Nicolás Buenaventura: “Las virtudes están pegaditas a los vicios”
Nicolás Buenaventura, escritor, guionista y director de cine, habló sobre su nueva película “Kairós” (2021), que narra la historia de Amaranto, un hombre que es despedido de su trabajo y continúa regresando hasta que un día tiene la oportunidad de realizar un sutil desquite.
Juan Pablo Franky
Nicolás Buenaventura, de sonrisa fácil y carácter afable, nació en Cali en 1962. Es narrador, escritor, guionista y director de cine. Hablamos con él sobre su arte y su nueva película Kairós (2021), en donde cuenta la historia de Amaranto, un hombre que es despedido de su trabajo en un banco, pero continúa regresando todos los días para prestar pequeños servicios, hasta que un día tiene la oportunidad de realizar un sutil desquite tan simple como extraordinario.
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Nicolás Buenaventura, de sonrisa fácil y carácter afable, nació en Cali en 1962. Es narrador, escritor, guionista y director de cine. Hablamos con él sobre su arte y su nueva película Kairós (2021), en donde cuenta la historia de Amaranto, un hombre que es despedido de su trabajo en un banco, pero continúa regresando todos los días para prestar pequeños servicios, hasta que un día tiene la oportunidad de realizar un sutil desquite tan simple como extraordinario.
¿Cuál es el objetivo de sus creaciones artísticas?
Nunca he pretendido que los cuentos o las películas que hago tengan que darme éxito, tengan que darme renombre, tengan que darme dinero, no es ese el objetivo. El objetivo es darle sentido a lo insensato. A tanta insensatez alrededor. Insensatez quiero decir en todos los sentidos de la palabra. Uno tiene que creérselas para poder seguir viviendo, tiene que creer que, de alguna manera, hay sentidos o que uno puede encontrar sentidos.
¿Cómo vive el proceso creativo? ¿Qué lo motiva a crear?
Los problemas. La palabra “problema” es genial: “pro” es lo que va adelante y “blema” es lo que se lanza, entonces problema es lo que está lanzado adelante, lo que va delante de uno. Los problemas tienen que ver, por supuesto, con muchas cosas que me conmueven profundamente. La emoción es lo que me pone en movimiento. Problemas que veo a mi alrededor, que me duelen, me afectan o me producen una extraña alegría o nostalgia. Problemas que me dejan pensando y me despiertan a las 5 de la madrugada.
Si tuviera que elegir una forma expresiva entre la literatura, el cine o el teatro, ¿con cuál se quedaría?
Nunca me he hecho esa pregunta porque no quiero responderla. Nunca quisiera tener que elegir. Por ejemplo, nunca trato de darle forma de película a un cuento, ni trato de darle forma de cuento a una película. Cuando se me ocurre una película desde el principio llega en sonidos y en imágenes, no es algo que pueda contar; de hecho, tengo muchas dificultades con los pitchs, la sinopsis y todos esos elementos que pretenden reducir la película a una historia: si la pudiera contar, no necesitaría hacerla. La película que voy a hacer necesito hacerla porque no puedo contarla en palabras. Podría, si me lo permites, decir que no soy yo quien elijo. Esa decisión no depende de mí. El proyecto llega ya con una forma: o es granito o es mármol o es arcilla, pero no puedo cambiarle la forma. Él en su forma ya tiene un sentido y es él quien la dicta.
Su película “Kairós” cuenta la historia de un hombre con hermosas cualidades humanas. Hablemos del protagonista de su película. ¿Se inspiró en alguien de la vida real para crear a Amaranto?
Sí, he conocido varios Amarantos. Una vez fuimos al Chocó y había un hombre que se llamaba Neftalí. Íbamos en un viaje con Enrique, mi padre, y Jacqueline, mi madre, y se nos acabó el dinero. No teníamos cómo volver y, de pronto, Jacqueline le dijo a un señor: “Mire, nosotros necesitamos volver a Cali y no tenemos dinero. ¿Le puedo hacer un cheque?”. Era un señor de un pueblito, y dijo: “No hay ningún problema, yo los llevo. Después paso por Cali y me pagan”. Ese señor confió absolutamente en nosotros y nos llevó, nos sacó de ese problema en su canoa. Cuatro meses después él fue a buscarnos con una absoluta confianza. En un mundo de tanta desconfianza y tanto discurso de inseguridad, he encontrado gente que está dispuesta a tener confianza. Está dispuesta a confiar. Eso lo he encontrado en el Pacífico colombiano porque vengo de allá, porque allá crecí, pero estos casos, seguramente, existirán en muchos otros lugares de Colombia. He conocido gente absolutamente incorruptible, gente que no se vende por plata. Eso fue lo que quise para el personaje de Amaranto, para la película.
