“Junto a su esposa Sarah, sus hijos Nils y Tifanny y sus nietos, el Instituto Lumière (...) comunica con tristeza y dolor la desaparición de Bertrand Tavernier”, indicó la institución en Twitter.
Avec son épouse Sarah, ses enfants Nils et Tiffany et ses petits-enfants, l'Institut Lumière et Thierry Frémaux ont la tristesse et la douleur de vous faire part de la disparition, ce jour, de Bertrand Tavernier. pic.twitter.com/apVuXzYgmS
— Institut Lumière (@InstitutLumiere) March 25, 2021
Tavernier fue un artista comprometido y un apasionado del séptimo arte y sus películas fueron aplaudidas tanto en Francia como en el extranjero.
Con una predilección por los temas históricos y sociales, Tavernier dirigió largometrajes como “1280 almas”, nominada a los Óscar en 1983, “Un domingo en el campo”, “Alrededor de la medianoche” y “La vida y nada más”, que se alzó con el BAFTA a la mejor película extranjera en 1990.
1280 almas - Tráiler
Película: “Un domingo en el campo”
La Mostra de Venecia le recompensó también con un León de Oro por el conjunto de su carrera. El cineasta era hijo del escritor y resistente francés René Tavernier y descubrió el cine durante una estancia en un sanatorio.
Immense réalisateur et fin connaisseur du roman noir, Bertrand Tavernier nous avait fait l'honneur de venir rencontrer le public du festival à plusieurs reprises avec la grande générosité et la profonde gentillesse qui le caractérisaient. pic.twitter.com/23SRKy9GSb
— QuaisdupolarOfficiel (@QuaisPolar) March 25, 2021
El diario “La Croix”, con el que colaboraba desde el año 2000, avanzó también la noticia de su fallecimiento sin precisar la causa, y alabó su carrera, su generosidad y su gusto por la cocina y la literatura.
Hijo del escritor Eric Tavernier, editor también de la revista literaria “Confluences”, el joven Bertrand convivió desde niño con luminarias de las letras como Paul Eluard o Louis Aragon. Este último incluso vivió junto a la familia durante una temporada.
Tavernier se enamoró del cine cuando, siendo niño, fue ingresado en un sanatorio para curarse de una tuberculosis y nunca más se separó de ese amor de infancia.
Confesó en entrevistas que había elegido el cine para desarrollar una actividad artística diferente de la de su padre y tener su propio espacio personal.
Tavernier aseguraba que amaba todo en el cine y, por ello, además de realizador fue guionista, dialoguista y productor, incluso en televisión. También hizo documentales y antes de rodar películas dirigió un cineclub y fue crítico de varias revistas de cine, entre ellas la inevitable “Cahiers du cinéma”.
Además, fue un divulgador en Francia del cine estadounidense a partir de la década de 1940, tanto de figuras consagradas como de realizadores de culto poco conocidos fuera de su país, y publicó varios libros de referencia sobre este tema.
Trabajó con todos los grandes intérpretes del cine francés de las décadas de 1970, 1980 y 1990, como Romy Schneider, Philippe Noiret, Michel Piccoli, Nathalie Baye, Isabelle Huppert, Jean Rochefort o Sophie Marceau, que le ofrecieron algunos de sus papeles más memorables.
Tavernier aseguraba haberse convertido en director “debido a su admiración por los wésterns”. Dentro y fuera de sus películas, Tavernier militó en diferentes combates: contra la censura, contra la tortura durante la guerra de Argelia, a favor de los inmigrantes indocumentados, en pro de rescatar del olvido algunos directores, etc.
“No me siento más hastiado ahora que cuando empecé”, aseguró en 2016, al presentar su documental “Viaje a través del cine francés”, una historia muy personal del séptimo arte que tejió tras haber visto centenares de películas. Con la guionista Colo Tavernier (de la que se divorció y fallecida en 2020), tuvo dos hijos: Nils, actor y director, y Tiffany, escritora. Con ella, rodó “Holy Lola” (2004) sobre la adopción en Camboya.
Volvió a casarse en 2005 con la guionista Sarah Thibau.