Nicolás Montero: “Solo si cargas con la muerte en el hombro, podrás significar la angustia de vivir”
Nicolás Montero habló para El Espectador sobre las preguntas que le han surgido a raíz de la crisis por el COVID-19. También habló sobre su mayor reto: convencer a los ciudadanos de que son creadores.
Laura Camila Arévalo Domínguez - Twitter: @lauracamilaad
Hubo un anterior encuentro en el que Nicolás Montero habló sobre la creación y su relación con la ciudadanía. Dijo que uno de sus retos más grandes era lograr que las personas entendiéramos que no teníamos que ser artistas para ser creadores. Que teníamos ese derecho y que, además, no dependía de los demás. Eso que dijo antes, y que profundiza ahora por medio de esta entrevista, se lee a veces muy sencillo, otras muy abstracto y en ocasiones muy difícil. Como si fuese un asunto filosófico y lleno de arandelas que solo le compete al arte.
El momento actual ha suscitado miles de preguntas sobre el sentido de la vida: ¿Por qué nos llegó esta pandemia? ¿Nos vamos a morir? ¿Para qué estamos vivos? ¿Esto se terminará? ¿Habrá alguna forma de hacer algo por esto?, y miles más. Montero, que dice que no tiene respuestas, que más bien está lleno de preguntas, sugiere que es posible trabajar para “que de esta experiencia se tengan buenas memorias. Para que sea, dentro de las posibilidades, una buena experiencia”. Consciente de que en Colombia vivimos en medio de una desigualdad “que nos rebasa”, habla de las circunstancias particulares de cada ciudadano. De la lógica de los rompecabezas y de la capacidad que tiene cada persona para convertir su casa en un lienzo en blanco que resignificará en cuanto le ponga colores, rayas, letras. Del poder de transformar nuestra vida y las de los demás en la obra más importante…
Le sugerimos leer: De la ministra de Cultura a los artistas: "No crean en noticias falsas"
Hablemos de la creación y de por qué este es un concepto que no solamente debería importarles a los artistas...
La potencia de la creación es la de resignificar las realidades. A mí me gusta contar un ejemplo que encontré hace muy poco en la biblioteca de la cárcel Distrital: pregunté cuáles eran los libros que más consultaban. Me respondieron que los de la sección infantil. Pregunté por qué. Se me ocurrió, antes de que me dijeran algo, que esa sería la forma más sencilla de comenzar a leer. Me dijeron que sí, pero hubo una razón más importante: los internos iban a sacar libros para leerles a sus hijos por teléfono. Y ahí regreso a lo que te comentaba al principio: la creación siempre ha resignificado las realidades, las ha registrado, criticado y ha encontrado sus posibilidades. En este momento nos encontramos en una situación en la que tenemos que resignificar los espacios, los cuerpos y las relaciones. La creación, como siempre, estará presente.
Ahora todos tenemos que resignificar nuestra realidad...
Claro. El artista es el que a partir de lenguajes o procesos hace un producto que luego vende o pone en común, pero la resignificación es inherente a todos los seres humanos. Ese proceso de conciencia en el cual yo me reconozco en mi realidad y la transformo, es un derecho de todos. Es el derecho que tenemos a no sentirnos alienados. ¿Y qué es sentirse alienado? Es no reconocerse en el mundo. Por eso es que nos duele tanto cuando leemos a Kafka. Cuando, por ejemplo, nos cuenta que Gregorio Samsa contó que se despertó convertido en una cosa que no reconocía, ni siquiera su propio cuerpo. No reconocernos en el mundo que nos rodea es en gran parte lo que nos ha sucedido en la historia reciente.
¿Y qué es lo que pasa con la creación? ¿Qué hace?
Cuando estás creando, tomas decisiones para querer expresar algo. Eso hace que al final te relaciones con la obra de una manera consciente. Si consideras que la obra es un testimonio de esa interacción que tienes con lo que te rodea, estás teniendo un proceso consciente. Ese es un derecho de todo el mundo.
Se habla de creación y automáticamente se piensa en artistas. Para sacarlo de ese plano, ¿podríamos entonces hablar de la vida como la obra misma?
Claro, sin duda.
