro. Ojalá ella le pudiera contar su parecer.

Las historias que aparecen en Abuelo de pájaro, ¿son relatos que le hubiera gustado leer o conocer de pequeño?

Tanto, que las estoy reinventando, para que todo el que las lea pueda disfrutarlas, y las eche a rodar a su manera, para seguir jugando a palabrear.