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Luces sobre la ciudad

Puede que una de ellas llegara a mí, y de este modo sus dudas y sus cuestiones no están tan lejos de las mías, o incluso sean mis dudas y mis cuestiones las que no están tan lejos de las suyas, y lo digo en sentido levitante o por pura metafísica.Un monólogo literario sobre el amor, la búsqueda de la autenticidad y los desafíos para mantenernos fieles a nosotros mismos. Esta exploración personal reflexiona sobre la naturaleza humana y sus propias contradicciones.

Olenka Piotrowska
07 de julio de 2024 - 02:00 p. m.
Luces nocturnas en la ciudad de Bogotá
Luces nocturnas en la ciudad de Bogotá
Foto: El Espectador - Gustavo Torrijos
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Cuántos pensamientos vienen a mi cabeza, mientras paso a paso intento hilar y esclarecer cada uno de ellos.

De repente, todos al mismo tiempo, sin ninguna definida claridad. Sería mejor solo tener una y ya, pero ¿qué estoy pensando? Si fuera así no tendría sentido haber estudiado filosofía, aunque no por esa razón tengo la necesidad de hacerlo todo más difícil. O quizás sí.

Hace frío, pero siento calor. Diferentes colores iluminan los charcos mientras transito y es curioso notar cómo los carros andan a distintas velocidades, eso hace que cada uno genere su propio ruido, sin contar con que cada uno en sí escucha su inherente sonido.

En fin, ¿qué era lo estaba pensando? ¡Ah ya! Mis pensamientos, todos al mismo tiempo, sin lograr darles todavía un orden. ¿Cuál de todos sería más importante? ¿Las construcciones que giran alrededor de mis sentimientos o los conceptos a los cuales ellos quieren sabotear? ¿Será que permito aniquilar mi romanticismo o será mejor dejarlo surgir? Y si así fuera, ¿para qué? Pareciera que hoy en día se quisiera fusilar cualquier ilusión, además, es posible que ahora se fantasee más con la muerte que con la vida. Sin embargo, intento no ser tan dramática, pero ¿cómo no serlo? Esa es una buena pregunta que ahora debo responder, como decía Cioran: “La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto”.

Me pregunto ¿por qué hoy en día se tiene que ser tan agresivo? ¿Cuál es la necesidad? O mejor, ¿cuál es la razón de estar en cada momento a la defensiva? Acaso no sería mejor aceptar la vulnerabilidad para estar y ser libre de forma natural, así, sin más, teniendo en cuenta que por principio o por derecho lo somos. En parte, creo que eso es lo que hace tan difícil amar. Me atrae lo genuino y en mi intento por inferirlo obtengo como resultado lo etéreo, lo ambiguo, lo transitorio y no entiendo cómo a pesar de lo volátil logra mantenerse, ¿y qué puedo hacer? Si a mí lo que me mueve es el amor y, aunque duela, pienso que estaré dispuesta a intentarlo, una y otra vez, el problema es que no quiero ser solamente objeto de deseo y posesión. Con todo y más, sé que algún día llegará el hombre que encuentre en mi amor, su lugar.

Creo que cuando lo que se quiere es ejercer el control más allá del amor en sí mismo, en parte, eso es lo que pudre. De igual forma, y sin importar que pase, no quiero vivir de prejuicios, tampoco de juicios y de todo lo anterior. Puede que lo mío se constituya más por términos de percepción a causa de la inconsistencia o de los cruces fortuitos del destino. ¡A la suerte!

¿Qué cara anteponer para ser? Quiero mantenerme. Es decir, ¿cómo comportarme para dirigirme hacia donde quiero? Y lo pienso porque lo siento y lo siento porque pienso que no nací para un mundo salvaje, pero es evidente que estoy en él y, además, mucho menos para convivir entre el miedo, no sirvo para eso, me repugna de solo pensarlo. Pienso que vivo para sobreponerme de las sombras, pero para hacerlo se supone que las debes reconocer y es ahí cuando me ausento. Qué contradictorio, no tiene sentido, porque no estoy segura de que sea así, si funciona y que tan propio es.

Y entre todo, ¿cuál es el problema? Siempre una pregunta por querer intentar ir un poco más allá. En fin, me cansé, creo que sería bueno pensar en algo distinto a todas esas ideas que cruzan mi cabeza, mejor las suelto y ya, de esta manera, lograría dejarlas entre el colectivo imaginario citadino, a lo mejor otro las resuelva por mí y así, quizás, otro las resolvería por él. Y así, como en cadena, uno tras otro, llegaría sin duda hacia el más puro pragmatismo.

***

Y si ya las soltaste, por qué mejor no miras los edificios y a cada uno de sus apartamentos. ¿Te imaginas? ¿Cuántas historias y cuántas realidades? Y lo mejor es que están siendo concebidas todas al mismo tiempo. Imagina cuántos pensamientos y cuántas ideas se cruzan por cada metro cuadrado. Puede que una de ellas llegara a mí, y de este modo sus dudas y sus cuestiones no estarían tan lejos de las mías, o incluso serían mis dudas y mis cuestiones las que no estarían tan lejos de las suyas, y lo digo en sentido levitante o por pura metafísica.

Por Olenka Piotrowska

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