Uno se siente poderoso cuando escucha eso…
Tal cual, es correcto. Por eso es que a todos nos fascinó “La metamorfosis”, de Kafka: todos nos sentimos así. Por eso es que, por ejemplo, tener una conciencia sobre la lectura es tan importante. ¿Por qué leemos El Quijote hoy en día? Porque nos reconocemos en ese personaje. Pero eso no pasa espontáneamente: hay que hacer un esfuerzo. Tenemos que conseguir que todos los lenguajes nos conduzcan a eso. Por eso es que es importante la educación.
Aterricemos eso de “tomar decisiones conscientes” en la creación. Eso cómo lo entiendo si soy contador, economista, médica, mamá o abogada. ¿Cómo lo entiendo si no soy artista?
La creación no solamente tiene que ver con procesos artísticos. Claro, el arte ayuda mucho porque te conmina a hacer un testimonio de lo que estás “siendo”, de tus emociones. La emoción comienza a ser una variable muy importante de la comprensión. Pero es que si entendemos que haciendo las cosas mejor podemos acceder a ese deseado “ser mejor”, pues la pregunta se vuelve más concreta. Por eso es que dicen: uno es lo que hace.
Por ejemplo…
La diferencia está en, por ejemplo, decirle a un niño que sea mejor. ¿Dónde carajos está el “ser”?, podría ser la pregunta del niño. Pero cuando le dices que sea consciente de cada paso que dé y haga las cosas mejor, es diferente.
Accedo al “ser” a través de lo que hago…
Exacto. A través de la conciencia que tengas de cada evento cotidiano que te permita “ser”.
Apliquemos eso a las circunstancias actuales…
Tenemos muchos retos, pero solo quiero mencionar uno: la mayoría ahora está en la casa. Ahí está el mundo que ahora tenemos que resignificar, el que tenemos que volver a mirar. En este momento hay miles de niños a los que esta experiencia se les grabará en la memoria. Hay muchas personas alrededor de esos niños y niñas que, de alguna manera, son responsables de las memorias que les queden. Podrán ser memorias gratas o memorias ingratas. Tenemos que lograr tener la mejor experiencia posible a través de cada uno de los elementos que tengamos alrededor. Esa es una manera concreta de decir: ¿qué hacemos para que esto sea mejor?
Ahí es donde la creación comienza a actuar...
Por eso es que salen sugerencias como “coja el libro y léalo con el otro. Léalo en voces diferentes, coméntelo”, pero ese es solo un ejemplo. Tenemos una cantidad de problemas que nos rebasan. A mí me preocupa mucho la desigualdad en la que vivimos, pero en esa piecita del rompecabezas, igual que los internos que les leen libros a los niños por el teléfono desde el confinamiento, hay un espacio en el que la creación dignifica la vida. Ese es el espacio en el que uno es lo que hace. Tenemos que entender que cada espacio cotidiano de cada ser humano es el preciso para trabajar. Todos somos creadores capaces de transformar nuestra realidad. Es nuestro derecho.
Usted también se refirió a la atención al proceso, a los detalles. Más importante aún: dijo que ahora más que nunca es preciso encontrar la recompensa en el paso a paso. Encontrar placer…
Sí, claro, es que tenemos que encontrar la forma de que ese se convierta en un ejercicio de vida. La recompensa de que en cada paso que des sientas placer: el mayor premio. En la creación uno es consciente de la totalidad del proceso. Uno no es que tenga una habilidad, no es que tenga una obra, no es que tenga un lenguaje: uno es esa habilidad, esa obra y ese lenguaje. Si a eso además le agregas orgullo, pues chévere. Hay intangibles que nos dan grandes recompensas, pero que nadie puede medir: amor, orgullo, etc. Por ejemplo, hay sociedades que ven en la solidaridad un valor muy alto. Le asignan al ejercicio de la política espacios de solidaridad. Una vez estuve en los Montes de María, en las comunidades que habían sido más golpeadas por la violencia, y un señor levantó la mano y dijo: es que lo que nosotros queremos es preservar el amor. ¿Cómo haces para que cada institución o movimiento proteja y promueva el hecho de que tengamos una relación amorosa con los demás? Lo intangible, eso que no se puede medir, es en lo que los seres humanos encontramos las mayores recompensas. Estar consciente a través del conocimiento, hará que entiendas más lo que está pasando.
