"One of Us", el peso del documental
El logro más brillante del documental es dar una mirada personal, que le permite a los no judíos acercarse al tema, sin sentirse anti semitas. Esta es la historia de tres judíos jasídicos se enfrentan al ostracismo, a la ansiedad y al peligro al intentar huir.
Luisa María González
Netflix abrió una espacio importante para los documentales y sus realizadores dentro de su plataforma. Piezas que de otra manera se habrían quedado en el olvido o en el ojo experto de algún intelectual del medio, ahora, están para nosotros en un gran y hermoso compilado. Después de ver un par de aquel listado, como Strong Island, Voyeur, Low and Behold e Into the Inferno (Documentales que también merecen un espacio en su lista de espera) decidí escribir sobre One of Us.
Heidi Ewing y Rachel Grady, directoras del documental, abren una pequeña ventana al mundo Judío Ultraortodoxo o Jasídico de Brooklyn, a través de tres personajes que renunciaron a ser parte de la “tribu”. One of Us, no tocará a fondo los matices de la religión y su séquito, ésta, tan sólo es una pequeña mirada dentro de la dura realidad de los hombres y mujeres que se aventuran fuera de la comunidad, y aunque parezca que los principales focos en la narrativa son la religión, la opresión de la comunidad y los delitos o virtudes de la misma, en realidad, los temas clave dentro de la pieza son la soledad, el miedo y valor que implican enfrentarse a lo desconocido; el poder que ejerce una comunidad sobre el individuo y cómo ésta transforma las relaciones y conexiones que se hacen con lo nuevo. Conocerte como entidad y no como parte de una maquinaria, es una de las grandes reflexiones del documental y es desde allí, que las realizadoras nos introducen a Luzer, Etty y Ari.
Luzer, el más carismático del trio, decide romper las ataduras de una fe y comunidad que no comprende, mientras busca una nueva vida en Los Ángeles como actor. Etty, trata desesperadamente de entender su papel como mujer fuera de la comunidad, en paralelo, lucha contra un esposo abusivo y una familia opresora, y Ari, el más joven del trío, es un chico perturbado que se embarca en un camino de recuperación ante traumas del pasado y tentaciones del presente.
Las directoras, logran crear una fuerte conexión entre el espectador y estos tres personajes, de ahí que se haga realmente difícil ver el recorrido de los protagonistas, quienes luchan arduamente por encontrar su lugar en el mundo. Rechazados por su familia, deben embarcarse en un viaje de auto descubrimiento, y a nosotros, se nos permite ser testigos de tan sólo una pequeña fracción en aquel tortuoso recorrido; una fracción que ni de cerca será objetiva o parcial en su narrativa, sin embargo, esta continúa siendo una mirada íntima y delicada que decididamente llegará a sus corazones, sepan mucho o poco del tema.
El logro más brillante del documental es dar una mirada personal, que le permite a los no judíos acercarse al tema, sin sentirse anti semitas.
Netflix abrió una espacio importante para los documentales y sus realizadores dentro de su plataforma. Piezas que de otra manera se habrían quedado en el olvido o en el ojo experto de algún intelectual del medio, ahora, están para nosotros en un gran y hermoso compilado. Después de ver un par de aquel listado, como Strong Island, Voyeur, Low and Behold e Into the Inferno (Documentales que también merecen un espacio en su lista de espera) decidí escribir sobre One of Us.
Heidi Ewing y Rachel Grady, directoras del documental, abren una pequeña ventana al mundo Judío Ultraortodoxo o Jasídico de Brooklyn, a través de tres personajes que renunciaron a ser parte de la “tribu”. One of Us, no tocará a fondo los matices de la religión y su séquito, ésta, tan sólo es una pequeña mirada dentro de la dura realidad de los hombres y mujeres que se aventuran fuera de la comunidad, y aunque parezca que los principales focos en la narrativa son la religión, la opresión de la comunidad y los delitos o virtudes de la misma, en realidad, los temas clave dentro de la pieza son la soledad, el miedo y valor que implican enfrentarse a lo desconocido; el poder que ejerce una comunidad sobre el individuo y cómo ésta transforma las relaciones y conexiones que se hacen con lo nuevo. Conocerte como entidad y no como parte de una maquinaria, es una de las grandes reflexiones del documental y es desde allí, que las realizadoras nos introducen a Luzer, Etty y Ari.
Luzer, el más carismático del trio, decide romper las ataduras de una fe y comunidad que no comprende, mientras busca una nueva vida en Los Ángeles como actor. Etty, trata desesperadamente de entender su papel como mujer fuera de la comunidad, en paralelo, lucha contra un esposo abusivo y una familia opresora, y Ari, el más joven del trío, es un chico perturbado que se embarca en un camino de recuperación ante traumas del pasado y tentaciones del presente.
Las directoras, logran crear una fuerte conexión entre el espectador y estos tres personajes, de ahí que se haga realmente difícil ver el recorrido de los protagonistas, quienes luchan arduamente por encontrar su lugar en el mundo. Rechazados por su familia, deben embarcarse en un viaje de auto descubrimiento, y a nosotros, se nos permite ser testigos de tan sólo una pequeña fracción en aquel tortuoso recorrido; una fracción que ni de cerca será objetiva o parcial en su narrativa, sin embargo, esta continúa siendo una mirada íntima y delicada que decididamente llegará a sus corazones, sepan mucho o poco del tema.
El logro más brillante del documental es dar una mirada personal, que le permite a los no judíos acercarse al tema, sin sentirse anti semitas.