Murió Lucio Urtubia, el último anarquista
Este sábado 18 de julio falleció en París, Francia, el legendario militante anarquista español Lucio Urtubia. Su vida fue llevada al cine, la literatura y la televisión. “Es un placer robar a los bancos”, decía.
Joseph Casañas Angulo
El director de teatro español, Albert Boadella, dice que Lucio Urtubia siempre fue “un Quijote que no luchó contra molinos de viento, sino contra gigantes de verdad”. Esos gigantes eran los bancos, que en realidad, estaban representados en uno solo: el sistema. Hasta el último día de su vida el nacido en Cascante (1931) se mostró en contra del sistema capitalista.
Lucio Urtubia Jiménez tenía un plan para desestabilizar el imperio que había construido Estados Unidos. En 1962, ya con Fidel Castro en el poder y con Ernesto el “Che” Guevara viajando por todo Europa en su rol de jefe del Banco Nacional de Cuba, Urtubia le expuso en París al guerrillero argentino su plan maestro: falsificar toneladas de dólares y distribuirlos por todo el mundo.
Urtubia consideraba que, con la danza de dólares fabricada a escondidas de la banca estadounidense, la moneda del imperio se empezaría a devaluar y con ella el imperio mismo. La idea era que Urtubia haría las planchas para falsificar los dólares y Cuba haría la producción y distribución. No había pierde, pensaba Lucio.
A la reunión con el Che el anarquista español llevó un par de dólares falsos para mostrar la calidad del producto. Guevara los guardó en su bolsillo y le dijo que estudiaría la propuesta. Meses después la negativa llegó desde La Habana. Guevara no veía claro el plan.
“Nosotros éramos unos chapuceros y hacíamos lo que podíamos, pero Cuba tenía la posibilidad de hacer lo que hacía los Estados Unidos y fabricar las toneladas que hubiera querido. El Che no me cayó bien. Como era argentino, se creía mejor, qué iba a creer en mí, un pobre diablo. Ahí se equivoca el Che”, dijo Lucio Urtubia en una entrevista con el periodista español Jordi Évole.
La negativa del régimen cubano hizo que Urtubia Jiménez, uno de los líderes anarquistas que en los 60 se camuflaban en París, cambiara de plan. “Además, nuestros abogados nos dijeron que, si nos pillaban, nos daban 20 años de cárcel. Por eso decidimos fabricar otra cosa”. Otra cosa. Así nada más.
Urtubia, que entonces tenía 31 años, puso contra las cuerdas al First National City Bank (hoy conocido como el City Bank) con un plan similar al que le había propuesto a Guevara. “Compré en Bruselas 30.000 francos en travellers cheques con documentación falsa. Después compré el papel para las falsificaciones. Costó imitarlos. ¡Es muy difícil llegar a la perfección! Yo daba el visto bueno, pero no fabricaba los cheques porque no sé nada de imprentero”, le dijo Urtubia a El País en noviembre de 2007.
Con toneladas de cheques falsos distribuidos por Madrid, Barcelona, París, Bruselas, entre otras ciudades de Europa, más de 40 personas entraban a la misma hora a la entidad bancaria y hacían el cambio de los cheques.
“Lograron conseguir siete millones de pesetas de hace 30 años. Esa misma cantidad la obtenían con la misma facilidad y precisión durante varias semanas. Se habla que lograron hurtar 20 millones de dólares”, dice José Mari Espinoza Zabalegui, editor editorial de Txalapata. La operación ilícita llevó casi que a la quiebra al City Bank.
¿Pero, para qué quería Lucio Urtubia Jiménez y su banda tanto dinero? “Para la causa anarquista. No me quedé con un solo peso. El que necesitaba, tomaba algo de dinero, el resto era para esa causa”. Querían abolir el franquismo y destrozar lo que quedaba del fascismo en Europa.
Además, los Montoneros, Tupamaros, miembros del ERP y revolucionarios latinoamericanos de toda índole, recibieron plata producto de este y otros golpes que lideró el español que nació en Cascante, Navarra, en febrero de 1931. "He sido un muerto de hambre y el ser muerto de hambre es lo que me ha dado mi riqueza. No tuve que hacer ningún esfuerzo para perder el respeto porque esta sociedad no se merece ciertos respetos".