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Sobre lo que está pasando hay miles de preguntas existenciales, pero hablemos sobre una: ¿para qué hacer el esfuerzo? ¿Para qué todo ese despertar de conciencia si esto aún no tiene un fin visible?
Porque esa es la vida que tenemos. El futuro es una cosa que no conocemos. Lo que tenemos es el presente. Si somos consecuentes y cuidamos este presente, será más posible el futuro que deseamos. ¿Para dónde va el futuro? En la posguerra, Samuel Beckett escribió las obras que después llamaron el teatro del absurdo, en donde, en teoría, nada tenía sentido. Pero qué sentido iba a tener si había armas suficientes para matar a toda la especie. ¿Qué sentido tiene vivir, si igual nos vamos a morir?, pero esa es otra de las lecciones del existencialismo. Solo si cargas con la muerte en el hombro podrás significar la angustia de vivir, y por angustia no pensemos en la aterradora sensación, sino en saber que eso es lo que hay.
Además de lo que ya hemos hablado, ¿qué cree que podría ser muy importante ahora?
Quisiera tener respuestas concretas para esta situación, pero en esto de intentar dar soluciones de vida, sin que las de sobrevivencia dejen de ser importantes, creo que hay que hacer un acuerdo por los más débiles y vulnerables. Todas esas miradas infantiles, cuya experiencia va a determinar un poco la visión que tengan del mundo. Por eso me gusta tanto el ejemplo de los internos que les leen a sus hijos: ellos buscan vínculos para resignificar la realidad en la que están. La esperanza tenemos que encontrarla en las circunstancias en las que estamos. ¿Qué es lo que vamos a defender sin importar las circunstancias en las que estemos? ¿Qué decisiones vamos a tomar de hoy hacia el futuro con estos aprendizajes? La creación nunca tendrá una respuesta cerrada a algo, es una práctica, un hacer que te dará el acceso al ser.
Todo suena muy práctico, muy fácil de hacer. Como cuando a uno le dicen que para estar sano debe hacer ejercicio y comer verduras. Lo que pasa es que uno no lo hace…
Pero está en todas partes. No es un milagro. A la profesora más hábil que conocí en la vida no le gustaba dar clases en los cursos superiores. Decía: “Es que no sé enseñar nada”. Hice mi tesis sobre el cuerpo en las aulas de clase. A mí me encantaba trabajar con ella porque tenía una práctica que parecía un milagro diminuto, pero que uno sabía que iba a ser una semilla muy grande. Ella, cada vez que un niño le entregaba un dibujo, hacía dos cosas fantásticas: le decía: ¡Qué dibujo tan espectacular! Y el niño decía ¡Guau, qué fue lo que hice! Le celebraba el hacer, y la forma en la que lo hacía generaba unos canales afectivos que eran absolutamente entrañables. El niño que llegaba a mostrar el dibujo era diferente al que salía. Ese era un espacio cotidiano. Por eso todos tenemos una memoria del momento en el que fuimos conscientes. Eso determina la forma en la que uno ve la vida.
¿Cómo hacer para que esas excepciones pasen a lo cotidiano?
Ese es el mayor reto. Es un momento en el que estamos conminados a cambiar patrones de consumo. A decirnos que, a lo mejor, tenemos que poner más riqueza en la idea de encontrar recompensa en cada paso del proceso y no solo al final. Invitaría a cada persona a que buscara en sus memorias qué fue lo que resignificó su vida. Estoy seguro de que ocurrió en un aspecto cotidiano.
¿Entendemos, por ejemplo, que si nos quedamos en casa no es solamente por nosotros mismos?
Cuando me estoy cuidando a mí, estoy cuidando al otro. Si tenemos la conciencia, en medio del aislamiento, de que con lo que hacemos nos estamos cuidando todos, sería fantástico. Sería uno de los aprendizajes. Tenemos muchos retos, pero calculo que hay uno muy difícil de medir: ¿cómo somos amorosamente pacientes? Ahí hay una infinidad de formas para hacerlo. Hay que fijarse en lo que tenemos al frente. A quiénes tenemos al lado. Tenemos cientos de oportunidades para eso. Disponemos del ahora. Suena religioso, pero no es así. Lo que te he dicho no es nuevo. Ya muchos lo habían pensado y dicho antes, pero tenemos que volver a conversarlo. Tenemos que seguir pensando en lógicas de rompecabezas.
