Pablo Milanés: el verso como un puñal
Como lo dice la canción, el verso y la música de Pablo Milanés son como puñales a la vida misma. Presentamos un perfil a propósito de sus 78 años.
Andrés Osorio Guillott
Desmontemos el imaginario del puñal como un símbolo de la violencia. Y antes de pensar que el verso de Pablo Milanés es como un puñal, que lo es por una suerte de agresión o de muerte, habría que detenerse a escuchar por qué lo es, y en esa pausa entender que va más allá del símbolo que le podamos otorgar: “Mi verso es como un puñal / Que por el puño, echa flor. / Mi verso es un surtidor / Que da un agua de coral. / Mi verso es de un verde claro / Y de un carmín encendido. / Mi verso es un ciervo herido / Que busca en el monte amparo”.
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Desmontemos el imaginario del puñal como un símbolo de la violencia. Y antes de pensar que el verso de Pablo Milanés es como un puñal, que lo es por una suerte de agresión o de muerte, habría que detenerse a escuchar por qué lo es, y en esa pausa entender que va más allá del símbolo que le podamos otorgar: “Mi verso es como un puñal / Que por el puño, echa flor. / Mi verso es un surtidor / Que da un agua de coral. / Mi verso es de un verde claro / Y de un carmín encendido. / Mi verso es un ciervo herido / Que busca en el monte amparo”.
“Que por el puño, echa flor”. La primavera o la metáfora de la vida que nace de aquello con lo que podría hacerse daño, con lo que podríamos tomar justicia por nuestras propias manos. El verso que pulla, el verso que se hace música y la música que se hace atemporal y se hace testigo de un tiempo.
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La Nueva Trova Cubana. La música atemporal, que por supuesto responde a un contexto, pero que se pensó para superar al mismo, quizá para hacerlo eterno, pero más que para hacerlo eterno por su afinidad, para no olvidar que el arte responde a los anhelos del ser humano, a anhelos que pueden mutar en manifestaciones y en formas, pero que en esencia permanecen y se anclan a los ideales de la libertad y la igualdad.
“Yo empecé mucho antes de que la trova se originara. Comencé en los años 60 como profesional, con cuartetos distintos, como solista, cantando en inglés jazz y de todo, de la misma manera que ahora estoy cantando este repertorio en castellano. Y creo que de aquel espíritu aún queda mucho, porque fue un movimiento que a nivel internacional tuvo mucha trascendencia, y que como género ha quedado para la historia. Considero que el movimiento de la nueva trova es como el chacha-chá, el mambo, la salsa o el son, cosas que han perdurado para siempre en la música cubana”, dijo Pablo Milanés en una entrevista a La Vanguardia.
Mientras los cañones que aún suenan por las tardes en La Habana anunciaban el triunfo de la revolución cubana en el inicio de la década de 1960, Milanés anunciaba el nuevo tiempo de la música latinoamericana, que tal vez tenía algunos bosquejos, pero que a raíz de los estallidos de la revolución se hizo más fuerte. Esa Nueva Trova Cubana, que trascendió a esos años y a los límites de la isla, fue una de las raíces más fuertes de la canción protesta. Y en ese género halló otros adeptos que también compusieron, y otros que asistieron a los estadios, teatros y pequeños recintos para cantarle a sus gobernantes, a los cómplices de los gobernantes, y a un momento de la historia de nuestro continente donde todos acuñaron el discurso de acabar con cualquier cosa que se pareciera al comunismo, y que bajo ese discurso avalaron desapariciones, muertes y estados totalitarios.
Fue Milanés con Silvio Rodríguez, quienes congeniaron desde la tarde en que se conocieron y duraron una hora cantando canciones, uno entonaba una letra, y el otro respondía con otra: “Se produjo una especie de enamoramiento mutuo. A mí me pareció que acababa de romper la soledad en que me encontraba en todo el tinglado de la música profesional. Descubrí una sensibilidad muy cercana a la mía en la manera de enfocar las cosas”, le dijo Rodríguez a El País.
Pero no solo fue Silvio Rodríguez, también fueron Noel Nicola, Mercedes Sosa o Víctor Jara, Fueron muchos conocidos y también anónimos los que ayudaron para que las letras de Milanés se hicieran atemporales, y fue así por lo ya mencionado, porque ellas, en su mensaje, en su armonía con la música, en sus sonidos, respondieron a lo que podría llamarse la identidad de la música cubana, y también al arte que de allí se realiza y que congenió con las manifestaciones de otros países que también vivieron épocas de miedo o represión, de ansias de liberación.
“Al principio no todo el mundo entendía lo que queríamos hacer. Eran canciones que para uno resultaban demasiado críticas, para otros demasiado revolucionarias y para otras excesivamente novedosas”, explica Pablo, y Silvio incide también en el tema: “Nosotros no sólo hacíamos canciones que cantaban los logros de la revolución, sino también sus imperfecciones y defectos, y eso no era muy bien entendido en aquella época”, reconoció Silvio Rodríguez.
A sus 78 años Pablo Milanés reconoce que en su esencia todo permanece intacto, que por supuesto por nuestra condición cambiante hay pequeñas expresiones que no son las de antes, pero que desde siempre ha sabido cuáles son sus convicciones en su vida y en su obra. No lucha contra el mercado que ha desviado el mensaje de la música, sabe que esa maquinaria es imposible de derrumbar, y no por eso puede calificarse como un vencido, pues desde sus composiciones y desde las canciones que aún canta con cariño esta esa resistencia a esa dinámica de la industria. Ahora espera la acción de las nuevas generaciones, y tiene fe en que desde su trabajo y su legado muchos sepan mantener en el eterno presente la razón de la Nueva Trova Cubana, y de la música que responde a la condición humana, más que a las rimbombantes cifras del capital.