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La visita hace diez días de Verónica Alcocer a Venezuela ha despertado preocupación en el sector cultural. La reunión de la primera dama colombiana con Cilia Flores, esposa de Nicolás Maduro, en Caracas, tuvo como objetivo “afianzar el trabajo conjunto entre las naciones, conocer el sistema de bandas venezolano y su posibilidad de adaptarlo en Colombia, como un aporte al desarrollo físico y cognitivo de niñas, niños y adolescentes, así como fomentar la riqueza cultural que posee el territorio”. Al encuentro también asistió el viceministro de Creatividad y Cultura Naranja, Jorge Ignacio Zorro.
Junto con la primera dama visitaron el Centro Nacional de Acción Social por la Música. Tras el encuentro, el presidente Gustavo Petro afirmó, vía Twitter, que “El Sistema”, como se le conoce al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, “es reconocido en el mundo” y que este año despegará “el sistema orquestal colombiano ligado a todo el sistema educativo”.
La primera dama fue con el maestro Zorro funcionario de mincultura, a ver el sistema orquestal venezolano en música clásica que tiene 45 años de existencia y es reconocido en el mundo.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) February 1, 2023
Despegaremos en este año el sistema orquestal colombiano ligado a todo el sistema educativo https://t.co/vhY9UeOVQT
A raíz de esto, más de 2,200 personajes del sector musical -músicos, gestores culturales, docentes e investigadores de diferentes disciplinas y regiones del país- firmaron una carta dirigida al presidente, expresando su “profunda preocupación” por los anuncios. “Numerosos estudios han mostrado que “El Sistema” se ha dado a conocer gracias a un enorme aparato propagandístico y toda esta publicidad sobre su pretendido impacto ha servido para ocultar sus problemas y sus efectos nocivos sobre la cultura”, aseguran.
Los firmantes enumeraron diez fallas que encuentran en el Sistema de Orquestas venezolano. Afirman que, por ejemplo, “se trata de un modelo con muy baja participación de los sectores más marginados”, con una “estructura jerárquica” que “genera situaciones propicias para abusos de poder, así como para el silencio cómplice sobre conductas abusivas”. De acuerdo con estos músicos, se trata de una apuesta que prioriza el espectáculo y que está desconectada de las realidades sociales, sonoras y musicales de los territorios.
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Aseveran que este sistema “perpetúa lógicas coloniales”, en parte porque su “excelencia se mide únicamente en los parámetros del mundo musical clásico centro-europeo y desde el concepto de formación de talentos”. Y además, que se trata de un modelo costoso, “que no está atado a dinámicas culturales vivas y autónomas, lo cual lo condena a una dependencia excesiva de recursos estatales”.
Los representantes del sector, entre los que se encuentran Susana Boreal y Óscar Hernández, dicen estar convencidos de que “la diversidad cultural” -en específico las prácticas musicales diversas- es clave para la apuesta por una paz total”. “Por estas razones nos preocupa el énfasis que su gobierno ha puesto en el fomento de una práctica que se caracteriza precisamente por funcionar como un monocultivo basado en una pretendida supremacía estética, visto bajo una idea de ‘democratización’ de un solo tipo de cultura musical (el predominio del formato sinfónico y el repertorio europeo)”, se lee en la carta que se encuentra en la página web Change.org
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Los músicos hicieron referencia a una de las afirmaciones del viceministro Zorro, quien en el II Encuentro Nacional del Sector de la Música, que se llevó a cabo en noviembre de 2022, mencionó que el “‘Sistema Nacional de Organizaciones Artísticas Colectivas’ tendría entre sus enfoques uno orientado a la formación musical competitiva en pro de la ‘perfectibilidad’ humana, basado en lo que él llama un ‘Estatuto Epistemológico’ de la música”. De acuerdo con la carta, esto resulta problemático porque “va en contra, no solo de las políticas de este gobierno, sino también de la Constitución de 1991, de la Ley General de Cultura de 1997 y de los esfuerzos que se han hecho en el Ministerio de Cultura durante los últimos 30 años”.
Quienes firmaron la carta hicieron referencia a la masacre de El Salado, la cual, como bien lo contó Alberto Salcedo Ramos fue “amenizada con gaitas”. Esto para desmentir la conocida frase de “un niño que empuñe un instrumento musical jamás empuñará un fusil”. Según ellos, la frase “refleja una comprensión errada sobre el papel de las prácticas culturales en la sociedad. El arte entendido como una esfera autónoma no puede garantizar procesos sociales. Pero las prácticas que emergen de las comunidades y de sus tradiciones, que están ancladas a su cotidianidad y que reflejan sus valores y creencias, deben ser protegidas, fomentadas y desarrolladas desde la gestión e inversión pública pues constituyen la mejor posibilidad que tenemos para formar sentidos de pertenencia, sentidos de sociedad, sentidos de lo público”.
Finalmente, los músicos rescataron la importancia del Plan Nacional de Música para la Convivencia y su fortalecimiento para cumplir aquellos propósitos y solicitaron que se reconsiderara la implementación del proyecto basado en “El Sistema”. Además, solicitaron la creación de una mesa técnica consultiva “para la revisión y construcción conjunta de la política musical que se está formulando”.
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