Los cuentos de un cronista
Gracias a un estímulo del Ministerio de Cultura, el joven escritor y periodista antioqueño publicó en diciembre de 2022, con la editorial Sílaba, su segundo libro, que reúne 51 cuentos.
¿Cómo fue escribir “Apuntes de madrugada”?
Lo comencé en 2018 y lo terminé a finales de 2022. Un día decidí salir con mi cámara y mi grabadora buscando una historia. Me iniciaba como reportero. Quería oír a la gente para darles espacio en los periódicos. Me encontré a Juan Carlos, un vagabundo, que me habló de su hambre y de los desprecios que recibía todos los días. Así fui reuniendo relatos de temas cotidianos y universales como el amor, los migrantes, la enfermedad, la soledad, la muerte... En total son 51 relatos los que conforman el libro.
¿Influyó la formación periodística?
Sí, por supuesto. Más que todo en asuntos de investigación. Las herramientas del periodismo, como la entrevista y la observación, también sirven y son importantes a la hora de contar un buen cuento. He oído relatos fascinantes viajando en un bus. Como no tengo el tiempo de entrevistar a la persona que los cuenta, anoto la idea en una libreta y me encargo de darle un final. Así funciona la imaginación: agrega detalles a una historia que, por miles de motivos, queda a medias. A veces solo es una frase la que se encarga de encender la creación. Por ejemplo el otro día estaba caminando las calles. Oí a una niña que le decía a una mujer: extraño a mi mamá, es una lástima que se haya muerto. Durante horas estuve pensando cómo fue esa muerte, si violenta o natural, también me preguntaba si había un culpable. Casi a la medianoche estaba tecleando como un endemoniado en mi computador, creando una historia de ficción.
¿Hubo obstáculos en el proceso?
Apuntes de madrugada fue escogida como la propuesta ganadora de los estímulos nacionales del Ministerio de Cultura, en la categoría de autores jóvenes entre los 18 y 28 años. No fue tan difícil, porque el 90 % del libro, cuando me enteré de haber ganado, ya estaba escrito.
Hábleme de su libro anterior.
A los 22 años publiqué El brillo de las balas, que comencé a construir desde que tenía 18. Es un libro donde se reúnen cuatro crónicas del conflicto armado, fruto de mi proyecto de grado como periodista. Desde niño, al ser ajeno al conflicto armado, siempre me preguntaba cómo se sentía la guerra. Fue motivado desde la curiosidad y la empatía por el dolor de los otros. He decidido no quedarme narrando solamente la guerra. Es un tema demasiado inhumano. Se necesitan cojones y ovarios para poder hacerlo. Admiro a los periodistas que narran la guerra todos los días. Me cuesta mucho no sentir como propias las tragedias de los otros. Y eso que, con el tiempo, he aprendido a mantener la distancia, con el fin de ser lo más objetivo posible a la hora de narrar. Cuando un tema me afecta, lo dejo en reposo y regreso a él dos o tres meses más tarde.
¿Qué proyectos vienen?
Actualmente vengo escribiendo temas que soñaba a los 20 años, todos motivados por la curiosidad. Me he propuesto escribir de aquello que me motiva. Si no siento una gran emoción mezclada con una curiosidad, prefiero no hacerlo. Creo que uno no debería escribir de temas por los que no siente pasión, porque termina siendo una imposición, un sufrimiento. El arte no puede ser impuesto, tiene que nacer como una necesidad. Quiero dar un paso al costado con el periodismo para dedicarme de lleno a la ficción. Anhelo escribir cuentos en los que se reflejen la cotidianidad, discusiones de pareja, deudas, el aseo de una casa, las compras en un supermercado... Es una deuda conmigo mismo.
¿Cómo fue escribir “Apuntes de madrugada”?
Lo comencé en 2018 y lo terminé a finales de 2022. Un día decidí salir con mi cámara y mi grabadora buscando una historia. Me iniciaba como reportero. Quería oír a la gente para darles espacio en los periódicos. Me encontré a Juan Carlos, un vagabundo, que me habló de su hambre y de los desprecios que recibía todos los días. Así fui reuniendo relatos de temas cotidianos y universales como el amor, los migrantes, la enfermedad, la soledad, la muerte... En total son 51 relatos los que conforman el libro.
¿Influyó la formación periodística?
Sí, por supuesto. Más que todo en asuntos de investigación. Las herramientas del periodismo, como la entrevista y la observación, también sirven y son importantes a la hora de contar un buen cuento. He oído relatos fascinantes viajando en un bus. Como no tengo el tiempo de entrevistar a la persona que los cuenta, anoto la idea en una libreta y me encargo de darle un final. Así funciona la imaginación: agrega detalles a una historia que, por miles de motivos, queda a medias. A veces solo es una frase la que se encarga de encender la creación. Por ejemplo el otro día estaba caminando las calles. Oí a una niña que le decía a una mujer: extraño a mi mamá, es una lástima que se haya muerto. Durante horas estuve pensando cómo fue esa muerte, si violenta o natural, también me preguntaba si había un culpable. Casi a la medianoche estaba tecleando como un endemoniado en mi computador, creando una historia de ficción.
¿Hubo obstáculos en el proceso?
Apuntes de madrugada fue escogida como la propuesta ganadora de los estímulos nacionales del Ministerio de Cultura, en la categoría de autores jóvenes entre los 18 y 28 años. No fue tan difícil, porque el 90 % del libro, cuando me enteré de haber ganado, ya estaba escrito.
Hábleme de su libro anterior.
A los 22 años publiqué El brillo de las balas, que comencé a construir desde que tenía 18. Es un libro donde se reúnen cuatro crónicas del conflicto armado, fruto de mi proyecto de grado como periodista. Desde niño, al ser ajeno al conflicto armado, siempre me preguntaba cómo se sentía la guerra. Fue motivado desde la curiosidad y la empatía por el dolor de los otros. He decidido no quedarme narrando solamente la guerra. Es un tema demasiado inhumano. Se necesitan cojones y ovarios para poder hacerlo. Admiro a los periodistas que narran la guerra todos los días. Me cuesta mucho no sentir como propias las tragedias de los otros. Y eso que, con el tiempo, he aprendido a mantener la distancia, con el fin de ser lo más objetivo posible a la hora de narrar. Cuando un tema me afecta, lo dejo en reposo y regreso a él dos o tres meses más tarde.
¿Qué proyectos vienen?
Actualmente vengo escribiendo temas que soñaba a los 20 años, todos motivados por la curiosidad. Me he propuesto escribir de aquello que me motiva. Si no siento una gran emoción mezclada con una curiosidad, prefiero no hacerlo. Creo que uno no debería escribir de temas por los que no siente pasión, porque termina siendo una imposición, un sufrimiento. El arte no puede ser impuesto, tiene que nacer como una necesidad. Quiero dar un paso al costado con el periodismo para dedicarme de lleno a la ficción. Anhelo escribir cuentos en los que se reflejen la cotidianidad, discusiones de pareja, deudas, el aseo de una casa, las compras en un supermercado... Es una deuda conmigo mismo.