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El transeúnte
Todas las calles que conozco
son un largo monólogo mío,
llenas de gentes como árboles
batidos por oscura batahola.
O si el sol florece en los balcones
y siembra su calor en el polvo movedizo,
las gentes que hallo son simples piedras
que no sé por qué viven rodando.
Bajo sus ojos —que me miran hostiles
como si yo fuera enemigo de todos—
no puedo descubrir una conciencia libre,
de criminal o de artista,
pero sé que todos luchan solos
por lo que buscan todos juntos.
Son un largo gemido
todas las calles que conozco.
La poesía de Rogelio Echavarría (Santa Rosa de Osos, Antioquia, 27 de marzo de 1926), escrita con un tono sencillo, cercano al lenguaje coloquial, se ocupa de la vida cotidiana y registra también la presencia de cierto erotismo. Darío Jaramillo Agudelo escribió que “es un poeta original en la poesía colombiana porque fue el primero que abrió los ojos a la poesía de lo cotidiano y de la ciudad: y lo hizo sin abandonar el misterio esencial de la poesía. Es el precursor de una vertiente de la poesía colombiana que incorporó sin pudores el mundo circundante y la autobiografía al poema”.
Cuando cumplió 70 años, en la celebración que le hicieron en la Universidad de Antioquia, Echavarría aclaró que a los poetas no les festejan los años sino los centenarios y que él no aspira a llegar siquiera allá. Entonces, él recordaba que el primer impulsador de su creación poética fue Jorge Gaitán Durán. Con 96 años se despidió del mundo uno de los poetas y periodistas más importantes del siglo XX.
Publicó los libros: Edad sin tiempo (1948), El transeúnte (1964), Crónica de otras vidas y Otras muertes (1993). Destacado antólogo, publicó en dos ediciones diversas una amplia selección de poesía colombiana. Soledad y cotidianidad, humor y muerte son algunas de las obsesiones que jalonaron su obra, significativa para muchos en el panorama de la poesía de nuestro país.
Se le asoció en un principio con el grupo literario "Cuadernícolas" y más tarde con la generación de "Mito". No obstante, su obra permanece casi insular dada su sencillez, brevedad y hondura existencial. Sin duda su obra más importante es el transeúnte(1945-1952), la cual ha sido objeto de continuas reediciones. Como periodista trabajó por muchos años en El Espectador y El Tiempo.
Lugar común
Ya que no todos podemos ser
poetas
comprender lo sensible
o exaltar lo sencillo
hablemos francamente
confesemos nuestro fracaso
de hombres sin alas
de hojas muertas en el estío
nuestros empeños ciegos
sin metáforas vanas
nuestra identificación con todos
o con casi todos
y si alguien nos entiende
y fecunda nuestra impotencia
eso también es poesía
o por lo menos una gota
en la sed del infierno
cotidiano.
La felicidad
Hay miríadas de seres en el Universo
que son felices —y no te conocen.
Millones de personas en la Tierra
son felices —e ignoran que existes.
Muchos también te han visto
y son felices sin amarte.
Y algunos que te amaron
disfrutan de un feliz olvido.
¿Por qué, pues, soy yo el único hombre
para quien tú eres toda la felicidad en el mundo?