Falleció el fotógrafo Elliot Erwitt, reconocido por sus retratos, a los 95 años
El fotógrafo francés Elliot Erwitt, afincado en Nueva York durante casi toda su vida, murió el jueves en su ciudad de adopción, donde se hizo famoso y especialmente popular por sus retratos de perros.
EFE
La agencia Magnum, para la que trabajó durante 70 años, dijo que murió con 95 años, "en su casa, en paz y rodeado de su familia", según anunció en su cuenta de X (antes Twitter).
Erwitt se hizo especialmente famoso por sus retratos de perros a ras de suelo, con la mirada puesta a la altura del animal, aunque también obtuvo numerosas imágenes de los canes con sus dueños, de carácter generalmente simpático. “Sus imágenes nos han ayudado a comprender quiénes somos como sociedad y como seres humanos, y han inspirado a generaciones de fotógrafos a pesar de los cambios en las tendencias y en la industria”, dijo la presidenta de Magnum, Cristina de Middel.
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Nació en París en 1928 como Elio Romano Ervitz, de una familia judía de origen ruso, y pasó su infancia en Milán (Italia), de donde huyeron del fascismo en 1939 para instalarse en Estados Unidos, en Los Ángeles en primer lugar, según la biografía que este viernes publica Magnum.
Con su apellido americanizado como Erwitt, se mudó en 1948 a Nueva York, la que fue su ciudad el resto de su vida; allí trabó amistad con los fotógrafos más famosos del momento, como Edward Steichen, Robert Capa y Roy Stryker, antes de empezar en 1953 como colaborador en Magnum, agencia de la que nunca se separó.
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Elliott Erwitt era conocido por su capacidad para capturar momentos únicos en sus fotografías, desde grandes instantes históricos como el momento de tensión entre los líderes soviéticos y estadounidenses Nikita Khrushchev y Richard Nixon en 1959, hasta otros poco convencionales como sus retratos de perros y humanos colocados en el mismo nivel. Retrató a celebridades como Marilyn Monroe, Richard Nixon, Jonh y Jackie Keneddy, Jack Kerouac, Fidel Castro y Ernesto ‘el Che’ Guevara, y siempre puso por delante que la fotografía era ante todo un medio de expresar sentimientos, siendo enemigo de “intelectualizar” la fotografía.
Su versatilidad le llevó a tomar numerosas imágenes románticas de parejas, así como a recorrer museos del mundo y tomar instantáneas inolvidables de los espectadores admirando los cuadros de pinacotecas como el MoMA neoyourquino, el Louvre y el Reina Sofía de España.
Su amor por los perros, que lo hizo particularmente conocido, lo explicaba así: "Siempre están cuando los llamas. Sus propietarios quieren satisfacción inmediata cada día, en cada minuto del día, y un perro jamás les dirá que tienen otra cosa que hacer".
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Erwitt gozó de gran reconocimiento en vida, y sobre él se han escrito varios libros y se han celebrado numerosas exposiciones: en este momento, una gran retrospectiva de su obra se puede visitar en La Sucrière de Lyon (Francia) hasta el próximo mes de marzo.
La actual presidenta de Magnum, Cristina de Middel, publicó hoy: “Es difícil medir el impacto de Erwitt en Magnum y en el mundo de la fotografía. Sus imágenes han ayudado a modelar nuestra comprensión general de lo que somos como sociedad y como seres humanos, y ha inspirado a generaciones de fotógrafos pese a todos los cambios en la industria y sus tendencias”.
La agencia Magnum, para la que trabajó durante 70 años, dijo que murió con 95 años, "en su casa, en paz y rodeado de su familia", según anunció en su cuenta de X (antes Twitter).
Erwitt se hizo especialmente famoso por sus retratos de perros a ras de suelo, con la mirada puesta a la altura del animal, aunque también obtuvo numerosas imágenes de los canes con sus dueños, de carácter generalmente simpático. “Sus imágenes nos han ayudado a comprender quiénes somos como sociedad y como seres humanos, y han inspirado a generaciones de fotógrafos a pesar de los cambios en las tendencias y en la industria”, dijo la presidenta de Magnum, Cristina de Middel.
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Nació en París en 1928 como Elio Romano Ervitz, de una familia judía de origen ruso, y pasó su infancia en Milán (Italia), de donde huyeron del fascismo en 1939 para instalarse en Estados Unidos, en Los Ángeles en primer lugar, según la biografía que este viernes publica Magnum.
Con su apellido americanizado como Erwitt, se mudó en 1948 a Nueva York, la que fue su ciudad el resto de su vida; allí trabó amistad con los fotógrafos más famosos del momento, como Edward Steichen, Robert Capa y Roy Stryker, antes de empezar en 1953 como colaborador en Magnum, agencia de la que nunca se separó.
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Su versatilidad le llevó a tomar numerosas imágenes románticas de parejas, así como a recorrer museos del mundo y tomar instantáneas inolvidables de los espectadores admirando los cuadros de pinacotecas como el MoMA neoyourquino, el Louvre y el Reina Sofía de España.
Su amor por los perros, que lo hizo particularmente conocido, lo explicaba así: "Siempre están cuando los llamas. Sus propietarios quieren satisfacción inmediata cada día, en cada minuto del día, y un perro jamás les dirá que tienen otra cosa que hacer".
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La actual presidenta de Magnum, Cristina de Middel, publicó hoy: “Es difícil medir el impacto de Erwitt en Magnum y en el mundo de la fotografía. Sus imágenes han ayudado a modelar nuestra comprensión general de lo que somos como sociedad y como seres humanos, y ha inspirado a generaciones de fotógrafos pese a todos los cambios en la industria y sus tendencias”.