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A Pablo Sáinz-Villegas se le ha calificado como embajador de la cultura española y como sucesor de Andrés Segovia, quien posicionó la guitarra como un instrumento de conciertos. Presentará El concierto de Aranjuez, del español Joaquín Rodrigo (1939) en el Teatro Metropolitano de Medellín el 5 de septiembre y luego en el Julio Mario Santo Domingo en Bogotá, el 8 de septiembre.
Este guitarrista clásico es uno de los más reconocidos de su país y considera que su instrumento es “democrático”. Su obsesión es que la guitarra penetre desde los lugares más profundos del alma, hasta las ciudades más marginadas del mundo. Habló para El Espectador sobre la música como “una expresión de la humanidad unida”.
¿Cómo es su relación con su guitarra?
La guitarra es mucho más que un instrumento para mí; es una extensión de mi cuerpo y mis emociones. Comencé a tocarla a los seis años, lo que la convierte en una parte esencial de mis primeros recuerdos de la infancia. Siempre he tenido una guitarra a mi lado. Aunque está compuesta de madera y cuerdas, se convierte en un estado mental con el cual me relaciono. A través de ella, descubro partes de mí mismo que de otro modo permanecerían ocultas. Cuando me presento en el escenario, la guitarra vuelve a ser mi medio para invitar a las personas a explorar ese espacio único que solo la música puede revelar. Compartir este espacio es el regalo que la música me ha otorgado.
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Ha tocado para jefes de Estado y colaborado con artistas como John Williams y Plácido Domingo, pero también le ha llevado la guitarra clásica a más de 45.000 niños en todo el mundo. En 2006 creó el proyecto filantrópico El Legado de la Música sin Fronteras. ¿Qué lo motiva a compartir la música?
La música pertenece a la gente, es para compartirla y crear un punto de encuentro. Cuando descubrí su verdadero propósito fue una epifanía. A los siete años, cuando subí al escenario por primera vez, sentí el poder y la magia de compartir música. Tocaba una pieza muy sencilla, pero me sentí embriagado con la energía del público en comunión con esas cuatro notitas. Fue un momento de éxtasis que no podía expresar, pero que me hizo comprender que la música es para compartir. Luego, mi madre y yo comenzamos a visitar residencias de ancianos, donde tocábamos piezas musicales cada domingo. Recuerdo las sonrisas en los rostros de esos ancianos. Estaba viviendo mi sueño de compartir y hacer que la gente sonriera.
Estas fueron las semillas que, con el tiempo, se materializaron en el proyecto social ‘El legado de la Música sin Fronteras’, que comenzó en la región fronteriza de Tijuana y San Diego, con el propósito de unir dos regiones separadas por la frontera entre Estados Unidos y México. Estaba destinado a niños y jóvenes, para inspirarlos a través de la música y transmitir valores como la multiculturalidad, la tolerancia, el trabajo constante y la determinación. Cuando visito a estos niños y jóvenes, me convierto en un contador de historias, narrando cuentos que transmiten estos valores. Luego, al tocar piezas musicales inspiradas en esas historias, la música se convierte en la banda sonora de sus vidas. He tenido el honor de tocar para más de 45,000 niños y jóvenes en todo el mundo, incluyendo muchos en la región fronteriza de Tijuana y San Diego.
A través de este proyecto social, hemos desarrollado diversas actividades musicales y comunitarias, invitando a personas de todas las edades a participar y celebrar la música como una expresión de la humanidad unida. Actualmente, estamos en el proceso de rebranding y el proyecto se llamará ‘Cuerdas en Común’. Continuaremos con nuestras acciones educativas y conciertos en colegios, pero también añadiremos nuevos proyectos, como promover que la guitarra sea considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Además, buscaremos ampliar el repertorio de la guitarra, invitando a compositores de prestigio a crear obras para este instrumento, contribuyendo así a preservar y expandir el legado de la guitarra.
La frontera entre Estados Unidos y México es un corredor migratorio donde se vive una crisis humanitaria. ¿Qué impacto ha tenido su fundación en los niños que viven ahí?
La música humaniza entornos. Muchos niños se han beneficiado de los programas que inicié junto con profesores que semanalmente ofrecen clases de música de calidad en Tijuana. Un reto de esa ciudad es que tiene muchos niños y pocos colegios. Muchos funcionan en dos turnos, cuando los niños salen del turno que les corresponde tienen un tiempo libre que muchas veces no se aprovecha. El objetivo de estos programas ha sido crear un tiempo de ocio cultural valioso, esto les permite evitar entrar en contacto con problemas en la calle y construir sus vidas a través de la música.
