Olli Mustonen, la magia del piano
El pianista, director de orquesta y compositor finlandés se presentó en varios conciertos durante los primeros días del Cartagena Festival de Música, que fue inaugurado el pasado 5 de enero.
Andrea Jaramillo Caro
La mano de Olli Mustonen descendió sobre las teclas del piano como una caricia. Con un aire de teatralidad, que recuerda los movimientos de un director de orquesta, el pianista finlandés movió sus dedos sobre el piano, mientras siguió la partitura de Robert Schumann. Fue una melodía dulce la que envolvió los muros de la capilla del hotel Santa Clara, en Cartagena.
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La mano de Olli Mustonen descendió sobre las teclas del piano como una caricia. Con un aire de teatralidad, que recuerda los movimientos de un director de orquesta, el pianista finlandés movió sus dedos sobre el piano, mientras siguió la partitura de Robert Schumann. Fue una melodía dulce la que envolvió los muros de la capilla del hotel Santa Clara, en Cartagena.
Entre las tenues luces rojas, el pianista se entregó a su instrumento en una conversación que el piano lideró. Fue el instrumento el que, con el ritmo de la melodía, dictó los movimientos apasionados de Mustonen. Su cuerpo pareció rendirse ante el poder de las notas que tocó en el piano.
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Su relación con este oficio comenzó en su infancia, pues en conversación para El Espectador recordó que su familia siempre fue muy musical. “Mi padre es matemático y estatista. La matemática es la más abstracta de las ciencias y la música es la más abstracta de las artes”. Fue a través de su padre, que tocaba el violín, que él y su hermana se acercaron a la música.
El recorrido de Mustonen comenzó con el clavecín. A falta de piano, este instrumento le abrió las puertas a este mundo a los cinco años. “Crecí con la música de Domenico Scarlatti, Bach, Händel, Fresco Baldi... A los siete comencé a tocar el piano, pero ya tenía interés en componer. Mis primeras composiciones las hice a los cinco años y luego me animé a conducir”.
A pesar de que se formó con Ralf Gothóni y Eero Heinonen, Mustonen considera que los grandes compositores del pasado son excelentes maestros y que luego de haber pasado su vida escuchando a Beethoven, Sibelius, Grieg, Brahms y Bartók, la historia de la música influencia en un gran porcentaje su propia obra. Las primeras composiciones que produjo las describe como abstractas, pero durante los últimos 20 años sus referentes han sido la historia, la literatura y la tradición de su Finlandia natal. “Creo que cualquier compositor tiene una personalidad o un estilo, o no lo tiene. Considero que los compositores de hoy pasan mucho tiempo pensando en el estilo, pero deberían intentar ser completamente diferentes de los demás”.
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La palabra “músico” es la que prefiere para referirse a sí mismo, pues afirma sentirse cómodo en los tres roles que ejerce como pianista, compositor y conductor. “Recuerdo lo que Paulo Hinojosa dijo alguna vez: hay músicos que componen, músicos que conducen y músicos que tocan. Me siento muy cercano a esa idea. Creo que la interacción, especialmente entre artistas y compositores, es vital para nuestra vida musical, que es algo que en los últimos 80 años no sucedía mucho. Los artistas tocaban la pieza y los compositores eran como científicos en un laboratorio, con poca interacción con lo que estaban creando”.
La interacción, no solo con la obra sino con el entorno que lo rodeó, marcó la percepción del mundo de este músico. Frente al paisaje cartagenero que enmarcó esta conversación, Mustonen reconoció la riqueza natural de Colombia y describió el mar de la Heroica con el ritmo de sus olas “como una especie de cuna de Dios”. Los sonidos que detalló y los instrumentos para los que compuso, más allá de ser su profesión, son su estilo de vida.
“Es infinitamente fascinante, porque es como caminar de nuevo por el mismo bosque, siempre descubriendo cosas nuevas, y tengo la inmensa responsabilidad de transmitir el mensaje que el compositor quería cuando creó la pieza”, dijo Mustonen sobre volver a interpretar una obra conocida. “Tú puedes ir a un concierto y escuchar algo que te cambia la vida para siempre. He tenido esas experiencias: te ubicas en una silla y no sientes que hayas estado en sentado durante dos horas, sino que te transportaste a otro lado. Es casi como una experiencia chamánica”, agregó.
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Mustonen aseguró que, con el piano, a diferencia de otros instrumentos, solo se toca el inicio de las notas. “El martillo toca la cuerda y no hay mucho que podamos hacer entre una y otra nota. Suelo comparar esto con el tenis, porque no llevas la pelota al otro lado de la malla, la raqueta toca la pelota y en esa fracción de segundo en que la raqueta la retiene absorbe toda la información, el poder y la dirección. Creo que pasa exactamente lo mismo con el piano: creas la ilusión de lo que pasa entre cada nota. Para tocar el piano debes ser un mago”.
Durante sus años como músico, no solamente se transformó su visión sobre el instrumento que eligió, sino también sobre su vida y su oficio: Olli Mustonen no se considera una persona diferente a quien fue a los cinco años, se ve a sí mismo como un árbol que ha ido creciendo, pero que continúa con el mismo tronco. Ahora, con 56 años, considera que es imperativo mantenerse en contacto con la versión más joven de sí mismo, no solo en su profesión, sino como ser humano.