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El 15 de octubre de 1844, hace 157 años, nació en Röcken (Alemania) el filósofo, poeta, músico y filólogo Friedrich Wilhelm Nietzsche, un pensador revolucionario que desafió dos mil años de filosofía y produjo una de las más profundas transformaciones en la cultura y la historia del mundo occidental.
Un siglo y medio después de su nacimiento son varias las escuelas filosóficas que se reconocen deudoras del pensamiento de este gigante intelectual que impugnó con rudeza y claridad los pilares de la cultura tradicional, comenzando por la existencia de Dios.
Hijo y nieto de pastores protestantes, se educó en un ambiente religioso y tuvo una niñez atormentada. Su padre falleció cuando el niño tenía cinco años. Desde una edad temprana soportó dolores de cabeza y de ojos y sufrió una severa miopía. En el colegio se burlaban de él por su seriedad y esto acentuó su propensión a la soledad.
Estudioso y rebelde
Nietzsche mostró un temprano interés por la filología clásica, que estudió en las universidades de Leipzig y Bonn. Antes de cumplir 24 años obtuvo una cátedra de filosofía griega en la universidad de Basilea, pero más tarde abandonó la docencia, decepcionado por la rigidez de los programas académicos. Después de trasladarse a Basilea renunció a la ciudadanía alemana y por el resto de su vida se mantuvo sin estado.
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En su vida personal padeció un revés cuando sus pretensiones románticas fueron rechazadas por la escritora rusa Lou Andreas Salomé, quien fue el único amor de su vida y a quien admiró por su inteligencia y consideró como la heredera perfecta de su filosofía.
Entonces se recluyó en su trabajo y a su temperamento de asceta se sumó la sífilis, que los europeos llamaban ‘el mal francés’ por atribuirlo a las tropas invasoras de Francia. La enfermedad lo afectó desde su juventud y terminó por causarle la locura. Desde los 32 años vivió solo, en compañía de su piano y la música que amaba, pues según él “la vida sin música es un error”.
Reconocimiento universal
Durante un tiempo los críticos atribuyeron a su enfermedad el tono destructivo de sus escritos, pero el peso de sus argumentos, contenidos en libros como Así habló Zaratustra —considerada su obra maestra—, le otorgó una autoridad intelectual reconocida universalmente.
Desde su primer libro, El nacimiento de la tragedia en la música, hasta Ecce Homo y El Anticristo, pasando por Aurora, La gaya ciencia, Más allá del bien y del mal, La genealogía de la moral y El crepúsculo de los dioses, todos sus escritos generaron polémica y despertaron un interés que se prolonga hasta hoy.
Nietzsche fue un gran exponente del nihilismo, la doctrina orientada a destruir los valores tradicionales y, en su caso específico, a rescatar la Antigüedad grecorromana, que según él fue suplantada por el cristianismo al consumar la separación entre Dios y el mundo, devaluar las pulsiones naturales del hombre y poner el más acá en manos de la nada.
Así, lo que propugnó con sus escritos fue la destrucción de una religión que había aniquilado los valores de la Antigüedad, los cuales ponían la autodeterminación en el centro de la filosofía y reconocían el carácter trágico de la existencia humana.
“¡Dios ha muerto!”
Una de las frases más famosas de Nietzsche es la exclamación: “¡Dios ha muerto!”, que apareció en La gaya ciencia en 1882 y se introdujo desde entonces en la cultura popular hasta el punto de ser interpretada literalmente. La expresión, como muchas otras del filósofo, fue empleada alegóricamente. Con ella Nietzsche no quiso decir que Dios existió y después murió, sino proclamar el auge del ateísmo en el siglo XVIII como consecuencia de la explosión intelectual que representó el movimiento de la Ilustración.
Nietzsche fue parte de esa corriente, a pesar de su educación religiosa. Como otros intelectuales de su tiempo, abrigó las ideas de la ciencia, la razón y el progreso, que rompieron con una tradición de siglos afincada en la religión.
Este rompimiento se extendió a las ideas tradicionales sobre lo divino, la creación y una vida después de la muerte, con lo cual hizo estremecer hasta sus cimientos el conocimiento y la moral que hasta entonces daban sentido a la existencia humana.
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El superhombre
Para Nietzsche, en lugar de prepararse para una vida en el más allá, la humanidad debería aprender a vivir el presente y el ser humano mismo debería diseñar su sistema de valores y plantearse el sentido de su existencia.
Estos conceptos dieron origen a las ideas del utópico superhombre, seguro, individualista e independiente, y del eterno retorno, según el cual la estructura del tiempo sería circular y cada momento se repetiría eternamente.
Según esta teoría, el mundo se extinguiría y se volvería a crear. Si cada momento habría de repetirse eternamente, su fin se encontraría en sí mismo y no en el futuro.
El final
Nietzsche pasó sus últimos años recluido en un sanatorio de Basilea y luego en uno de Naumburgo, la ciudad de Sajonia-Anhalt donde había pasado su infancia y sus años escolares. Del sanatorio de Basilea escapó en 1889 para viajar a Italia y en Turín protagonizó un episodio que evidenció el incontenible avance de la enfermedad, que padeció toda la vida porque aún no se había inventado la penicilina.
El 3 de enero de ese año, en una plaza cubierta de nieve, cuando un carretero fustigaba a su caballo, se acercó a la bestia, la abrazó y empapó con sus lágrimas el cuello del animal. El dueño de la casa donde se alojaba lo encontró caído en la plaza y lo llevó a su habitación. Después aceptó regresar al sanatorio, donde pasó la mayor parte de su tiempo agazapado en un rincón.
El año anterior había sido el más productivo de su carrera, pero después de aquel episodio no volvió a escribir. Tras su muerte en 1900, su hermana alteró algunos de sus escritos y trató de utilizarlos en apoyo del nazismo emergente, pero el intento fue desvirtuado por la evidencia de las manifestaciones del filósofo adversas al nacionalismo y el antisemitismo.
Nietzsche y los nazis
Después de la muerte de Nietzsche, su hermana Elisabeth alteró algunos de sus textos de modo que se aproximaran a la doctrina de los nazis, que se valieron de esto para fortalecer su movimiento y consagrarlo como un precursor del Tercer Reich. Esto dio pábulo a la versión de que el filósofo influyó e, inclusive, dio fundamento al régimen de Hitler.
Sin embargo, los estudiosos de sus obras han desvirtuado esa relación, como también lo hace la evidencia de que Nietzsche rechazó el nacionalismo y el antisemitismo que imperaban en la Alemania de su tiempo, que fue también el de Bismarck. Por esa razón rompió su amistad con Richard Wagner, a quien admiraba como artista.
Por otra parte, obra de Nietzsche es un monumento filosófico que trasciende cualquier coyuntura histórica, mientras que el régimen nazi fue el resultado de la actuación de un grupo de delincuentes que aprovecharon una coyuntura política favorable para ganar el poder e imponer su voluntad a su propio pueblo y luego pretender imponérsela al mundo entero.