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“El regreso de las obras es un acto de reparación”, dijo la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky. “Sabemos que el contexto en el que se dio el préstamo de estas obras a la Escuela Militar es parte de una historia muy oscura para nosotros como país. (...) Es importante ir restituyendo aquello que se tomó en esa época”, agregó.
Las seis obras en mármol, que pesan entre una y tres toneladas, son en su mayoría reproducciones de piezas clásicas emblemáticas de la Grecia Antigua y forman parte de la colección fundacional del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago, inaugurado en 1910.
Varias son versiones de autores sin identificar, fechadas cerca de 1900 y en el siglo XIX. También hay copias de obras de los artistas italianos Antonio Canova y Ernesto Gazzeri.
Se trata de “Lacoonte y sus hijos”, “El gladiador herido” o “Gálata Morente”, “Apolo Musageta” o “Apolo Citadero”, “Venus de Médici”, “Damoxenos”, y “Creugas”.
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Las esculturas fueron sacadas del museo en octubre de 1973, semanas después del golpe de Estado encabezado por Pinochet, cuya dictadura se extendió por 17 años y dejó un saldo de más de 3.200 víctimas, entre muertos y desaparecidos.
Las autoridades del Museo Nacional de Bellas Artes desconocen los detalles del operativo que las trasladó a la Escuela Militar en el occidente de Santiago.
Según un documento del recinto castrense, del 28 de octubre de 1973, se establece que las esculturas quedaron ahí “en calidad de préstamo temporal”.
“Ya no hay muchos testigos” vivos de lo que ocurrió entonces, explicó el actual director del museo, Fernando Pérez.
“Resistencia total”
El regreso de las obras al Museo Nacional de Bellas Artes no fue un proceso fácil. Comenzó a gestarse en octubre de 2021 cuando el director del museo pidió formalmente su devolución para exhibirlas en una exposición sobre la mirada del arte europeo desde América Latina. Sin embargo, no llegaron a tiempo por la negativa inicial de la Escuela Militar a devolverlas.
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“Hubo una resistencia total”, recordó Pérez. Incluso el Ejército se quejó por el pedido de restitución ante el gobierno del entonces presidente Sebastián Piñera (2018-2022). Según Pérez, se le informó que esas esculturas formaban parte “del acervo paisajístico, psicológico y mental de los militares”, y que no podían deshacerse de ellas.
Meses después, al museo se le comunicó que el Ejército iba a solicitar formalmente que la propiedad de las piezas fuese transferida a esa rama de las Fuerzas Armadas.
Pero todo cambió tras la llegada al poder en marzo pasado del presidente izquierdista Gabriel Boric. Una nueva solicitud de devolución, esta vez del Ministerio de las Culturas, logró que el Ejército accediera al reclamo.
Se inició entonces el complejo proceso de mudanza, que contó con el aporte financiero de privados. El embalaje y el traslado de las obras desde la Escuela Militar al Museo Nacional de Bellas Artes, a unos 7 km de distancia, tomó 13 días.
En una comunicación oficial, el Ejército informó de la devolución de las seis esculturas “que se encontraban en préstamo y exhibición en el Instituto de formación de los oficiales”.
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En el texto, el director de la Escuela Militar, coronel Fernando Silva, expresó su “reconocimiento al museo por la confianza depositada en la Escuela Militar durante 49 años”.
Las esculturas están en exhibición para el público en general desde el 20 de diciembre pasado.
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