El personaje de su película logra algo imposible: aprovecha el momento justo y se vuelve invisible. ¿Cree que ser invisible es una virtud?
No sé si es una virtud, en todo caso no es solamente una calamidad. Hay que pensar que las virtudes están pegaditas a los vicios y los desastres. No están al frente, no son opuestas, sino que muchas veces van juntas, están al lado. De pronto mi interés en el cine es la posibilidad de explorar lo invisible o las invisibilidades. De pronto lo que más me interesa en el cine es justamente lo invisible y ese es un oxímoron. Es una contradicción brutal. ¿Cómo se utiliza el cine para explorar lo invisible? De pronto en los cuentos sería más fácil, pero no lo sé, ahora que me lo preguntas se me antoja esa posibilidad; en todo caso, se me aparece como un nuevo problema esa relación con la invisibilidad.
“Kairós” significa momento adecuado u oportuno. En la teología cristiana se lo asocia con el “tiempo de Dios”. ¿Qué le ofrece este concepto?
Tenía la historia de un hombre que lograba darle sentido a su invisibilidad, que regresaba al banco después de haber perdido un trabajo al que le había entregado la vida entera. Todo eso lo tenía en la cabeza, pero no lograba armar el sentido de la película hasta que apareció esa figura de Kairós. Ese otro tiempo, que creo que es muy subversivo, existe en muchas culturas. Un tiempo que no se puede vender. Es el tiempo de las cosas, es el tiempo de actuar. Cada cosa tiene su tiempo y el capitalismo viene a imponerles un tiempo a todos los otros tiempos. Un único tiempo. El tiempo de la producción, el tiempo de lo que hay que entregar, vender, lograr y que hay que terminar. Ese otro tiempo me dio una manera distinta de ver el mundo, de escuchar lo que se dice a mi alrededor. Un tiempo inalienable, ese tiempo que nadie te puede quitar, ese fue el que me permitió construir esta ficción.
¿Por qué o para qué ver “Kairós”?
Pienso que es una elección y uno se construye con sus elecciones. Personalmente, con esta película me he hecho humano, porque uno no es humano, uno se hace humano a través de lo que va haciendo, sobre todo a través de las elecciones. Propongo entonces elegir esta película y que la gente la elija. La dignidad es muy importante en el momento de elegir, no hay que olvidar la dignidad, y esta película habla de eso, de elegir la dignidad. Nicolás Buenaventura, de sonrisa fácil y carácter afable, nació en Cali en 1962. Es narrador, escritor, guionista y director de cine. Hablamos con él sobre su arte y su nueva película Kairós (2021), en donde cuenta la historia de Amaranto, un hombre que es despedido de su trabajo en un banco, pero continúa regresando todos los días para prestar pequeños servicios, hasta que un día tiene la oportunidad de realizar un sutil desquite tan simple como extraordinario.
¿Cuál es el objetivo de sus creaciones artísticas?
Nunca he pretendido que los cuentos o las películas que hago tengan que darme éxito, tengan que darme renombre, tengan que darme dinero, no es ese el objetivo. El objetivo es darle sentido a lo insensato. A tanta insensatez alrededor. Insensatez quiero decir en todos los sentidos de la palabra. Uno tiene que creérselas para poder seguir viviendo, tiene que creer que, de alguna manera, hay sentidos o que uno puede encontrar sentidos.
¿Cómo vive el proceso creativo? ¿Qué lo motiva a crear?
Los problemas. La palabra “problema” es genial: “pro” es lo que va adelante y “blema” es lo que se lanza, entonces problema es lo que está lanzado adelante, lo que va delante de uno. Los problemas tienen que ver, por supuesto, con muchas cosas que me conmueven profundamente. La emoción es lo que me pone en movimiento. Problemas que veo a mi alrededor, que me duelen, me afectan o me producen una extraña alegría o nostalgia. Problemas que me dejan pensando y me despiertan a las 5 de la madrugada.
Si tuviera que elegir una forma expresiva entre la literatura, el cine o el teatro, ¿con cuál se quedaría?
