Moisés Álvarez: “Estamos en una situación realmente crítica”
El director del Museo Histórico de Cartagena habla de la crisis económica generada por la parálisis del sector del turismo. No hay “claridad de los recursos que se requieren para el segundo semestre”.
María Paula Lizarazo
“Como cruzando el Niágara en bicicleta, así estamos”, comenta Moisés Álvarez. Son las 7:30 de la noche y en este lado del teléfono se escucha de fondo una lluvia fugaz. Álvarez es el director del Museo Histórico de Cartagena. Habla despacio, vocaliza y explica cada término que un cachaco pudiera no comprender. Se sabe la historia del Museo encajada con la historia de Cartagena, conoce también, muy bien, El amor en los tiempos del cólera.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
“Como cruzando el Niágara en bicicleta, así estamos”, comenta Moisés Álvarez. Son las 7:30 de la noche y en este lado del teléfono se escucha de fondo una lluvia fugaz. Álvarez es el director del Museo Histórico de Cartagena. Habla despacio, vocaliza y explica cada término que un cachaco pudiera no comprender. Se sabe la historia del Museo encajada con la historia de Cartagena, conoce también, muy bien, El amor en los tiempos del cólera.
La historia del Museo es paralela a la del Teatro Adolfo Mejía y la Escuela de Bellas Artes. Las tres instituciones responden a las dinámicas promovidas por los gobiernos de la ciudad entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, cuando se procuraba una reapropiación de la misma.
Hace casi un siglo, en 1924, que el Museo Histórico de Cartagena fue inaugurado en una de las casas coloniales de la ciudad. Al principio solo contó con las donaciones de colecciones de particulares. Poco más de veinte años después, en 1946, el Museo consiguió ampliar su colección, enfatizando su propuesta hacia la investigación, la construcción y el reconocimiento de una memoria de la ciudad.
Hacia 1953 el Palacio de la Inquisición fue entregado a la Alcaldía de Cartagena para que pasara a ser el edificio del Museo, lo que ocurrió a partir de 1960 hasta el año 2000, cuando el edificio quedó reducido a ruinas y la colección se perdió casi que por completo. Entre 2003 y 2004, tras gestionar recursos con el Gobierno, se logró comenzar una fase de restauración del edificio y del archivo.
A partir de 2015, como segunda fase de la restauración, se han venido inaugurando las nuevas Salas de la Inquisición, Derechos Humanos y Convivencia, y en 2019 las nuevas Salas de la Independencia. Según Álvarez, “este tema de la Independencia es uno de los temas fundamentales para Cartagena, para que la ciudad conozca cómo fue todo ese proceso, así que nos dimos la pela y ahí están las nuevas Salas de la Independencia ya renovadas (…). Por esta crisis que tenemos de la pandemia esas salas no han podido ser mostradas a los colegios ni el turismo que se esperaba (…). Ahora lo que estamos haciendo son proyectos para mostrarlas de manera virtual”.
Aunque el Museo pertenece a la Alcaldía de Cartagena, funciona como una corporación autónoma cuya junta directiva está compuesta por la Alcaldía, la Secretaría de Educación Distrital, la Universidad de Cartagena, la Corporación de Turismo de Cartagena y el Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena.
Un espacio fundamental del Museo es el denominado aquelarre, destinado al diálogo en torno a la situación contemporánea de las mujeres: antes de la COVID-19, este espacio reunía cada mes entre cincuenta y cien mujeres de todos los estratos y con diferentes niveles de educación. A propósito, durante la cuarentena en Colombia, las cifras de violencia de género, hacia mayo, habían aumentado un 163 %, según la investigación periodística “Violentadas en cuarentena”. De modo que estos espacios abiertos a diálogos contemporáneos, teniendo presentes la historia local y el archivo con el que cuenta el Museo, hacen de este un lugar conformado por distintas voces, distando de la propuesta decimonónica museográfica y respondiendo a las nuevas dinámicas que exigen estos tiempos.
El Museo ha sido espacio de debate, investigación, diálogo y eventos culturales y sociales. Ha sido considerado como un foro permanente de y sobre la ciudad. Actualmente, alrededor de 25 personas, es decir familias enteras, dependen económicamente de este. Su gran sustento, hasta el momento, es el turismo, del que depende económicamente entre un 60 y 70 %, al igual que otros sectores económicos. Desde hace un tiempo el equipo del Museo ha venido desarrollando otras propuestas de sostenibilidad, pero todas resultan ligadas al turismo.
Desde su cierre, que el 16 de julio completó cuatro meses, han adelantado propuestas al empresariado local, entes públicos departamentales y la cooperación internacional, con el fin de gestionar recursos y proyectos para el sostenimiento del Museo. Hasta ahora, comenta Álvarez, no hay ningún rumbo certero ni “claridad absoluta de los recursos que se requieren para el segundo semestre; todo dependerá de la gestión que hagamos”.
El Museo Histórico de Cartagena no cuenta con un fondo al cual la Alcaldía transfiera recursos, sino que debe gestionarlos. Por el momento tienen un plan de reactivación que será propuesto en la próxima reunión de la junta directiva, el 30 de julio, en donde esperan alguna respuesta para mantenerse en pie mientras, según Álvarez, la ciudad se recupera.
Aun ante el pronóstico de ausencia de turismo para este semestre y las especulaciones acerca de la futura e incierta reactivación del sector, que supone la exigencia de protocolos y lentas activaciones, el Museo tiene su equipo de profesionales trabajando, sin presupuesto extra ni respuestas después cuatro meses de cierre, para encontrar soluciones con respecto a su sostenimiento.