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.
Hubo un anterior encuentro en el que Nicolás Montero habló sobre la creación y su relación con la ciudadanía. Dijo que uno de sus retos más grandes era lograr que las personas entendiéramos que no teníamos que ser artistas para ser creadores. Que teníamos ese derecho y que, además, no dependía de los demás. Eso que dijo antes, y que profundiza ahora por medio de esta entrevista, se lee a veces muy sencillo, otras muy abstracto y en ocasiones muy difícil. Como si fuese un asunto filosófico y lleno de arandelas que solo le compete al arte.
El momento actual ha suscitado miles de preguntas sobre el sentido de la vida: ¿Por qué nos llegó esta pandemia? ¿Nos vamos a morir? ¿Para qué estamos vivos? ¿Esto se terminará? ¿Habrá alguna forma de hacer algo por esto?, y miles más. Montero, que dice que no tiene respuestas, que más bien está lleno de preguntas, sugiere que es posible trabajar para “que de esta experiencia se tengan buenas memorias. Para que sea, dentro de las posibilidades, una buena experiencia”. Consciente de que en Colombia vivimos en medio de una desigualdad “que nos rebasa”, habla de las circunstancias particulares de cada ciudadano. De la lógica de los rompecabezas y de la capacidad que tiene cada persona para convertir su casa en un lienzo en blanco que resignificará en cuanto le ponga colores, rayas, letras. Del poder de transformar nuestra vida y las de los demás en la obra más importante…
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Hablemos de la creación y de por qué este es un concepto que no solamente debería importarles a los artistas...
La potencia de la creación es la de resignificar las realidades. A mí me gusta contar un ejemplo que encontré hace muy poco en la biblioteca de la cárcel Distrital: pregunté cuáles eran los libros que más consultaban. Me respondieron que los de la sección infantil. Pregunté por qué. Se me ocurrió, antes de que me dijeran algo, que esa sería la forma más sencilla de comenzar a leer. Me dijeron que sí, pero hubo una razón más importante: los internos iban a sacar libros para leerles a sus hijos por teléfono. Y ahí regreso a lo que te comentaba al principio: la creación siempre ha resignificado las realidades, las ha registrado, criticado y ha encontrado sus posibilidades. En este momento nos encontramos en una situación en la que tenemos que resignificar los espacios, los cuerpos y las relaciones. La creación, como siempre, estará presente.
Ahora todos tenemos que resignificar nuestra realidad...
Claro. El artista es el que a partir de lenguajes o procesos hace un producto que luego vende o pone en común, pero la resignificación es inherente a todos los seres humanos. Ese proceso de conciencia en el cual yo me reconozco en mi realidad y la transformo, es un derecho de todos. Es el derecho que tenemos a no sentirnos alienados. ¿Y qué es sentirse alienado? Es no reconocerse en el mundo. Por eso es que nos duele tanto cuando leemos a Kafka. Cuando, por ejemplo, nos cuenta que Gregorio Samsa contó que se despertó convertido en una cosa que no reconocía, ni siquiera su propio cuerpo. No reconocernos en el mundo que nos rodea es en gran parte lo que nos ha sucedido en la historia reciente.
¿Y qué es lo que pasa con la creación? ¿Qué hace?
Cuando estás creando, tomas decisiones para querer expresar algo. Eso hace que al final te relaciones con la obra de una manera consciente. Si consideras que la obra es un testimonio de esa interacción que tienes con lo que te rodea, estás teniendo un proceso consciente. Ese es un derecho de todo el mundo.
Se habla de creación y automáticamente se piensa en artistas. Para sacarlo de ese plano, ¿podríamos entonces hablar de la vida como la obra misma?
Claro, sin duda.
Uno se siente poderoso cuando escucha eso…
Tal cual, es correcto. Por eso es que a todos nos fascinó “La metamorfosis”, de Kafka: todos nos sentimos así. Por eso es que, por ejemplo, tener una conciencia sobre la lectura es tan importante. ¿Por qué leemos El Quijote hoy en día? Porque nos reconocemos en ese personaje. Pero eso no pasa espontáneamente: hay que hacer un esfuerzo. Tenemos que conseguir que todos los lenguajes nos conduzcan a eso. Por eso es que es importante la educación.
