Noticias

Últimas Noticias

    Política

    Judicial

      Economía

      Mundo

      Bogotá

        Entretenimiento

        Deportes

        Colombia

        El Magazín Cultural

        Salud

          Ambiente

          Investigación

            Educación

              Ciencia

                Género y Diversidad

                Tecnología

                Actualidad

                  Reportajes

                    Historias visuales

                      Colecciones

                        Podcast

                          Cromos

                          Vea

                          Opinión

                          Opinión

                            Editorial

                              Columnistas

                                Caricaturistas

                                  Lectores

                                  Blogs

                                    Suscriptores

                                    Suscriptores

                                      Beneficios

                                        Tus artículos guardados

                                          Somos El Espectador

                                            Estilo de vida

                                            La Red Zoocial

                                            Gastronomía y Recetas

                                              La Huerta

                                                Moda e Industria

                                                  Tarot de Mavé

                                                    Autos

                                                      Juegos

                                                        Pasatiempos

                                                          Horóscopo

                                                            Música

                                                              Turismo

                                                                Marcas EE

                                                                Colombia + 20

                                                                BIBO

                                                                  Responsabilidad Social

                                                                  Justicia Inclusiva

                                                                    Desaparecidos

                                                                      EE Play

                                                                      EE play

                                                                        En Vivo

                                                                          La Pulla

                                                                            Documentales

                                                                              Opinión

                                                                                Las igualadas

                                                                                  Redacción al Desnudo

                                                                                    Colombia +20

                                                                                      Destacados

                                                                                        BIBO

                                                                                          La Red Zoocial

                                                                                            ZonaZ

                                                                                              Centro de Ayuda

                                                                                                Newsletters
                                                                                                Servicios

                                                                                                Servicios

                                                                                                  Empleos

                                                                                                    Descuentos

                                                                                                      Idiomas

                                                                                                      EE ADS

                                                                                                        Cursos y programas

                                                                                                          Más

                                                                                                          Blogs

                                                                                                            Especiales

                                                                                                              Descarga la App

                                                                                                                Edición Impresa

                                                                                                                  Suscripción

                                                                                                                    Eventos

                                                                                                                      Foros El Espectador

                                                                                                                        Pauta con nosotros en EE

                                                                                                                          Pauta con nosotros en Cromos

                                                                                                                            Pauta con nosotros en Vea

                                                                                                                              Avisos judiciales

                                                                                                                                Preguntas Frecuentes

                                                                                                                                  Contenido Patrocinado
                                                                                                                                  12 de noviembre de 2023 - 06:30 p. m.

                                                                                                                                  Notas de madera salvaje (El cajón de santaora)

                                                                                                                                  Los muertos no pueden perder nada porque ya lo han dejado todo. Es así como un sonido minúsculo representa una enorme ganancia para ellos: gotas de lluvia en la ventana, voces de objetos inanimados, cantos de petirrojos. Incluso, las notas del bosque salvaje se convierten en un eco generoso que puede crisparles las entrañas.

                                                                                                                                  Julia Díaz Santa

                                                                                                                                  Rosemund, hija de Simeon Pease Cheney, publicó las anotaciones de los cantos de las aves que su padre escuchó trinar en el jardín de su parroquia, de 1860 a 1880.
                                                                                                                                  Foto: Cortesía

                                                                                                                                  Simeon Pease Cheney estaba muerto cuando empezó a escribir el canto de los pájaros de su jardín en partituras. Y siguió muerto cuando trazó en el pentagrama las notas de la cañería mal cerrada que “caían a la regadera apoyada sobre los adoquines del patio”.

                                                                                                                                  No hay otra razón. Solo un muerto desdeñaría todo lo que su tiempo ofrecía: el culto al virtuosismo instrumental, la arrogancia de los genios compositivos. Qué decir de las mejoras tecnológicas y los avances de la ciencia acústica.

                                                                                                                                  Pero él ya era un fantasma cuando Edison inventó el fonógrafo, en 1877. Y no quiso volver a la vida, pese a que la ópera y los conciertos sinfónicos estallaban en los teatros de Nueva York. El puerto no estaba tan lejos de Geneseo, de su parroquia. Pero los difuntos no soportan los excesos.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Así que, en los años impetuosos del romanticismo, Cheney cerró los oídos a las canciones íntimas, aplaudidas con guantes por la burguesía. Tenía demasiado con el festín de su patio: hiedras, musgos, babosas, helechos mojados. Lo dijo Pascal Quignard en el libro En ese jardín que amábamos: “Solos, los pájaros nocturnos ensayan, sin muchas variaciones, sus trinos muy bajos, muy hermosos, muy humildes, muy apagados, muy breves”.

