Olga Burgos: “La fotografía de interiores es un arte, pero no un desahogo”
“Danza de atarrayas”, una fotografía tomada en Tolú por Olga Burgos, fue seleccionada para participar en una bienal que se realizará en Grecia.
Danelys Vega Cardozo
Usted es odontóloga. ¿Cómo término inclinándose por la fotografía?
A mí siempre me ha gustado la fotografía porque mi papá era médico, pero le encantaba tomar fotos. Era muy chistoso porque a él no le gustaba que nosotros saliéramos en ellas, sino que fotografiaba los paisajes de los lugares adonde viajábamos. A medida que fui creciendo, fui comprando cámaras como las que tiene cualquier persona, pero me gustaba que fueran finas. Cada vez fui entregándome y estudiando más. Para mí la fotografía es una pasión, un desahogo, es trasmitir lo que mis ojos ven a las otras personas; me parece que es una forma de transmitir mucha sensibilidad. Para mí la fotografía es grabar con un clic las emociones que un instante transmite. Tú nunca tomarás una fotografía igual a la otra, entonces es un instante de segundo.
¿Considera que su papá la influyó para que también se interesara por la fotografía de paisajes?
Pienso que sí. A mí me encanta la naturaleza y creo que eso viene de la sensibilidad que tiene uno como persona. Llevo 35 años viviendo en Cartagena y me emociona ver un atardecer de la misma manera que me emocionaba hace 35 años. Yo me puedo morir viendo un amanecer o un atardecer. Mi fotografía es muy purista: no tomo una foto y luego la paso por Photoshop para cambiarle el cielo; eso sería engañarme. No lo hago nunca, así me lo pidan. Prefiero decir que mejor no hago el trabajo. Lo que mis ojos ven es lo que quiero transmitir.
De lo contrario sería alterar la realidad.
Sí, eso no va en mí. En mi fotografía transmito la belleza, un carácter. Yo veo el mar y, si está muy fuerte, significa algo para mí, si está apacible ocurre lo mismo.
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También es fotógrafa de interiores. ¿Cómo dio ese salto a este tipo de fotografías?
Cuando me presenté a Odontología también lo hice a Arquitectura, porque toda la vida me ha gustado. De hecho, no sé si fue por influencia mía, pero tengo un hijo arquitecto. Alguna vez, como unos amigos sabían de mi afición por los interiores, me pidieron el favor de que si les tomaba unas fotos a unos apartamentos. Me asusté porque nunca había tomado ese tipo de fotos y ellos necesitaban alquilarlos. Los dueños quedaron contentos con las fotografías y me di cuenta de que me gustaba y podía relacionar dos de mis gustos: los interiores y la fotografía.
¿Cuáles son las diferencias entre la fotografía de paisaje y la de interiores?
Son totalmente diferentes. Se manejan luces distintas en ambas. La fotografía de interiores tiene unas normas muy importantes, porque de eso dependerá si es una buena o mala fotografía, entre ellas el paralelismo de las líneas, las líneas verticales, la colocación de los objetos y los ángulos. Aunque en la fotografía de paisaje también existen unas normas, son diferentes. En este tipo de fotografía, miro un horizonte, en la de interiores son importantes los ángulos porque tengo que mostrar lo que es el apartamento, que la persona que va a arrendarlo o comprarlo pueda ver su recorrido y entienda de qué se trata. Tú ves un paisaje lindo, pero a ti no te va a interesar en dónde está (Santa Marta, Cartagena, Japón, etc.), en cambio la fotografía de interiores debe describir muy bien el apartamento. En una fotografía de paisaje, a no ser que quiera mostrar un espacio específico, es más generalizada. Fotografiar espacios no es fácil, por ejemplo, fotografiar baños es de las cosas más complicadas que hay.
¿Por qué?
Por el espacio; normalmente son muy pequeños. En la fotografía de interiores no tengo la misma luz que en una exterior, entonces debo usar obligatoriamente trípode y eso es muy complicado en un baño.
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¿Se siente más libre cuando toma una fotografía de paisaje que una de interiores?
