Pablo D’Ors: un sacerdote que integra la meditación y la tradición católica
El sacerdote D’Ors explica cómo la práctica del silencio puede contrarrestar la ansiedad, la depresión y las adicciones, combinando la psicología y la espiritualidad para mejorar la calidad de vida; además, destaca la rica tradición meditativa dentro del cristianismo y su potencial para enriquecer la fe.
Diego Marín Sierra
“Algunas de las consignas que el carismático escritor y sacerdote español Pablo D’Ors selecciona deliberadamente cuando se conversa con él, incluyen reflexiones como: ‘El primer fruto que me ha regalado la meditación es la claridad o la luz, y si tienes esto, tienes más coraje para actuar’, o ‘Cualquier actividad realizada con atención construye la vida interior’.”
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“Algunas de las consignas que el carismático escritor y sacerdote español Pablo D’Ors selecciona deliberadamente cuando se conversa con él, incluyen reflexiones como: ‘El primer fruto que me ha regalado la meditación es la claridad o la luz, y si tienes esto, tienes más coraje para actuar’, o ‘Cualquier actividad realizada con atención construye la vida interior’.”
D’Ors lleva varios años promoviendo la meditación o el silencio, como una herramienta fundamental para mejorar la calidad de vida y enfrentar el sufrimiento humano y defiende la tesis de que la meditación y la tradición cristiana no son opuestas. Una actividad, que además, ha sido practicada por santos y místicos a lo largo de los años.
Sus libros abarcan temas como la espiritualidad, la búsqueda interior, el significado del sufrimiento y el crecimiento personal. Con La Trilogía del silencio, conformada por ‘El amigo del desierto’, ‘Biografía del silencio’ y ‘El olvido de sí’, esta última, un homenaje al místico contemplativo Charles de Foucauld, ha alcanzado el reconocimiento mundial.
D’Ors se destaca como el único sacerdote que integra la tradición católica con la práctica meditativa, mostrando cómo ambos no solo pueden coexistir, sino complementarse.
¿Cómo fue su encuentro con la meditación?
He tenido interés por la meditación y por la aventura interior desde que era un adolescente. Recuerdo que en el seminario donde estudié, durante los veranos, me iba a la Comunidad del Arca, una comunidad neogandhiana. Allí practicaba la meditación; quizás ese fue mi primer acercamiento riguroso. En torno a los 40 años, (yo tengo 60 ahora), conocí el mundo del zen y pasé por tres maestros distintos, pero fue durante los 50 años que conocí a mi maestro Franz Jalics, un jesuita húngaro que ya falleció y él fue quien me dio la transmisión y la enseñanza definitiva.
¿De qué manera la práctica del silencio, como usted la describe, puede ser un antídoto contra la ansiedad, la depresión y las adicciones en la vida actual?
Necesitamos del camino de la psicología y necesitamos del camino de la espiritualidad, de los dos. La psicología busca perfeccionar el ego y la espiritualidad trascenderlo. El psicólogo busca que tú estés bien y el guía espiritual busca que seas tú mismo. Es decir, son dos propuestas que ciertamente pueden ayudar a mejorar la calidad de vida y escapar del sufrimiento humano. Hace falta maestros que hayan hecho este recorrido de perfeccionamiento del ego y de trascendencia y que hayan llegado a su yo profundo, porque la meditación es eso, es un camino a nuestro yo profundo para ir trascendiendo todas las dificultades de la vida, nuestros pensamientos, nuestras emociones, sentimientos, deseos. La meditación es eso, un camino, una peregrinación a nuestro yo profundo.
Usted menciona que meditar no es difícil, lo difícil es querer meditar. ¿Cómo superar la resistencia para querer meditar?
El ser humano tiene instintos, tiene deseos y tiene un anhelo. El instinto es elegir lo corporal, los deseos es elegir lo mental y el anhelo es elegir lo espiritual. El asunto es que cuando el ser humano está tan deteriorado, este anhelo o esta sed queda demasiado oculta. ¿Cómo superar esa resistencia? Una buena manera es intentar estar cerca de personas con un alto nivel de consciencia, porque así, aunque sea por ósmosis, se va purificando nuestras intenciones y se va aspirando a lo mejor. Hay dos claves fundamentales para poder iniciar el camino de la meditación: una es la constancia, hacerlo todos los días, como te duchas todos los días, debes estar limpio espiritualmente y meditar; y luego la humildad para seguir un camino, para seguir un maestro o para seguir un grupo; es decir, entrar en una escuela donde te enseñan. En el mundo del silencio necesitamos de personas que nos enseñen.
Ha hablado sobre la diferencia entre la meditación y la contemplación. ¿Podría explicar cómo define cada una y cuál es el proceso para llegar a esas virtudes?
Suelo decir que lo que hemos de aspirar es a la contemplación; es decir, a la vida contemplativa. Esto significa una vida sin presión de rendimiento, una vida en la que disfrutamos de aquello que se nos regala. Ahora mismo, esta conversación, la puedes vivir con presión de rendimiento, o puedes vivirla disfrutándola y con la mente totalmente presente, respondiendo a lo que realmente te están preguntando. A lo que aspiramos entonces, es a la vida contemplativa, lo que significa una vida con profundidad, desde el amor, y para eso sirve la práctica meditativa.