                                                                                                                                  Siglo y medio después, motivado por los ecos de aquel pastor de mil ochocientos, el francés quiso escribir sobre Cheney. Y lo hizo a través de lo que el mismo definió como una serie de escenas dilatadas, afligidas, de acción lenta, muy cercanas al drama musical del teatro nō japonés.

                                                                                                                                  Encontré ese título hace unas semanas, en la mesita de la sala de espera. Me cautivó la página cincuenta y dos. Cuando el recitador hace sonar en silencio “el tintineo de la cadena de hierro del aljibe que golpea contra la extraña campana del balde vacío que desciende en la penumbra vertical del círculo de piedras”.

                                                                                                                                  Y es que Cheney, muerto como estaba, anotó incluso los acentos del chisporreteo del fuego, de la madera que chasquea, del roce de la piel en la tela de los vestidos. Y también el canto de todas las aves que sonaron en su jardín, desde 1860 hasta 1880.

                                                                                                                                  Todo empezó con la muerte de su esposa durante el parto de su hija. Una vez enterrada, él decidió morirse con ella. Y entonces le sobraba todo. Incluso ella, la pequeña Rosemund, memoria intolerable de su esposa fallecida. Paradójicamente, esa desatendida sucesora fue la única que apreció, por ese entonces, la obra de un padre presente únicamente para los sonidos de la naturaleza y la música de los objetos inanimados.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Rosemund aprendió a regalarse flores a sí misma, junquillos. Fue profesora de canto y de violoncelo, lectora entusiasta de Emily Bronté: “Las riquezas tengo en poca estima; / y del amor me río con desprecio; / y el deseo de la fama no fue más que un sueño/ que desapareció con la mañana. /Y si rezo, la única oración/ que mueve mis labios es: ¡Deja que se vaya el corazón que ahora soporto y dame libertad!”

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Quignard dibuja los problemas de audición que ella padeció, cuando ya no podía escuchar las notas del piano mientras su padre tocaba. “¿Por qué únicamente del piano? Oigo perfectamente los cantos de los niños en la iglesia”, preguntaba desconcertada.

                                                                                                                                  Cuando su padre muerto finalmente agonizó, en 1890, ella gastó sus ahorros para publicar el libro de las anotaciones sonoras, bajo el título Wood Notes Wild. Gracias a ese gesto, entre otras cosas, Dvorak citó esas composiciones naturales en su cuarteto de cuerdas No. 12.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hay un refrán mexicano que dice: al vivo todo le falta, al muerto todo le sobra. Ciertamente, los muertos no pueden perder nada, porque ya lo han dejado todo. Es así como un sonido minúsculo representa una enorme ganancia para ellos: gotas de lluvia en la ventana, voces de objetos inanimado, cantos de petirrojos. Incluso, las notas del bosque salvaje, se convierten en un eco generoso que puede crisparles las entrañas.

                                                                                                                                  Si Cheney hubiese estado vivo, quizás esa desastrosa carencia le habría impedido siquiera atisbar la exuberancia del silencio, interrumpido sutilmente por el canto de los objetos y la armonía de la naturaleza. Tampoco Rosemund habría aprendido a comprase junquillos. Y nosotros, nosotros hubiéramos perdido esas anotaciones peregrinas sobre la música esencial.

                                                                                                                                  Rosemund, hija de Simeon Pease Cheney, publicó las anotaciones de los cantos de las aves que su padre escuchó trinar en el jardín de su parroquia, de 1860 a 1880.
                                                                                                                                  Foto: Cortesía

                                                                                                                                  Simeon Pease Cheney estaba muerto cuando empezó a escribir el canto de los pájaros de su jardín en partituras. Y siguió muerto cuando trazó en el pentagrama las notas de la cañería mal cerrada que “caían a la regadera apoyada sobre los adoquines del patio”.

                                                                                                                                  No hay otra razón. Solo un muerto desdeñaría todo lo que su tiempo ofrecía: el culto al virtuosismo instrumental, la arrogancia de los genios compositivos. Qué decir de las mejoras tecnológicas y los avances de la ciencia acústica.