Lo que pasa es que el paisaje ya de por sí genera libertad. Soy una persona a la que le gusta mucho la libertad y así me siento cuando estoy ante un paisaje. Incluso, si quiero tomar un mar apacible porque me siento así ese día, por la velocidad de mi fotografía puedo capturar un mar que transmita relajación. A mí me encanta que las olas salgan lo más fuertes posible y eso transmite lo que estoy sintiendo en ese momento, ya sea alteración u otra cosa. En cambio, la fotografía de interiores es un arte, pero no un desahogo. Es decir, a mí me llaman a que tome una fotografía de un apartamento y debo tomarla independientemente de mi estado anímico. En esa fotografía no puedo expresar lo que estoy sintiendo en el momento: tristeza, felicidad, etc. Tal vez se refleje en el resultado final de las fotos, pero tengo que hacerlo bien y saber lo que estoy haciendo, más allá de cómo me estoy sintiendo.
Es decir que la fotografía también es un espejo nuestro…
Totalmente. En mi fotografía quiero transmitir una belleza, un carácter o sea una esencia. Lo que te decía: grabo en un clic las emociones. Mis hijos dicen que voy a morir tomando fotos porque no tengo inconveniente en montarme en una piedra en un río, así me pueda caer. Si es posible me subo a un techo porque me emociona tanto la fotografía que no me fijo en el peligro que estoy corriendo.
Para usted, ¿qué es una buena y mala fotografía?
Empecemos diciendo que hay unas reglas de composición, pero uno estudia las reglas para saber romperlas. En interiores es más fácil definir qué es una buena y mala foto. Por ejemplo, unas líneas verticales torcidas son una mala foto; es importante que vayan rectas en las fotografías de interiores. Saber cubrir una esquina o un baño bien es una buena o mala foto. Entonces, la fotografía de interiores tiene unas normas que son muy específicas y que, por lo general, toca cumplirlas. En cambio, en las fotografías de paisaje, aunque tiene unas reglas, yo las puedo romper sabiendo que lo estoy haciendo. Cuando empecé a tomar este tipo de fotografías ponía todos los horizontes en la mitad porque pensaba que debían ir allí, pero en realidad nunca debe ser así. Hay una regla (la de las miradas) que hace que cualquier persona mire el punto de la fotografía donde quise que fijara su mirada, entonces el público siempre va a llegar ahí sin darse cuenta, va a mirar primero, obligatoriamente, una parte de la foto. Eso es lo importante de hacer una buena fotografía: atraer la mirada de una persona a un punto específico y que después recorra la foto.
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“Danza de atarrayas”, una foto suya, fue seleccionada para participar en una bienal que se realizará en Grecia.
Esta foto la tomé en Tolú durante un paseo que hice con unos amigos de un grupo de fotografía que tengo en Cartagena. Uno de mis temas favoritos es el de los pescadores, entonces como un amigo, que es de Tolú, tenía conocimiento sobre eso y conoce a los pescadores nativos, fuimos a tomar las fotos. Me presentó a los pescadores, que son gente muy querida, conversé con ellos y nos enseñaron cómo tiraban su atarraya; cada uno tiene su estilo para hacerlo. Entonces, nos fuimos metiendo a su mundo, hasta que les pedimos que tiraran su atarraya todos al mismo tiempo. No es una foto fácil porque hay que tener mucha velocidad en la cámara al momento de tomarla, tiene que ser muy precisa y bien compuesta. Logré la foto después de mil fotografías, porque no se consigue a la primera vez. Yo envíe mi foto a la bienal de Grecia, les gustó mucho y la seleccionaron para la categoría impresa. Somos varios participantes de Colombia: 10 fotografías colombianas clasificaron.
Decía que conversó con los pescadores de Tolú. ¿Por qué es importante que las personas no solo sean las protagonistas de las fotografías, sino también tratar de establecer una relación más humana con ellas?
Un pescador que tira una atarraya no es una persona cualquiera; detrás de eso hay un trasfondo muy importante. Esa persona, desde que nace, está viendo su atarraya, come de su pesca y sostienen a su familia con eso. No te alcanzas a imaginar lo que esta gente siente por su pesca. Ahí también hay una diferencia con la fotografía de interiores: el interior es un espacio, pero aquí no. La fotografía de paisaje también puede incluir seres humanos y animales. Entonces, para mí es importante la esencia de las personas que capturo y yo quiero conocerla, así que trato de conversar mucho con la gente a la que le tomo una foto.
