“No estamos mirando a la música tropical porque tengamos consciencia propia”
Eblis Álvarez, líder de los Meridian Brothers, agrupación neotropical que ha logrado su internacionalización, cree que se han visto favorecidos por el interés que ha despertado la música latina en la industria estadounidense.
Danelys Vega Cardozo
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No hallan una palabra para definirse o etiquetarse. A Eblis Álvarez, líder de los Meridian Brothers, le suena “neotropicalismo”. “Nosotros somos neotropicalistas en el sentido de que no nos dirigimos directamente hacia el reguetón, ni a los 90, sino que nos devolvemos a los 70 y tratamos de crear un futuro paralelo, tal vez como hubiéramos querido que se desarrollara esa música”.
—¿Cómo hubieran querido que se desarrollara?
—No es que no me guste en reguetón, pero me parece que es poco diverso. Esta música tropical de los años 70 tenía muchos más estilos y era, justamente, debido a la falta de centralización; como el sistema de comunicación no estaba al nivel que está ahora, a un clic, todo era más pequeño en esa época. Nadie sabía que estaba pasando en el Amazonas ni en Lima, ni siquiera en Barranquilla. Entonces, tenía la oportunidad de desarrollarse de una manera mucho más consciente y lenta. Eso hizo que hubiera tanta diversidad y riqueza.
Los Meridian Brothers se basan en la música tropical, que tiene su eje en el Caribe y en Latinoamérica, guardando relación con la diáspora africana y los ritmos y géneros musicales como la cumbia, la charanga, la chicha y la salsa. “Yo utilizo la música tropical porque es una manifestación de un grupo humano con un pasado determinado y esos formatos y esos estilos crean una corriente espiritual que se manifiesta por medio de diferentes vibraciones, en este caso, el sonido”.
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En particular, ellos han incursionado en el vallenato, la cumbia y la salsa, y lo han hecho también con la ayuda de la tecnología, de ritmos electrónicos y el uso de sintetizadores.“Si tú ves, la música electrónica se ha ido introduciendo paulatinamente dentro de la historia de la música. Primero, por allá en los años 40 o 50, como un bicho raro. Un sintetizador era como un instrumento experimental, una máquina que nadie quería utilizar, pero hoy en día es una máquina que todo el mundo utiliza para hacer música”.
Por eso, dice que el interés de ellos por la música popular y la electrónica tiene sus orígenes en lo que denomina inconsciente colectivo, “que es una fuente de sabiduría común de todos los grupos humanos a la cual podemos acceder de una forma intuitiva”. Pero, en realidad, fue Javier Morales, un amigo suyo, quien presintió lo que iba a suceder en el futuro con ese inconsciente colectivo: la penetración de la música popular, como el vallenato, la salsa y la cumbia, en lugares diferentes a sus orígenes populares y rurales. Entonces, Álvarez y un grupo de amigos empezaron a investigar, tocar y aprender sobre los instrumentos de este tipo de música.
En los últimos años, pareciera que la mirada de las agrupaciones se hubiera volcado hacia los orígenes. Al respecto, Eblis Álvarez piensa que eso se debe a que hubo un desgaste de la globalización y estandarización de la cultura, a través, por ejemplo, de los Beatles y el pop, “una música, digamos, dirigida a los jóvenes, de consumo masivo, sin raíces claras, sino absolutamente globales”. Debido a eso, la cultura “siguió alimentándose de lo que empezó a ver a su alrededor. Uno de los primeros objetivos pudo haber sido Latinoamérica, porque era una población grande”. De ahí, que artistas colombianos como Shakira, Juanes y Carlos Vives hayan logrado traspasar las fronteras.
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—A pesar de eso, ¿todavía seguimos mirando más hacia afuera que hacia lo propio?
—Nosotros como colonia, que todavía lo somos (no somos declarados colonia, pero seguimos siéndolo culturalmente), simplemente tenemos que remitirnos al poder central, que no ha cambiado de lugar. Si bien Estados Unidos fue el centro industrial del pop y el rock, ahora probablemente es el centro industrial de la música latina. Se nos educa desde pequeños a tener como referencia el centro del imperio. Por eso es por lo que miramos hacia afuera. Pero ellos mismo nos hacen mirarnos a nosotros, eso puede ser el lado positivo. No estamos mirando a la música tropical porque tengamos algún tipo de soberanía o consciencia propia: ellos nos hicieron mirarnos a nosotros, porque empezaron a consumir la música latina.
—¿La centralización de nuestras músicas podría ser un efecto rebote, algo que nos perjudique?
—Sí. Es que nosotros somos humanos. Una de las cosas que, convenientemente, también está en el sistema es asignar moralidad a los grupos humanos. Por ejemplo “el hombre blanco es malo” o “el indio es bueno”. Pero realmente todos somos humanos y tenemos esa psique humana: animal. Es decir, tenemos un hambre constante. Hambre como individuo, como civilización y como localidad. Ese hambre constante nos lleva a centralizar todas las cosas y consumirlos. Entonces, eso es lo que va a pasar con la cumbia. Ya pasó con la salsa. Va a pasar al menos que lo detengamos como colectivo, pero estamos lejos de eso.
—¿Por qué?
—Si tú mismo no puedes calmar tu hambre como individuo, ahora imagínate como colectivo.
La internacionalización de la música latina es un fenómeno que ha favorecido a los Meridian Brothers, quienes han estado de gira por Estados Unidos y Europa. No solo eso, en 2021, su álbum Paz en la tierra fue incluido entre los mejores discos de ese año en una lista realizada por Vogue, lo mismo pasó en 2022 con Meridian Brothers & El Grupo Renacimiento, su último álbum.