En el libro Biografía del silencio, menciona la importancia de la atención plena y la presencia en el momento presente. ¿Qué prácticas o consejos ofrecería a alguien que lucha por mantenerse centrado y presente en medio de las distracciones diarias?
Les diría que antes de empezar con la meditación, que es una práctica de quietud, empezaran con la lentitud y que escogieran una actividad al día y la hicieran muy despacio; por ejemplo, lavar los platos o lavarse los dientes. Cuando hacemos las cosas despacio aprendemos a estar aquí y ahora y eso nos puede ayudar a descubrir el encanto de lo que tenemos entre manos.
La búsqueda de la espiritualidad y el sentido de la vida es un tema recurrente en sus escritos. ¿Qué consejo le daría a alguien que se siente desorientado en su búsqueda de sentido?
Un primer consejo que le daría es que hiciese mucho ejercicio físico, porque cuando uno está mal, tiende a quedarse inmóvil y encerrado, el movimiento te expande y te hace bien. Luego le diría, aunque no le apetezca, que no pierda el contacto con los demás. Que todos los días destinara un rato a estar con los otros. También que iniciara la lectura de algún libro bueno (no quiero decir que sean necesariamente los míos) que le de orientación. Yo soy cristiano y recomendaría el evangelio, este es un libro totalmente transformador, pero también pueden ser otros inspirados, no solo sagrados. Por último, estar con personas con un alto nivel de consciencia, personas bondadosas, personas luminosas, que hacen el bien.
¿Por qué persiste la noción de que la meditación y el dogma católico no solo son distintos, sino que además se contradicen entre sí? Si practica uno, está mal visto practicar el otro.
En realidad, sí que existe la tradición meditativa en el cristianismo, pero también es verdad que ha sido minoritaria. Creo que muchos católicos no conocen la meditación en su tradición y piensan que es incompatible, pero los grandes místicos han hecho meditación, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o tantos otros han sido grandes meditadores. Entonces, pensar que esto no nos pertenece a nuestra tradición, pues es una ingenuidad.
Una cosa es la vía contemplativa y la otra es la vía cognitiva de la compresión. Los dogmas son productos culturales, están formulados en el lenguaje de una época y tienen su valor, pero no agotan la fe. La fe no se agota en el credo, la fe necesita expresión práctica, expresión oracional, expresión litúrgica. Necesita muchas cosas. Los dogmas son una expresión más de la vida cristiana y la meditación es esa fuente que ayuda a integrar todas las expresiones.
Ha abordado temas como la soledad, el sufrimiento y la muerte en sus escritos. ¿Cómo cree que podemos encontrar significado y consuelo en estas experiencias difíciles?
El sufrimiento es distinto que el dolor, el dolor se refiere al cuerpo, el sufrimiento a la mente; es decir, puedes tener bastante dolor y no sufrir o al revés. Lo segundo es que en la medida en subes tu nivel de consciencia y haces un camino espiritual serio, cada vez sufres menos. Yo ahora sufro mucho menos que hace un año o que hace diez. La clave fundamental es creer en las personas que sufren, si tú crees que la persona que tienes delante está sufriendo y sabes que puedes salir de ahí, tú le estás dando esa confianza que no tiene ella. Muchas personas no superan el sufrimiento porque saben que es inevitable, si tú sabes que es evitable y que esa persona podría salir de ahí, le das confianza. Así que el mejor servicio espiritual que podemos hacer es dar confianza.
En Los Completativos presenta personajes con diversos vicios o defectos que, paradójicamente, durante el relato, se convierten en los principales catalizadores del progreso o la redención de otros personajes aún más atribulados, ¿cuál es la intención detrás de exhibir la imperfección de estos personajes que vienen a salvar a otros?
En realidad, todos somos contradictorios, así que todos tenemos muchas zonas que no dominamos del todo, nadie tiene un auto dominio total y absoluto sobre sí mismo, todos tenemos cosas en nuestro pasado que a lo mejor no han sido del todo ejemplares; entonces, querer ocultarlo y querer presentar una vida fácil, sería una mentira, y el escritor tiene que decir la verdad, el escritor lo que hace es meter la cabeza en el inconsciente y contar lo que ve. Y lo que ve es la naturaleza humana que está llena de cosas muy hermosas, pero también de cosas más difíciles de digerir y, sin embargo, yo en este libro estoy contando algo clave, y es que aprendemos de los errores.
El sufrimiento proviene de que nos hemos equivocado, pero gracias a que nos hemos equivocado podemos aprender, en ese sentido los maestros son quienes más errores han cometido, por eso son maestros, si tú sufres es porque todavía tienes cosas que aprender y mis personajes están en el proceso de aprender, están ahí debatiéndose. Hay que recordar que en el cristianismo, por la herida entra la luz y eso, lo que más nos espanta, es por donde entra la salvación, en el cristianismo es muy claro eso, en la cruz está la luz, pasar por el viernes es lo que te permite llegar al domingo de resurrección.