                                                                                                                                  Pero él ya era un fantasma cuando Edison inventó el fonógrafo, en 1877. Y no quiso volver a la vida, pese a que la ópera y los conciertos sinfónicos estallaban en los teatros de Nueva York. El puerto no estaba tan lejos de Geneseo, de su parroquia. Pero los difuntos no soportan los excesos.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Así que, en los años impetuosos del romanticismo, Cheney cerró los oídos a las canciones íntimas, aplaudidas con guantes por la burguesía. Tenía demasiado con el festín de su patio: hiedras, musgos, babosas, helechos mojados. Lo dijo Pascal Quignard en el libro En ese jardín que amábamos: “Solos, los pájaros nocturnos ensayan, sin muchas variaciones, sus trinos muy bajos, muy hermosos, muy humildes, muy apagados, muy breves”.

                                                                                                                                  Siglo y medio después, motivado por los ecos de aquel pastor de mil ochocientos, el francés quiso escribir sobre Cheney. Y lo hizo a través de lo que el mismo definió como una serie de escenas dilatadas, afligidas, de acción lenta, muy cercanas al drama musical del teatro nō japonés.

                                                                                                                                  Encontré ese título hace unas semanas, en la mesita de la sala de espera. Me cautivó la página cincuenta y dos. Cuando el recitador hace sonar en silencio “el tintineo de la cadena de hierro del aljibe que golpea contra la extraña campana del balde vacío que desciende en la penumbra vertical del círculo de piedras”.

                                                                                                                                  Y es que Cheney, muerto como estaba, anotó incluso los acentos del chisporreteo del fuego, de la madera que chasquea, del roce de la piel en la tela de los vestidos. Y también el canto de todas las aves que sonaron en su jardín, desde 1860 hasta 1880.

                                                                                                                                  Todo empezó con la muerte de su esposa durante el parto de su hija. Una vez enterrada, él decidió morirse con ella. Y entonces le sobraba todo. Incluso ella, la pequeña Rosemund, memoria intolerable de su esposa fallecida. Paradójicamente, esa desatendida sucesora fue la única que apreció, por ese entonces, la obra de un padre presente únicamente para los sonidos de la naturaleza y la música de los objetos inanimados.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Rosemund aprendió a regalarse flores a sí misma, junquillos. Fue profesora de canto y de violoncelo, lectora entusiasta de Emily Bronté: “Las riquezas tengo en poca estima; / y del amor me río con desprecio; / y el deseo de la fama no fue más que un sueño/ que desapareció con la mañana. /Y si rezo, la única oración/ que mueve mis labios es: ¡Deja que se vaya el corazón que ahora soporto y dame libertad!”

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Quignard dibuja los problemas de audición que ella padeció, cuando ya no podía escuchar las notas del piano mientras su padre tocaba. “¿Por qué únicamente del piano? Oigo perfectamente los cantos de los niños en la iglesia”, preguntaba desconcertada.

                                                                                                                                  Cuando su padre muerto finalmente agonizó, en 1890, ella gastó sus ahorros para publicar el libro de las anotaciones sonoras, bajo el título Wood Notes Wild. Gracias a ese gesto, entre otras cosas, Dvorak citó esas composiciones naturales en su cuarteto de cuerdas No. 12.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hay un refrán mexicano que dice: al vivo todo le falta, al muerto todo le sobra. Ciertamente, los muertos no pueden perder nada, porque ya lo han dejado todo. Es así como un sonido minúsculo representa una enorme ganancia para ellos: gotas de lluvia en la ventana, voces de objetos inanimado, cantos de petirrojos. Incluso, las notas del bosque salvaje, se convierten en un eco generoso que puede crisparles las entrañas.

                                                                                                                                  Si Cheney hubiese estado vivo, quizás esa desastrosa carencia le habría impedido siquiera atisbar la exuberancia del silencio, interrumpido sutilmente por el canto de los objetos y la armonía de la naturaleza. Tampoco Rosemund habría aprendido a comprase junquillos. Y nosotros, nosotros hubiéramos perdido esas anotaciones peregrinas sobre la música esencial.

                                                                                                                                  Por Julia Díaz Santa

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Read more!
                                                                                                                                  Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
                                                                                                                                  Aceptar