Esa causa, ha explicado Urtubia, era cuestionar al sistema en general y al sistema bancario en particular. Por eso le llaman el último anarquista.
“Robar a un banco no es robar. Robar es esta gente que está robando a todos los pobres. Eso sí es robar. Quitarles a los que sudan para tener unos euros, eso sí que lo es”, dice Pili Urtubia, hermana de Lucio.
“Yo no robaba, expropiaba. El que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón. Es un honor robar a un banco. Si la gente pudiera lo haría, no lo hacen porque no pueden o porque no saben”, agrega en la entrevista con Évole, Lucio Urtubia. (La charla está en la serie “Salvados”, una serie de entrevistas que se puede ver en Netflix).
Después de varios meses de investigaciones, la gendarmería francesa captura a Urtubia, cuyo oficio en ese entonces era ser albañil. Apresarlo no sirvió de nada. La operación de los cheques falsos seguía en marcha pese a que el jefe de aquella estructura estuviera tras las rejas. El City Bank seguía con saldo en rojo y cada vez más cerca de quedar tirado en la lona.
Esa situación le dio a Urtubia un amplio margen de negociación. Consideraba, con certeza, que pese a lo que había hecho, no había motivos para que estuviese preso y le propone un negocio al banco.
“En aquella reunión fui a saludar a la gerente del banco, le tiendo la mano, y el gilipollas, con desprecio, me dice: ‘no saludo a los criminales’.
Me cago en Dios, yo criminal no soy. Ustedes son los criminales. Ustedes no saben más que hacer guerras y muertos. Ustedes son los dueños del mundo con los dólares, pero eso no les va a servir de nada. Si pagan se soluciona, sino pagan la cosa sigue”, le advirtió Lucio a aquel hombre.
“En esa negociación dieron lo que yo les pedí. Bastante dinero. A cambio les di algunas placas de falsificación y ese es el cabreo de ellos. Es la victoria de David contra Goliat. Y eso es lo que hay que hacer”, insiste.
“El final de la historia demuestra cómo Lucio tiene razón en todo lo que dice: los bancos están por encima de la justicia. Lucio tenía que haber acabado en la cárcel durante muchos años por ser un gran falsificador y sin embargo queda libre porque el banco quiere. Ellos son el Estado”, reflexiona José Mari Espinoza Zabalegui en la entrevista que está en “Salvados” de Netflix.
El del banco no fue, desde luego, el único roo que cometió Lucio, ese era la “prefectura anarquista”. El primer robo del anarquista español, lo cometió antes de los 18 años, cuando prestaba el servicio militar. Sustrajo, del almacén de una academia militar, toda clases de artículos que después vendía en el mercado negro.
“Cuando fui al servicio militar, yo, que nunca había tenido camisa, y del día a la mañana me encuentro con miles de camisas, miles de pantalones, miles de todo lo que habí y les empiezo a robar. Qué placer robar a la patria aquella. Esta tierra no me había dado más que hambre, injusticia y crímenes. Eso es lo que yo viví de niño. ¿Cómo iba a querer a aquella patria? Aquella patria de imbéciles que no habían hecho más que injusticias”.
Por suerte, para su suerte, el día que descubrieron el robo, estaba de descanso. Por esa razón huye a París y conociéndose con los anarquistas más racalsitrantes de la época, entre ellos, Francesc Sabaté Llopart, más conocido como Quico Sabaté, a quien reconoce como su maestro.
“Ojalá que estos sistemas fueran la solución, pero sabemos que está gente no se va a ningún sitio. La anarquía tampoco es la solución, nadie tiene la solución, por eso hay que luchar”.
Sinopsis de ”Lucio”, el documental
“Anarquistas ha habido y sigue habiendo bastantes en el mundo. Los que han tenido que cometer atracos o introducirse en el contrabando para la causa son numerosos. Los que han discutido estrategias con El Ché o han ayudado a Eldridge Cleaver -el líder de los Panteras Negras- son los menos. Los que unido a todo lo anterior, hayan conseguido poner contra las cuerdas al banco más poderoso del planeta mediante la falsificación masiva de traveller checks, y sin faltar un solo día a su trabajo de albañil de construcción, sólo hay uno. Lucio Urtubia, hijo de Cascante (Navarra). Lucio, hoy en día, vive en Paris, retirado. Ha sido testigo -muchas veces parte activa- de varios acontecimientos históricos que se han dado la segunda mitad del siglo XX”.