Usted es odontóloga. ¿Cómo término inclinándose por la fotografía?
A mí siempre me ha gustado la fotografía porque mi papá era médico, pero le encantaba tomar fotos. Era muy chistoso porque a él no le gustaba que nosotros saliéramos en ellas, sino que fotografiaba los paisajes de los lugares adonde viajábamos. A medida que fui creciendo, fui comprando cámaras como las que tiene cualquier persona, pero me gustaba que fueran finas. Cada vez fui entregándome y estudiando más. Para mí la fotografía es una pasión, un desahogo, es trasmitir lo que mis ojos ven a las otras personas; me parece que es una forma de transmitir mucha sensibilidad. Para mí la fotografía es grabar con un clic las emociones que un instante transmite. Tú nunca tomarás una fotografía igual a la otra, entonces es un instante de segundo.
¿Considera que su papá la influyó para que también se interesara por la fotografía de paisajes?
Pienso que sí. A mí me encanta la naturaleza y creo que eso viene de la sensibilidad que tiene uno como persona. Llevo 35 años viviendo en Cartagena y me emociona ver un atardecer de la misma manera que me emocionaba hace 35 años. Yo me puedo morir viendo un amanecer o un atardecer. Mi fotografía es muy purista: no tomo una foto y luego la paso por Photoshop para cambiarle el cielo; eso sería engañarme. No lo hago nunca, así me lo pidan. Prefiero decir que mejor no hago el trabajo. Lo que mis ojos ven es lo que quiero transmitir.
De lo contrario sería alterar la realidad.
Sí, eso no va en mí. En mi fotografía transmito la belleza, un carácter. Yo veo el mar y, si está muy fuerte, significa algo para mí, si está apacible ocurre lo mismo.
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También es fotógrafa de interiores. ¿Cómo dio ese salto a este tipo de fotografías?
Cuando me presenté a Odontología también lo hice a Arquitectura, porque toda la vida me ha gustado. De hecho, no sé si fue por influencia mía, pero tengo un hijo arquitecto. Alguna vez, como unos amigos sabían de mi afición por los interiores, me pidieron el favor de que si les tomaba unas fotos a unos apartamentos. Me asusté porque nunca había tomado ese tipo de fotos y ellos necesitaban alquilarlos. Los dueños quedaron contentos con las fotografías y me di cuenta de que me gustaba y podía relacionar dos de mis gustos: los interiores y la fotografía.
¿Cuáles son las diferencias entre la fotografía de paisaje y la de interiores?
Son totalmente diferentes. Se manejan luces distintas en ambas. La fotografía de interiores tiene unas normas muy importantes, porque de eso dependerá si es una buena o mala fotografía, entre ellas el paralelismo de las líneas, las líneas verticales, la colocación de los objetos y los ángulos. Aunque en la fotografía de paisaje también existen unas normas, son diferentes. En este tipo de fotografía, miro un horizonte, en la de interiores son importantes los ángulos porque tengo que mostrar lo que es el apartamento, que la persona que va a arrendarlo o comprarlo pueda ver su recorrido y entienda de qué se trata. Tú ves un paisaje lindo, pero a ti no te va a interesar en dónde está (Santa Marta, Cartagena, Japón, etc.), en cambio la fotografía de interiores debe describir muy bien el apartamento. En una fotografía de paisaje, a no ser que quiera mostrar un espacio específico, es más generalizada. Fotografiar espacios no es fácil, por ejemplo, fotografiar baños es de las cosas más complicadas que hay.
¿Por qué?
Por el espacio; normalmente son muy pequeños. En la fotografía de interiores no tengo la misma luz que en una exterior, entonces debo usar obligatoriamente trípode y eso es muy complicado en un baño.
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¿Se siente más libre cuando toma una fotografía de paisaje que una de interiores?
