Mónica Vitti y otras divas de la época de oro del cine italiano
Con motivo del reciente fallecimiento de Mónica Vitti, recordamos la edad de oro del cine italiano y algunas mujeres que lo marcaron.
Había pasado la Segunda Guerra Mundial y el fascismo de Benito Mussolini y, con estos, el neorrealismo del cine italiano. Aquellas historias con personajes cotidianos, que padecían diversas penas y sufrimientos, habían perdido su elemento novedoso. Es más, el clima económico en Italia estaba cambiando. Algunos lo llamaron el milagro económico italiano, que situó al país europeo como un actor competente en las dinámicas económicas internacionales de los años sesenta.
Y con el cambio económico, la industria cinematográfica en Italia también comenzó a cambiar. Le llamaron la época de oro del cine italiano, un momento de esplendor y proyección de la industria en el continente europeo. Llegaron nuevos directores, voces frescas que dotaron de humor y grotesco el neorrealismo, como Federico Fellini con películas que satirizaban y hacían alusión a la sociedad burguesa, como La dolce vita (1960) y 8 1/2 (1963).
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Esta nueva época del cine italiano no solo estuvo caracterizada por grandes directores, si no por la introducción de sus musas. Aquellas mujeres hermosas, fuentes de inspiración, que protagonizaban de manera estelar sus largometrajes. Entre ellas, Claude Cardinale, Sophia Loren y Mónica Vitti.
Michelangelo Antonioni, director de dramas introspectivos sobre la clase alta, tuvo como musa inspiradora a esta última, Mónica Vitti, la mujer rubia que protagonizó sus películas más representativas. En La Aventura (1960), Vitti se escapó a unas vacaciones de verano en Sicilia; en La noche (1961), fue la esposa de un matrimonio deteriorado; en El eclipse (1962), hizo las veces de amante de un corredor de bolsa. De la mano de Antonioni, esta diva exploró el drama y, más adelante, se adentró en la comedia italiana. De aquella versatilidad nació su estrellato.
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Por su parte, Claude Cardinale, de ascendencia siciliana, participó en tres películas de Luchino Visconti: Rocco y sus hermanos (1960), El Gatopardo (1962) y Sandra (1964). La actriz, que se ubicó en el ojo público tras ganar un certamen belleza, también tuvo papeles memorables en películas de Federico Fellini, como la célebre y mencionada La dolce vita. Pero también en producciones de vaqueros, como Érase una vez en el Oeste. Y, por supuesto, en esta época del nuevo cine italiano llegó al estrellato Sophia Loren. La célebre actriz mediterránea protagonizó películas como Dos mujeres (1960) y Matrimonio a la italiana (1964). Fue ganadora de dos Óscar, en 1962 y 1991, y un León de Oro de Venecia, en 1998.
Las divas, además de su belleza y atributos físicos, utilizaron su talento para narrar de formas diversas -entre la tragedia y la comedia- las historias de Italia. En Dos mujeres, Loren encarna a Cesira, una mujer que es violada en el campo italiano por un ejercito aliado en la Segunda Guerra Mundial, papel que le concedió su primer Premio de la Academia. Así como lo hizo Loren de forma trágica en la película de Vittorio De Sica, Mónica Vitti encarnó, de forma más cómica y ligera, a una corista que dirige una compañía teatral romana en 1943.
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Claude Cardinale, Sophia Loren y Mónica Vitti fueron algunas de las divas italianas que, tras el neorrealismo, ayudaron a transformar el cine italiano para llevarlo a su época de oro, en la que fue reconocido mundialmente. Fueron las musas de una nueva era de directores, deslumbraron con su belleza y encarnaron roles memorables e hicieron llorar y reír al público italiano.
Había pasado la Segunda Guerra Mundial y el fascismo de Benito Mussolini y, con estos, el neorrealismo del cine italiano. Aquellas historias con personajes cotidianos, que padecían diversas penas y sufrimientos, habían perdido su elemento novedoso. Es más, el clima económico en Italia estaba cambiando. Algunos lo llamaron el milagro económico italiano, que situó al país europeo como un actor competente en las dinámicas económicas internacionales de los años sesenta.
Y con el cambio económico, la industria cinematográfica en Italia también comenzó a cambiar. Le llamaron la época de oro del cine italiano, un momento de esplendor y proyección de la industria en el continente europeo. Llegaron nuevos directores, voces frescas que dotaron de humor y grotesco el neorrealismo, como Federico Fellini con películas que satirizaban y hacían alusión a la sociedad burguesa, como La dolce vita (1960) y 8 1/2 (1963).
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Michelangelo Antonioni, director de dramas introspectivos sobre la clase alta, tuvo como musa inspiradora a esta última, Mónica Vitti, la mujer rubia que protagonizó sus películas más representativas. En La Aventura (1960), Vitti se escapó a unas vacaciones de verano en Sicilia; en La noche (1961), fue la esposa de un matrimonio deteriorado; en El eclipse (1962), hizo las veces de amante de un corredor de bolsa. De la mano de Antonioni, esta diva exploró el drama y, más adelante, se adentró en la comedia italiana. De aquella versatilidad nació su estrellato.
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Las divas, además de su belleza y atributos físicos, utilizaron su talento para narrar de formas diversas -entre la tragedia y la comedia- las historias de Italia. En Dos mujeres, Loren encarna a Cesira, una mujer que es violada en el campo italiano por un ejercito aliado en la Segunda Guerra Mundial, papel que le concedió su primer Premio de la Academia. Así como lo hizo Loren de forma trágica en la película de Vittorio De Sica, Mónica Vitti encarnó, de forma más cómica y ligera, a una corista que dirige una compañía teatral romana en 1943.
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