Vea AQUI
El director de teatro español, Albert Boadella, dice que Lucio Urtubia siempre fue “un Quijote que no luchó contra molinos de viento, sino contra gigantes de verdad”. Esos gigantes eran los bancos, que en realidad, estaban representados en uno solo: el sistema. Hasta el último día de su vida el nacido en Cascante (1931) se mostró en contra del sistema capitalista.
Lucio Urtubia Jiménez tenía un plan para desestabilizar el imperio que había construido Estados Unidos. En 1962, ya con Fidel Castro en el poder y con Ernesto el “Che” Guevara viajando por todo Europa en su rol de jefe del Banco Nacional de Cuba, Urtubia le expuso en París al guerrillero argentino su plan maestro: falsificar toneladas de dólares y distribuirlos por todo el mundo.
Urtubia consideraba que, con la danza de dólares fabricada a escondidas de la banca estadounidense, la moneda del imperio se empezaría a devaluar y con ella el imperio mismo. La idea era que Urtubia haría las planchas para falsificar los dólares y Cuba haría la producción y distribución. No había pierde, pensaba Lucio.
A la reunión con el Che el anarquista español llevó un par de dólares falsos para mostrar la calidad del producto. Guevara los guardó en su bolsillo y le dijo que estudiaría la propuesta. Meses después la negativa llegó desde La Habana. Guevara no veía claro el plan.
“Nosotros éramos unos chapuceros y hacíamos lo que podíamos, pero Cuba tenía la posibilidad de hacer lo que hacía los Estados Unidos y fabricar las toneladas que hubiera querido. El Che no me cayó bien. Como era argentino, se creía mejor, qué iba a creer en mí, un pobre diablo. Ahí se equivoca el Che”, dijo Lucio Urtubia en una entrevista con el periodista español Jordi Évole.
La negativa del régimen cubano hizo que Urtubia Jiménez, uno de los líderes anarquistas que en los 60 se camuflaban en París, cambiara de plan. “Además, nuestros abogados nos dijeron que, si nos pillaban, nos daban 20 años de cárcel. Por eso decidimos fabricar otra cosa”. Otra cosa. Así nada más.
Urtubia, que entonces tenía 31 años, puso contra las cuerdas al First National City Bank (hoy conocido como el City Bank) con un plan similar al que le había propuesto a Guevara. “Compré en Bruselas 30.000 francos en travellers cheques con documentación falsa. Después compré el papel para las falsificaciones. Costó imitarlos. ¡Es muy difícil llegar a la perfección! Yo daba el visto bueno, pero no fabricaba los cheques porque no sé nada de imprentero”, le dijo Urtubia a El País en noviembre de 2007.
Con toneladas de cheques falsos distribuidos por Madrid, Barcelona, París, Bruselas, entre otras ciudades de Europa, más de 40 personas entraban a la misma hora a la entidad bancaria y hacían el cambio de los cheques.
“Lograron conseguir siete millones de pesetas de hace 30 años. Esa misma cantidad la obtenían con la misma facilidad y precisión durante varias semanas. Se habla que lograron hurtar 20 millones de dólares”, dice José Mari Espinoza Zabalegui, editor editorial de Txalapata. La operación ilícita llevó casi que a la quiebra al City Bank.
¿Pero, para qué quería Lucio Urtubia Jiménez y su banda tanto dinero? “Para la causa anarquista. No me quedé con un solo peso. El que necesitaba, tomaba algo de dinero, el resto era para esa causa”. Querían abolir el franquismo y destrozar lo que quedaba del fascismo en Europa.
Además, los Montoneros, Tupamaros, miembros del ERP y revolucionarios latinoamericanos de toda índole, recibieron plata producto de este y otros golpes que lideró el español que nació en Cascante, Navarra, en febrero de 1931. "He sido un muerto de hambre y el ser muerto de hambre es lo que me ha dado mi riqueza. No tuve que hacer ningún esfuerzo para perder el respeto porque esta sociedad no se merece ciertos respetos".
Esa causa, ha explicado Urtubia, era cuestionar al sistema en general y al sistema bancario en particular. Por eso le llaman el último anarquista.
