“Chocó”: narrar un territorio sin los lentes de la magia o la pobreza
La escritora chocoana Velia Vidal se juntó con Geraldine Ramírez para crear un libro infantil que cuenta la historia amplia del departamento en el que nació la primera. La selva, la lluvia, el río y el mar se juntan en este relato informativo de un territorio al que también lo han atravesado la violencia y el desamparo.
Daniela Cristancho
Es el retrato de una infancia, como tantas infancias, empapada por la lluvia. Una infancia marcada por las gotas que llegan sin falta y sin aviso, pero también por el aire que indica la cercanía del mar y de la selva. “Chocó” es el diario de una niña de 10 años llamada Emilia, pero bien podría ser el de la misma autora, Velia Vidal, o el de muchos que, como ellas, crecieron en este departamento. Las escenas de este libro infantil están hiladas por una voz inocente, pero certera que sirve para ilustrar la naturaleza deslumbrante sin excluir los elementos sociales que han atravesado este territorio del Pacífico: el conflicto armado, la minería extractivista y la ausencia del Estado.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Es el retrato de una infancia, como tantas infancias, empapada por la lluvia. Una infancia marcada por las gotas que llegan sin falta y sin aviso, pero también por el aire que indica la cercanía del mar y de la selva. “Chocó” es el diario de una niña de 10 años llamada Emilia, pero bien podría ser el de la misma autora, Velia Vidal, o el de muchos que, como ellas, crecieron en este departamento. Las escenas de este libro infantil están hiladas por una voz inocente, pero certera que sirve para ilustrar la naturaleza deslumbrante sin excluir los elementos sociales que han atravesado este territorio del Pacífico: el conflicto armado, la minería extractivista y la ausencia del Estado.
La tarea de Emilia es sencilla. Debe llevar un diario de sus vacaciones mientras visita a sus abuelos a las orillas del río Atrato. Las páginas se llenan entonces de una voz que escribe como habla, de nidos de picaflores y de tortugas de mar, pero también de eventos que han marcado esa tierra. “En Bojayá mi papá me llevó a la vieja iglesia, donde murió la gente en la masacre. Mi papá dice que el año que yo nací se cumplieron diez años de la masacre y que él siempre me cuenta para que nunca se me olvide”, cuenta la protagonista en una de sus entradas.
“Era muy fácil caer en la magia, decir que la selva es divina y todos los animales son preciosos, pero aquí también hay demonios, tragedias y una población que ha sido históricamente excluida. Entonces el gran reto era cómo hablar de esto sin que se pierda el tono dulce, cálido y la belleza para los niños”, dijo Vidal sobre la elección de mencionar en el libro la masacre de Bojayá. “Los niños también tienen que saber qué es la construcción de memoria, entonces fue muy clara desde siempre la decisión de hablar de estos temas”.
Le recomendamos: Historia de la literatura - Plumas trasgresoras: “Épica de Gilgamesh”
Narrar estos elementos, más allá de los paisajes, las ballenas y los colores, no solo suponía un reto para el tono que debía llevar un relato infantil, sino que, según Vidal, era necesario evitar la revictimización y esto se tradujo en la elección de los personajes y sus contextos. “Para nosotros ha sido muy importante que los personajes hablen de dignidad, que no sean empobrecidos ni pauperizados”. Por esto, Emilia nació como una niña de Quibdó que cuenta estabilidad económica y un entorno familiar sano.
Esta decisión también se vio plasmada en las imágenes de Geraldine Ramírez. “Desde que Emilia aparece con zapatos en todas las escenas, hasta el tono de piel, que es diferente para cada persona. Son cambios que de pronto pueden ser sutiles y que, rápido, al ojo del lector, no se ven, pero que están pensados para no caer en formas de racismo desde la imagen”, anotó la artista, quien, antes de “Chocó”, solo había ilustrado libros de poesía. Su reto fue no permitir que el libro cayera en la “historia única”, como lo llama la escritora Chimamanda Ngozi Adichie. La del Chocó no es una historia única de pobreza, ni tampoco la de un mundo mágico de fauna y flora. Es la recolección de retazos, de particularidades y trayectoriras individuales que juntas crean una identidad colectiva y un pasado compartido.
Le sugerimos: Fernando Botero: la obra o la vida
Las palabras de Vidal, encarnadas en la voz de una niña, y las ilustraciones digitales de Ramírez, se unen para contar la historia amplia del lugar en el que nació la primera. Al ser un libro informativo, los relatos de Emilia también se ven interrumpidos por otro universo narrativo de infografías que ahondan en lo que es el Chocó biogeográfico: ¿cuánto llueve en la región? ¿Qué especies hay en esta ecorregión? Pero las entradas del diario también se intercalan con ilustraciones sin diálogos que le permiten al lector admirar, por ejemplo, los trazos que dibujan a una niña en los brazos de su padre nadando en la ciénaga, rodeados de aves. “La magia del libro-álbum es que no sea redundante. Lo poético fue muy importante para nosotros, entonces hay imágenes silentes que le dan un respiro al texto. Esto es un poema visual realmente”, explicó la escritora.
Este libro dio pie a un par de viajes. El primero fue llevar a Ramírez y a Paula Guerra, editora de Lazo Libros, al lugar donde se desenvuelve la historia. Allí las recibió Vidal y les mostró mucho de lo que hoy es “Chocó”. El segundo, fue en marzo de este año, cuando la escritora chocoana asistió a la feria del libro de Bolonia, en Italia. En el marco del encuentro editorial, alguien les preguntó, al ver el libro, si realmente había afrodescendientes en Colombia. “A mí me dejó eso impresionadísima, porque sigue persistiendo la idea de que Colombia es un país solo de mestizos, como supuestamente es toda América Latina”, contó Velia. A sus ojos, a excepción de Brasil, hay pocos referentes de literatura infantil que hablen de estas poblaciones afros, aun en los países en los que estas son significativas en tamaño.
Y aunque en la construcción del relato se hizo un esfuerzo activo por evitar los estereotipos que se ven en los libros de poblaciones afros cuando sí los hay, y abarca temas como el racismo y el conflicto armado, “Chocó” simplemente pretende contar la historia de un territorio, como otros de la editorial. “Este no es un libro donde le decimos a los niños que cuiden el ambiente, que los afros son chéveres, o miren ‘Emilia es negra y es bonita’. No, no estamos educando a nadie”, afirmó Vidal. Así, se configura como una obra que, lejos de ser moralizante, le dibuja a los niños otros presentes y futuros posibles.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