Aterricemos eso de “tomar decisiones conscientes” en la creación. Eso cómo lo entiendo si soy contador, economista, médica, mamá o abogada. ¿Cómo lo entiendo si no soy artista?
La creación no solamente tiene que ver con procesos artísticos. Claro, el arte ayuda mucho porque te conmina a hacer un testimonio de lo que estás “siendo”, de tus emociones. La emoción comienza a ser una variable muy importante de la comprensión. Pero es que si entendemos que haciendo las cosas mejor podemos acceder a ese deseado “ser mejor”, pues la pregunta se vuelve más concreta. Por eso es que dicen: uno es lo que hace.
Por ejemplo…
La diferencia está en, por ejemplo, decirle a un niño que sea mejor. ¿Dónde carajos está el “ser”?, podría ser la pregunta del niño. Pero cuando le dices que sea consciente de cada paso que dé y haga las cosas mejor, es diferente.
Accedo al “ser” a través de lo que hago…
Exacto. A través de la conciencia que tengas de cada evento cotidiano que te permita “ser”.
Apliquemos eso a las circunstancias actuales…
Tenemos muchos retos, pero solo quiero mencionar uno: la mayoría ahora está en la casa. Ahí está el mundo que ahora tenemos que resignificar, el que tenemos que volver a mirar. En este momento hay miles de niños a los que esta experiencia se les grabará en la memoria. Hay muchas personas alrededor de esos niños y niñas que, de alguna manera, son responsables de las memorias que les queden. Podrán ser memorias gratas o memorias ingratas. Tenemos que lograr tener la mejor experiencia posible a través de cada uno de los elementos que tengamos alrededor. Esa es una manera concreta de decir: ¿qué hacemos para que esto sea mejor?
Ahí es donde la creación comienza a actuar...
Por eso es que salen sugerencias como “coja el libro y léalo con el otro. Léalo en voces diferentes, coméntelo”, pero ese es solo un ejemplo. Tenemos una cantidad de problemas que nos rebasan. A mí me preocupa mucho la desigualdad en la que vivimos, pero en esa piecita del rompecabezas, igual que los internos que les leen libros a los niños por el teléfono desde el confinamiento, hay un espacio en el que la creación dignifica la vida. Ese es el espacio en el que uno es lo que hace. Tenemos que entender que cada espacio cotidiano de cada ser humano es el preciso para trabajar. Todos somos creadores capaces de transformar nuestra realidad. Es nuestro derecho.
Usted también se refirió a la atención al proceso, a los detalles. Más importante aún: dijo que ahora más que nunca es preciso encontrar la recompensa en el paso a paso. Encontrar placer…
Sí, claro, es que tenemos que encontrar la forma de que ese se convierta en un ejercicio de vida. La recompensa de que en cada paso que des sientas placer: el mayor premio. En la creación uno es consciente de la totalidad del proceso. Uno no es que tenga una habilidad, no es que tenga una obra, no es que tenga un lenguaje: uno es esa habilidad, esa obra y ese lenguaje. Si a eso además le agregas orgullo, pues chévere. Hay intangibles que nos dan grandes recompensas, pero que nadie puede medir: amor, orgullo, etc. Por ejemplo, hay sociedades que ven en la solidaridad un valor muy alto. Le asignan al ejercicio de la política espacios de solidaridad. Una vez estuve en los Montes de María, en las comunidades que habían sido más golpeadas por la violencia, y un señor levantó la mano y dijo: es que lo que nosotros queremos es preservar el amor. ¿Cómo haces para que cada institución o movimiento proteja y promueva el hecho de que tengamos una relación amorosa con los demás? Lo intangible, eso que no se puede medir, es en lo que los seres humanos encontramos las mayores recompensas. Estar consciente a través del conocimiento, hará que entiendas más lo que está pasando.
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Sobre lo que está pasando hay miles de preguntas existenciales, pero hablemos sobre una: ¿para qué hacer el esfuerzo? ¿Para qué todo ese despertar de conciencia si esto aún no tiene un fin visible?
