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Los descubrimientos arqueológicos y de construcción en Notre-Dame

Durante las obras de restauración de Notre-Dame en París, varios expertos realizaron investigaciones alrededor de la construcción de la catedral. Encontraron varias marcas de albañiles, técnicas de construcción y lugares de entierro en su interior.

02 de diciembre de 2024 - 02:41 p. m.
La catedral de Notre-Dame abrirá sus puertas al público el próximo 8 de diciembre.
La catedral de Notre-Dame abrirá sus puertas al público el próximo 8 de diciembre.
Foto: EFE - STEPHANE DE SAKUTIN / POOL
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Luego del incendio en Notre-Dame el pasado 15 de abril de 2019, las labores de restauración y reconstrucción permitieron que expertos lograran investigar en partes previamente inaccesibles de la catedral, encontrando sitios de entierro y recopilando información sobre las técnicas de construcción medievales.

Varios expertos trabajaron en asegurar el edificio luego de que el cuerpo de bomberos sofocara las llamas, dividiéndose en nueve equipos que estarían enfocados en materiales como metal, piedra o vidrio, entre otros, mientras que los arqueólogos excavaban lugares para poner los andamios y realizaban estudios geofísicos. Las primeras etapas de la investigación se hicieron con ayuda de robots controlados a distancia, debido a la alta contaminación por plomo.

Yves Gallet, profesor de Historia del Arte Medieval en la Universidad Bordeaux-Montaigne y director de las labores del equipo investigador de mampostería de Notre-Dame, mencionó que “las obras nos han permitido reunir una cantidad enorme de datos sobre los materiales utilizados, así como la manera en la que fueron trabajados y ensamblados”, dijo para The Art Newspaper. Agregó que pudieron conseguir estos datos mediante observaciones y toma de muestras desde los sistemas de andamiaje instalados durante la reconstrucción.

El equipo de arqueología descubrió restos de un edificio que databa del siglo I bajo la cripta de Soufflot, fragmentos del coro esculpido en piedra y destruido en el siglo XVIII, y alrededor de cien lugares de entierro de clérigos y laicos. En sus investigaciones en el transepto de la catedral, encontraron dos ataúdes de plomo, lo que significaba que aquellos cuerpos pertenecían a personas de alto honor para la iglesia.

Identificaron los restos como pertenecientes al canónigo Antoine de La Porte, fallecido en 1710, cuyo nombre estaba en la tapa del ataúd, mientras que el segundo cuerpo se mantenía anónimo, hasta que el profesor de antropología biológica de la Universidad de Toulouse III-Paul Sabatier, Éric Crubézy, afirmó que se trataba del poeta francés Joachim du Bellay.

“Hemos identificado a un hombre muerto de entre 30 y 40 años, al que se le había practicado la autopsia y que presentaba lesiones óseas y meníngeas causadas por tuberculosis”, mencionó para The Art Newspaper, además de que “los individuos enterrados en la catedral dentro de este rango de edad eran raros, y la probabilidad de encontrar tales lesiones era aún más rara. Todos estos elementos refuerzan la hipótesis de una identificación con Joachim du Bellay, cuya biografía hemos reexaminado”.

Se encontraron varios elementos de metal en la superficie y, mediante la examinación de más de 10.000 piezas de la cubierta de madera que se quemó, se logró comprender sus métodos de construcción y ensamblaje, al mismo tiempo que se reconstruyó una parte del clima social de la Francia en el medioevo.

Entre los descubrimientos, el equipo enfocado en la piedra de la catedral encontró marcas de los albañiles y picapedreros originales, además de algunas técnicas utilizadas. Resaltaron la delgadez de las bóvedas y los restos de un óculo —una ventana circular diseñada para el ingreso de luz— del siglo XII en la cabecera (extremo oriental) cuando se creía que se habían retirado en el siglo XIII.

Gallet hizo énfasis en que estos descubrimientos no solo muestran un gran conocimiento de los constructores medievales, sino que, además, muestra que muchas de las estructuras fueron producto de la experimentación. Esto lo sustentó mediante la investigación de las nervaduras —vigas o arcos que sostienen el peso de las bóvedas o cúpulas en el techo— que mostraban que los picapedreros habían “dudado” en la coordinación de la construcción.

El experto destacó, en conversación con The Art Newspaper, que estos descubrimientos obligarían a revisar la historia de la construcción de Notre-Dame, además de que “es sorprendente darse cuenta de que la construcción está llena de aproximaciones e irregularidades, a pesar de que se le considera el epítome de la perfección de la arquitectura gótica”.

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