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La pregunta sobre qué es el arte o qué hace de alguien un artista es de gran tradición en Occidente. Sin embargo, hoy cuando el arte es toda una industria mundial que mueve millones al año, y cuando los llamados artistas pueden ser tan variados y excéntricos como famosos y desconocidos, la pregunta sigue latente, precisamente por la relevancia que sigue ocupando esta esfera en nuestras sociedades posmodernas. El arte sigue siendo un lugar inquietante que no logramos aún habitar en su totalidad.
Omar Inzunza es, más que un artista, un joven creador mexicano cuya visión del arte lo han llevado a transformar no tanto su obra de producción artística, sino su trayectoria vital, su propia vida vista como una obra de arte.
Su nombre como creador es GranOM. Quien no conoce que detrás de GranOM ésta Omar Inzunza, puede confundirlo con un colectivo de artistas, una mujer, un movimiento. Lea también: Yo decidí: Usar el arte para transformar vidas
“Es una historia muy larga pero tiene que ver con una serie de coincidencias. Mis amigos me llamaban Om, Omi, pero también en ese momento me acerqué al budismo, no de manera profunda, pero si de una manera bastante interesante que me dio fuerza en ese periodo de transición en el que me encontraba. Para muchos GranOM es un misterio, algunos piensan que somos un grupo, un colectivo, o que soy una mujer, pero eso me gusta, el misterio alrededor del personaje que le dota de curiosidad”, asegura el artista.
Aquí la conversación que este diario tuvo con él.
¿Qué es GranOM?
Es un personaje que empecé a usar hace unos años en un momento de mi vida en el que hacía una transición entre mi trabajo personal y mi trabajo profesional. Quería dar un brinco y aventurarme más a hacer cosas que tuvieran que ver con una motivación personal más que una económica.
GranOM simboliza para mí un antes y un después en mi vida, no como personaje, sino por toda la carga simbólica alrededor de eso. Le dio dirección a mi proyecto. No empecé a acercarme a temas que de un momento a otro empezaron a interesarme. También tiene que ver el momento de mi vida de mi separación, fue todo un periodo de transición, de transformación, y al final pude tocar temas que realmente me interesaban
GranOM / Cortesía
¿Qué era el arte antes y después de GranOM?Por mucho tiempo tuve la intención de ser cineasta. Desde mis 18 años quise ser director de cine y en eso enfoque mis energías y esfuerzos. Luego de ello también me permití cuestionarme muchas cosas sobre lo que creía, pensaba y hacía y cómo lo hací. Me di cuenta que lo que estaba buscando no era una carrera de cineasta sino de artista. Quería usar la herramienta del cine para expresar, para comunicar. Sabiendo que lo que quería era expresar y comunicar ¿qué pasaba si pintaba, Ilustraba o producía música?Fue entonces cuando las posibilidades en cuanto creación se volvieron casi infinitas. Para crear te sirven desde un pincel hasta la palabra.
Para mi, la escencia de un artista es su capacidad de crear. Claramente existe un producto que ese proceso de creación deja, pero el creador es en esencia el que hace arte, es el que puede crear un cuadro, pero también el que puede crear condiciones, momentos y eso implica un arte. A partir de ese momento me sentí mucho más ligero y empecé a crear cosas y a abordar ciertos temas que a mí me parecían relevantes. Le puede interear: Más allá de la obra de arte
Creo que los artistas tenemos que dedicar una buena parte de nuestro ejercicio a lo social, a nuestras comunidades y países. No hablo de avivar nacionalismos, sino que el artista debería hablar de los conflictos que lo rodean, que nos rodean.
El artista es el que sintetiza cierta información en una creación para crear reflexión, para crear preguntas, por eso creo en la obligación con nuestra comunidad como artistas. Me da lo mismo si estoy en México, Colombia o Suiza, desde cualquier lugar el artista debe poder tener la capacidad de hablar de lo que le rodea, de observar. Por eso en mi arte puedo hablar por ejemplo de México, pero no desde un sentido nacionalista, sino humanista, me preocupan las circunstancias en México, las personas en México, en ese sentido el arte abre las posibilidades de pensar nuestro entorno.
¿Cuál es entonces la conexión del arte con lo social?
Para mi lo es todo, siento de entrada una motivación personal. No me siento capaz de hablar de mi visión del mundo personal cuando veo que hay una necesidad social y colectiva por discutir ciertas cosas. SI el artistas se ensimisma incluso puede incluso ser conveniente para una estructura política y sistemática. Lo que sugiero es que, aunque el artistas tiene la libertad de hablar de lo que quiera, si tenemos un compromiso social que se debe ver reflejado en nuestra obra, que pueda impactar a los otros, generarle preguntas, sensibilizarlo.
La gente lo agradece, más que valorarlo, porque se sienten considerados por alguien que no tiene nada que ver con ellos, pero eso es lo que creo que nos hace falta: considerar al otro. Cuando hacemos obra, en ese sentido, estamos dotando al arte de una capa de humanismo, estamos haciendo entender a la gente que hay alguien que los está viendo y escuchando y que son tenidos en cuenta. No necesariamente tiene que haber un resultado concreto, pero al menos el mensaje es que los estamos escuchando, estamos visibilizando conflictos que se intentan ocultar o que pasan desapercibidos además de cuestionar el porqué. Y eso hace que quienes ven ese resultado empiecen a hablar sobre ello, es decir, que puedan considerar a esos otros.
Por eso creo que el arte lo que permite es ampliar el radio de resonancia y ese es el camino que quiero seguir. Para mi la clave está en que el arte pueda generar un bien común, ese arte tiene un campo de acción mucho mayor, ya no soy solo yo, sino varios pensando y reflexionando sobre un mismo tema. Lea también: La muerte del arte en Barranquilla
¿Puede el arte transformar el mundo?
No lo sé, no sé si el arte pueda ser la clave para transformar el mundo, pero lo que sí sé es que es la clave para transformarnos a nosotros mismos. Todo este proceso me ha servido primeramente a mi para transformarse y exigirme más como ser humano, y eso creo se contagia y va formando una especie de compromiso comunitario. No se si el arte pueda generar un cambio radical inmediato, pero sí puede sensibilizarnos con el tiempo.