Nunca me he hecho esa pregunta porque no quiero responderla. Nunca quisiera tener que elegir. Por ejemplo, nunca trato de darle forma de película a un cuento, ni trato de darle forma de cuento a una película. Cuando se me ocurre una película desde el principio llega en sonidos y en imágenes, no es algo que pueda contar; de hecho, tengo muchas dificultades con los pitchs, la sinopsis y todos esos elementos que pretenden reducir la película a una historia: si la pudiera contar, no necesitaría hacerla. La película que voy a hacer necesito hacerla porque no puedo contarla en palabras. Podría, si me lo permites, decir que no soy yo quien elijo. Esa decisión no depende de mí. El proyecto llega ya con una forma: o es granito o es mármol o es arcilla, pero no puedo cambiarle la forma. Él en su forma ya tiene un sentido y es él quien la dicta.
Su película “Kairós” cuenta la historia de un hombre con hermosas cualidades humanas. Hablemos del protagonista de su película. ¿Se inspiró en alguien de la vida real para crear a Amaranto?
Sí, he conocido varios Amarantos. Una vez fuimos al Chocó y había un hombre que se llamaba Neftalí. Íbamos en un viaje con Enrique, mi padre, y Jacqueline, mi madre, y se nos acabó el dinero. No teníamos cómo volver y, de pronto, Jacqueline le dijo a un señor: “Mire, nosotros necesitamos volver a Cali y no tenemos dinero. ¿Le puedo hacer un cheque?”. Era un señor de un pueblito, y dijo: “No hay ningún problema, yo los llevo. Después paso por Cali y me pagan”. Ese señor confió absolutamente en nosotros y nos llevó, nos sacó de ese problema en su canoa. Cuatro meses después él fue a buscarnos con una absoluta confianza. En un mundo de tanta desconfianza y tanto discurso de inseguridad, he encontrado gente que está dispuesta a tener confianza. Está dispuesta a confiar. Eso lo he encontrado en el Pacífico colombiano porque vengo de allá, porque allá crecí, pero estos casos, seguramente, existirán en muchos otros lugares de Colombia. He conocido gente absolutamente incorruptible, gente que no se vende por plata. Eso fue lo que quise para el personaje de Amaranto, para la película.
El personaje de su película logra algo imposible: aprovecha el momento justo y se vuelve invisible. ¿Cree que ser invisible es una virtud?
No sé si es una virtud, en todo caso no es solamente una calamidad. Hay que pensar que las virtudes están pegaditas a los vicios y los desastres. No están al frente, no son opuestas, sino que muchas veces van juntas, están al lado. De pronto mi interés en el cine es la posibilidad de explorar lo invisible o las invisibilidades. De pronto lo que más me interesa en el cine es justamente lo invisible y ese es un oxímoron. Es una contradicción brutal. ¿Cómo se utiliza el cine para explorar lo invisible? De pronto en los cuentos sería más fácil, pero no lo sé, ahora que me lo preguntas se me antoja esa posibilidad; en todo caso, se me aparece como un nuevo problema esa relación con la invisibilidad.
“Kairós” significa momento adecuado u oportuno. En la teología cristiana se lo asocia con el “tiempo de Dios”. ¿Qué le ofrece este concepto?
Tenía la historia de un hombre que lograba darle sentido a su invisibilidad, que regresaba al banco después de haber perdido un trabajo al que le había entregado la vida entera. Todo eso lo tenía en la cabeza, pero no lograba armar el sentido de la película hasta que apareció esa figura de Kairós. Ese otro tiempo, que creo que es muy subversivo, existe en muchas culturas. Un tiempo que no se puede vender. Es el tiempo de las cosas, es el tiempo de actuar. Cada cosa tiene su tiempo y el capitalismo viene a imponerles un tiempo a todos los otros tiempos. Un único tiempo. El tiempo de la producción, el tiempo de lo que hay que entregar, vender, lograr y que hay que terminar. Ese otro tiempo me dio una manera distinta de ver el mundo, de escuchar lo que se dice a mi alrededor. Un tiempo inalienable, ese tiempo que nadie te puede quitar, ese fue el que me permitió construir esta ficción.
¿Por qué o para qué ver “Kairós”?
Pienso que es una elección y uno se construye con sus elecciones. Personalmente, con esta película me he hecho humano, porque uno no es humano, uno se hace humano a través de lo que va haciendo, sobre todo a través de las elecciones. Propongo entonces elegir esta película y que la gente la elija. La dignidad es muy importante en el momento de elegir, no hay que olvidar la dignidad, y esta película habla de eso, de elegir la dignidad.