Lo que pasa es que el paisaje ya de por sí genera libertad. Soy una persona a la que le gusta mucho la libertad y así me siento cuando estoy ante un paisaje. Incluso, si quiero tomar un mar apacible porque me siento así ese día, por la velocidad de mi fotografía puedo capturar un mar que transmita relajación. A mí me encanta que las olas salgan lo más fuertes posible y eso transmite lo que estoy sintiendo en ese momento, ya sea alteración u otra cosa. En cambio, la fotografía de interiores es un arte, pero no un desahogo. Es decir, a mí me llaman a que tome una fotografía de un apartamento y debo tomarla independientemente de mi estado anímico. En esa fotografía no puedo expresar lo que estoy sintiendo en el momento: tristeza, felicidad, etc. Tal vez se refleje en el resultado final de las fotos, pero tengo que hacerlo bien y saber lo que estoy haciendo, más allá de cómo me estoy sintiendo.
Es decir que la fotografía también es un espejo nuestro…
Totalmente. En mi fotografía quiero transmitir una belleza, un carácter o sea una esencia. Lo que te decía: grabo en un clic las emociones. Mis hijos dicen que voy a morir tomando fotos porque no tengo inconveniente en montarme en una piedra en un río, así me pueda caer. Si es posible me subo a un techo porque me emociona tanto la fotografía que no me fijo en el peligro que estoy corriendo.
Para usted, ¿qué es una buena y mala fotografía?
Empecemos diciendo que hay unas reglas de composición, pero uno estudia las reglas para saber romperlas. En interiores es más fácil definir qué es una buena y mala foto. Por ejemplo, unas líneas verticales torcidas son una mala foto; es importante que vayan rectas en las fotografías de interiores. Saber cubrir una esquina o un baño bien es una buena o mala foto. Entonces, la fotografía de interiores tiene unas normas que son muy específicas y que, por lo general, toca cumplirlas. En cambio, en las fotografías de paisaje, aunque tiene unas reglas, yo las puedo romper sabiendo que lo estoy haciendo. Cuando empecé a tomar este tipo de fotografías ponía todos los horizontes en la mitad porque pensaba que debían ir allí, pero en realidad nunca debe ser así. Hay una regla (la de las miradas) que hace que cualquier persona mire el punto de la fotografía donde quise que fijara su mirada, entonces el público siempre va a llegar ahí sin darse cuenta, va a mirar primero, obligatoriamente, una parte de la foto. Eso es lo importante de hacer una buena fotografía: atraer la mirada de una persona a un punto específico y que después recorra la foto.
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“Danza de atarrayas”, una foto suya, fue seleccionada para participar en una bienal que se realizará en Grecia.
Esta foto la tomé en Tolú durante un paseo que hice con unos amigos de un grupo de fotografía que tengo en Cartagena. Uno de mis temas favoritos es el de los pescadores, entonces como un amigo, que es de Tolú, tenía conocimiento sobre eso y conoce a los pescadores nativos, fuimos a tomar las fotos. Me presentó a los pescadores, que son gente muy querida, conversé con ellos y nos enseñaron cómo tiraban su atarraya; cada uno tiene su estilo para hacerlo. Entonces, nos fuimos metiendo a su mundo, hasta que les pedimos que tiraran su atarraya todos al mismo tiempo. No es una foto fácil porque hay que tener mucha velocidad en la cámara al momento de tomarla, tiene que ser muy precisa y bien compuesta. Logré la foto después de mil fotografías, porque no se consigue a la primera vez. Yo envíe mi foto a la bienal de Grecia, les gustó mucho y la seleccionaron para la categoría impresa. Somos varios participantes de Colombia: 10 fotografías colombianas clasificaron.
Decía que conversó con los pescadores de Tolú. ¿Por qué es importante que las personas no solo sean las protagonistas de las fotografías, sino también tratar de establecer una relación más humana con ellas?
Un pescador que tira una atarraya no es una persona cualquiera; detrás de eso hay un trasfondo muy importante. Esa persona, desde que nace, está viendo su atarraya, come de su pesca y sostienen a su familia con eso. No te alcanzas a imaginar lo que esta gente siente por su pesca. Ahí también hay una diferencia con la fotografía de interiores: el interior es un espacio, pero aquí no. La fotografía de paisaje también puede incluir seres humanos y animales. Entonces, para mí es importante la esencia de las personas que capturo y yo quiero conocerla, así que trato de conversar mucho con la gente a la que le tomo una foto.