Porque esa es la vida que tenemos. El futuro es una cosa que no conocemos. Lo que tenemos es el presente. Si somos consecuentes y cuidamos este presente, será más posible el futuro que deseamos. ¿Para dónde va el futuro? En la posguerra, Samuel Beckett escribió las obras que después llamaron el teatro del absurdo, en donde, en teoría, nada tenía sentido. Pero qué sentido iba a tener si había armas suficientes para matar a toda la especie. ¿Qué sentido tiene vivir, si igual nos vamos a morir?, pero esa es otra de las lecciones del existencialismo. Solo si cargas con la muerte en el hombro podrás significar la angustia de vivir, y por angustia no pensemos en la aterradora sensación, sino en saber que eso es lo que hay.
Además de lo que ya hemos hablado, ¿qué cree que podría ser muy importante ahora?
Quisiera tener respuestas concretas para esta situación, pero en esto de intentar dar soluciones de vida, sin que las de sobrevivencia dejen de ser importantes, creo que hay que hacer un acuerdo por los más débiles y vulnerables. Todas esas miradas infantiles, cuya experiencia va a determinar un poco la visión que tengan del mundo. Por eso me gusta tanto el ejemplo de los internos que les leen a sus hijos: ellos buscan vínculos para resignificar la realidad en la que están. La esperanza tenemos que encontrarla en las circunstancias en las que estamos. ¿Qué es lo que vamos a defender sin importar las circunstancias en las que estemos? ¿Qué decisiones vamos a tomar de hoy hacia el futuro con estos aprendizajes? La creación nunca tendrá una respuesta cerrada a algo, es una práctica, un hacer que te dará el acceso al ser.
Todo suena muy práctico, muy fácil de hacer. Como cuando a uno le dicen que para estar sano debe hacer ejercicio y comer verduras. Lo que pasa es que uno no lo hace…
Pero está en todas partes. No es un milagro. A la profesora más hábil que conocí en la vida no le gustaba dar clases en los cursos superiores. Decía: “Es que no sé enseñar nada”. Hice mi tesis sobre el cuerpo en las aulas de clase. A mí me encantaba trabajar con ella porque tenía una práctica que parecía un milagro diminuto, pero que uno sabía que iba a ser una semilla muy grande. Ella, cada vez que un niño le entregaba un dibujo, hacía dos cosas fantásticas: le decía: ¡Qué dibujo tan espectacular! Y el niño decía ¡Guau, qué fue lo que hice! Le celebraba el hacer, y la forma en la que lo hacía generaba unos canales afectivos que eran absolutamente entrañables. El niño que llegaba a mostrar el dibujo era diferente al que salía. Ese era un espacio cotidiano. Por eso todos tenemos una memoria del momento en el que fuimos conscientes. Eso determina la forma en la que uno ve la vida.
¿Cómo hacer para que esas excepciones pasen a lo cotidiano?
Ese es el mayor reto. Es un momento en el que estamos conminados a cambiar patrones de consumo. A decirnos que, a lo mejor, tenemos que poner más riqueza en la idea de encontrar recompensa en cada paso del proceso y no solo al final. Invitaría a cada persona a que buscara en sus memorias qué fue lo que resignificó su vida. Estoy seguro de que ocurrió en un aspecto cotidiano.
¿Entendemos, por ejemplo, que si nos quedamos en casa no es solamente por nosotros mismos?
Cuando me estoy cuidando a mí, estoy cuidando al otro. Si tenemos la conciencia, en medio del aislamiento, de que con lo que hacemos nos estamos cuidando todos, sería fantástico. Sería uno de los aprendizajes. Tenemos muchos retos, pero calculo que hay uno muy difícil de medir: ¿cómo somos amorosamente pacientes? Ahí hay una infinidad de formas para hacerlo. Hay que fijarse en lo que tenemos al frente. A quiénes tenemos al lado. Tenemos cientos de oportunidades para eso. Disponemos del ahora. Suena religioso, pero no es así. Lo que te he dicho no es nuevo. Ya muchos lo habían pensado y dicho antes, pero tenemos que volver a conversarlo. Tenemos que seguir pensando en lógicas de rompecabezas.
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.