“Robar a un banco no es robar. Robar es esta gente que está robando a todos los pobres. Eso sí es robar. Quitarles a los que sudan para tener unos euros, eso sí que lo es”, dice Pili Urtubia, hermana de Lucio.
“Yo no robaba, expropiaba. El que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón. Es un honor robar a un banco. Si la gente pudiera lo haría, no lo hacen porque no pueden o porque no saben”, agrega en la entrevista con Évole, Lucio Urtubia. (La charla está en la serie “Salvados”, una serie de entrevistas que se puede ver en Netflix).
Después de varios meses de investigaciones, la gendarmería francesa captura a Urtubia, cuyo oficio en ese entonces era ser albañil. Apresarlo no sirvió de nada. La operación de los cheques falsos seguía en marcha pese a que el jefe de aquella estructura estuviera tras las rejas. El City Bank seguía con saldo en rojo y cada vez más cerca de quedar tirado en la lona.
Esa situación le dio a Urtubia un amplio margen de negociación. Consideraba, con certeza, que pese a lo que había hecho, no había motivos para que estuviese preso y le propone un negocio al banco.
“En aquella reunión fui a saludar a la gerente del banco, le tiendo la mano, y el gilipollas, con desprecio, me dice: ‘no saludo a los criminales’.
Me cago en Dios, yo criminal no soy. Ustedes son los criminales. Ustedes no saben más que hacer guerras y muertos. Ustedes son los dueños del mundo con los dólares, pero eso no les va a servir de nada. Si pagan se soluciona, sino pagan la cosa sigue”, le advirtió Lucio a aquel hombre.
“En esa negociación dieron lo que yo les pedí. Bastante dinero. A cambio les di algunas placas de falsificación y ese es el cabreo de ellos. Es la victoria de David contra Goliat. Y eso es lo que hay que hacer”, insiste.
“El final de la historia demuestra cómo Lucio tiene razón en todo lo que dice: los bancos están por encima de la justicia. Lucio tenía que haber acabado en la cárcel durante muchos años por ser un gran falsificador y sin embargo queda libre porque el banco quiere. Ellos son el Estado”, reflexiona José Mari Espinoza Zabalegui en la entrevista que está en “Salvados” de Netflix.
El del banco no fue, desde luego, el único roo que cometió Lucio, ese era la “prefectura anarquista”. El primer robo del anarquista español, lo cometió antes de los 18 años, cuando prestaba el servicio militar. Sustrajo, del almacén de una academia militar, toda clases de artículos que después vendía en el mercado negro.
“Cuando fui al servicio militar, yo, que nunca había tenido camisa, y del día a la mañana me encuentro con miles de camisas, miles de pantalones, miles de todo lo que habí y les empiezo a robar. Qué placer robar a la patria aquella. Esta tierra no me había dado más que hambre, injusticia y crímenes. Eso es lo que yo viví de niño. ¿Cómo iba a querer a aquella patria? Aquella patria de imbéciles que no habían hecho más que injusticias”.
Por suerte, para su suerte, el día que descubrieron el robo, estaba de descanso. Por esa razón huye a París y conociéndose con los anarquistas más racalsitrantes de la época, entre ellos, Francesc Sabaté Llopart, más conocido como Quico Sabaté, a quien reconoce como su maestro.
“Ojalá que estos sistemas fueran la solución, pero sabemos que está gente no se va a ningún sitio. La anarquía tampoco es la solución, nadie tiene la solución, por eso hay que luchar”.
Sinopsis de ”Lucio”, el documental
“Anarquistas ha habido y sigue habiendo bastantes en el mundo. Los que han tenido que cometer atracos o introducirse en el contrabando para la causa son numerosos. Los que han discutido estrategias con El Ché o han ayudado a Eldridge Cleaver -el líder de los Panteras Negras- son los menos. Los que unido a todo lo anterior, hayan conseguido poner contra las cuerdas al banco más poderoso del planeta mediante la falsificación masiva de traveller checks, y sin faltar un solo día a su trabajo de albañil de construcción, sólo hay uno. Lucio Urtubia, hijo de Cascante (Navarra). Lucio, hoy en día, vive en Paris, retirado. Ha sido testigo -muchas veces parte activa- de varios acontecimientos históricos que se han dado la segunda mitad del siglo XX”.
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