Los conflictos armados y las desigualdades económicas y sociales repercuten de manera desproporcionada en los más vulnerables. En Europa, vemos una situación triste en el Mediterráneo, que históricamente fue conocido como el Mare Nostrum, un punto de encuentro que, en estos tiempos, se ha convertido en un punto de separación con numerosas tragedias de personas que intentan cruzarlo desde África. En México y en toda Centroamérica, enfrentamos desafíos similares. México se ha convertido en el destino de muchos migrantes que huyen de sus países en busca de un futuro mejor para sus familias. Yo mismo, que soy migrante, en sus circunstancias podría haber sido uno de ellos. Si hubiera crecido en Nicaragua o El Salvador, seguramente habría sido uno de esos jóvenes que se suben al tren en busca de un mejor futuro. La migración aporta lo mejor de cada país, a los más aventureros y audaces. Para mí, es un valor humano que respeto muchísimo.
En mis visitas a Tijuana, una ciudad llena de contrastes, donde los retos se mezclan con las oportunidades, la esperanza y el desánimo. A pesar de las difíciles circunstancias que enfrentan muchas familias y personas, Tijuana es un lugar donde convergen diversas culturas. Soy consciente de que mi proyecto puede parecer pequeño en el contexto global, pero creo firmemente que cambiar la vida de al menos una persona es cambiar el mundo.
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España tiene una rica tradición en la música de la guitarra, y se sabe que este instrumento llegó al país gracias a la influencia árabe. Sin embargo, en tiempos recientes, hemos visto un aumento en los discursos antiinmigración en España, así como en Estados Unidos e incluso en Colombia. ¿Cuál es su opinión sobre esta tendencia creciente?”
La discriminación y la xenofobia que algunos sectores expresan, en realidad se originan en el miedo. Para mí, esto resalta aún más la importancia de la educación. La educación es el medio para iluminar las mentes y transformar los temores de las personas. Necesitamos más educación y un mayor conocimiento de nuestra historia, de quiénes somos, y entender que apenas dos generaciones atrás, a principios y mediados del siglo XX, durante la Guerra Civil Española, miles y miles de españoles emigraron a muchos países de Iberoamérica. Fueron acogidos con los brazos abiertos. España históricamente ha sido un puente entre África y Europa, el final de la Ruta de la Seda y el comienzo de la Ruta de las Américas. Siempre ha sido un lugar de encuentro para personas de diferentes culturas, enriqueciendo así la esencia de nuestra cultura.
Para mí, este valor radica en honrar y celebrar la rica cultura heredada como resultado de las diversas culturas que han influido en España a lo largo de la historia. El miedo que algunas personas y sectores sienten hacia la inmigración es lamentable, y algunos partidos políticos lo utilizan en sus discursos. Mi creencia fundamental es en la multiculturalidad y en un mundo unido, donde cada voz y cada raíz representan una oportunidad para aprender unos de otros, para abrazar las diferencias y construir un mundo mejor.
Es innegable que el mundo avanza hacia un camino de mayor intercambio y compartir experiencias. En mi caso, he vivido en el extranjero durante 25 años, viajo por todo el mundo y, al final, lo que nos une es mucho más poderoso que lo que nos diferencia. Las diferencias culturales son valiosas y enriquecedoras, cuando las compartimos y aprendemos de ellas.
¿Cómo será la preparación del Concierto de Aranjuez que presentará en Medellín y Bogotá?
Mi preparación para el Concierto de Aranjuez comenzará tan pronto aterrice y empiece con los ensayos. Es un momento emocionante para mí. Amo Iberoamérica y estar de vuelta en Colombia es un regreso muy especial. Tocar en el Teatro Colón de Bogotá me trae hermosos recuerdos de hace algunos años. Además, el hecho de que Bogotá cuente con una orquesta juvenil es muy inspirador para mí. Parte de mi propósito es inspirar a jóvenes músicos, y estoy ansioso por la oportunidad de compartir mi visión de la pieza y escuchar sus ideas musicales al respecto.
Con la Orquesta Filarmónica de Medellín, el proceso será similar. Hay algo especial en la guitarra, ya que es un instrumento que actúa como un puente entre lo popular y lo clásico. Su esencia permite una cercanía única con todo tipo de públicos, desde niños hasta personas mayores, desde aquellos con experiencia en la música clásica hasta aquellos que asisten por primera vez a un concierto.
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¿Qué mensaje desea compartir con Colombia a través de las presentaciones que realizará?
Hermandad. Es celebrar el paniberismo; es reconocer los lazos que unen a 500 millones de personas que comparten un latir similar por la vida, la familia y los amigos. Tenemos algo hermoso que aportar al mundo. Si pensamos en Estados Unidos, es una cultura más racional y práctica, lo cual también me fascina. Sin embargo, no es cuestión de mente versus corazón, sino de equilibrio. En el mundo latino e hispanoamericano, incluyendo a España y Portugal, hay un lirismo en la forma en que entendemos la vida. Colombia es un país que atesora una riqueza cultural impresionante, especialmente en su juventud. Hay un fuerte enfoque en la formación humanista en Colombia, y como músico y defensor del humanismo, es una experiencia hermosa para mí. Tengo muchos amigos colombianos, y nuestras conversaciones van más allá de lo cotidiano, se centran en nuestra humanidad compartida y en quiénes somos como pueblo.