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Traspasar las fronteras nacionales o las plataformas de streaming como Spotify, YouTube Music y Apple Music, entre otras, se ha convertido, algunas veces, en la verdadera ventana de oportunidad para las llamadas bandas independientes. Y es que, como dice Álvarez, los escenarios en Colombia siguen siendo insuficientes. “El sistema nacional sigue igual de caído como estaba en los 90: un par de clubes, un bar donde tocar y el resto pura autogestión. Entonces, no ha cambiado mucho, sí hay más, pero no como debería”.
—¿Pero qué tanto se interesan las personas por este tipo de agrupaciones?
—Está interesada a nivel de gueto, es muy pequeño, pero está bien. Si hubiera un interés masivo, inmediatamente, entraríamos dentro de la lógica de la centralización que, en mi opinión, es la lógica de la muerte de cualquier cosa: todo lo que empieza a centralizarse empieza a morir. Esa descentralización crea una energía potencial que es la vida misma.
Los escenarios internacionales parecen no distanciarse tanto de los colombianos. “Uno va al Estéreo Picnic y es como estar en un festival en Europa o Estados Unidos: mismas lógicas, mismo tipo de infraestructura y ritual. Nuestro estilo, nuestro formato, simplemente, se ha colado por las venas de lo global y estándar, entonces no hay mucha diferencia. Las escenas todas se parecen, así como los centros financieros de todas las ciudades se parecen”.
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—¿Cómo marcar la diferencia en medio de tantos productos homogéneos?
—No hay una posibilidad de marcar diferencias. Todo lo que sea desde esa intención es algo que proviene más del sistema del ego en general. La diferencia la establece la esencia de las cosas: todo tiene una esencia y todas las esencias son distintas. Cuando esas esencias logran sobrevivir, marcan la diferencia sin que tengan una intención de marcar. Andrés Landero no creo que tuviera la intención de marcar la diferencia, él simplemente vibraba con ese estilo sabanero, con esa cumbia de gaita, pero con el acordeón, y eso lo hizo diferente a todos.
Otras tres propuestas musicales para creer
Queen’s Tafari
Las hermanas Henry son las vocalistas del grupo de dancehall bogotano que empezó a hacerse conocido por algunos videos que se viralizaron mientras cantaban por monedas en Transmilenio. Esa fue solo la puerta de entrada, porque siguieron trabajando en un ecosistema rudo con las mujeres, y el sello de música independiente MagFly Music las incluyó en su grupo de artistas el año pasado. Ya cantaron con Goyo, de ChocQuibTown y son portada de una lista de nuevos artistas de Spotyfy.
La industria del freestyle
Dos mundiales de esta disciplina en Colombia hablan de los pasos que ha dado esta forma de improvisación sobre una pista de hip hop. En marzo, por primera vez, tuvo lugar en Bogotá una final internacional de la FMS, uno de los eventos más importantes de freestyle en habla hispana en el mundo. Y en diciembre, de nuevo en Bogotá, se hará la final internacional de la Red Bull Batalla. En el último mes del año la élite del freestyle del mundo estará en la capital del país peleando por el título.
Juliana Velásquez
Cantante, compositora y actriz colombiana, con 24 años ganó su primer Grammy Latino como Mejor nueva artista. Su poderosa voz y su talento la han llevado a ganarse el reconocimiento de su música, que ahora suena por todo el continente. Su otra faceta, la de actriz, la ha caracterizado desde que era solo una niña que aparecía en el famoso programa “El club 10″, pero ahora ha trabajado para plataformas exitosas como Disney+, Netflix, Caracol, RCN y diversas obras de teatro musical.
Seis ideas orientadoras
Escenarios insuficientes
A pesar de que han aumentado la cantidad de escenarios musicales en el país, siguen siendo escasos, sobre todo los ligados a las agrupaciones independientes. Por eso, estas bandas han puesto sus esfuerzos en la internacionalización o en plataformas musicales de “streaming”. Esto, más allá de permitir que los productos colombianos sean exportados a otras latitudes, también evidencia la falta de apoyo que siguen viviendo los artistas.
Interés por lo latino
La industria estadounidense busca alternativas musicales ante el desgaste de géneros como el pop y el rock. De hecho, en los últimos años, se han interesado por la música latina, logrando que también los países latinoamericanos miren hacía sus músicas, como la tropical.
Públicos de la improvisación
Tras la final Internacional de la FMS en Bogotá, uno de los torneos de “freestyle” de habla hispana más importantes del mundo, el público colombiano demostró que está preparado para que la industria dé el siguiente paso: restarle protagonismo al localismo en las competencias. “Son el mejor público del mundo”, dijo Eude, integrante de Urban Roosters.
Colombia en el mundo
El “kickback”, el formato de improvisación más novedoso del circuito en el los últimos años, fue inventado en Colombia. Esa especie de entrevista que se hace entre raperos mientras se improvisa llegó para quedarse en circuito, que necesita aire fresco. Un aporte de Apriorismo Music, creadores de la primera liga profesional de “freestyle” en Colombia y Carpediem para el mundo.
La puerta del “dancehall”
La llegada de las Queen’s Tafari a la industria del “dancehall” colombiano, además de refrescante y novedosa, muestra que aún hay barreras que romper. “Las mujeres podemos sobresalir en un género que es tan machista”, dice Jennyfer Henry. La puerta se entreabrió, ahora hay que romperla.
Disciplina de la independencia
Leonardo Sabogal y Dave Carvajal, fundadores del sello de música independiente MagFly Music, en donde trabajan las Queen’s Tafari, reconocen en las cantantes una férrea disciplina. Gracias a eso, pasaron de cantar en Transmilenio a sentarse en la misma mesa con los duros del género. Sin embargo, Sabogal y Carvajal dicen que en la música independiente “sobra talento, pero falta disciplina”.