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A de amonita, D de dinosaurio, I de ictiosaurio, V de velocirráptor. Cada letra en una página de una cartilla de fósiles que la ingeniera geóloga Marie Joëlle Giraud López creó durante la pandemia para el Museo Universitario de Ingeniería Geológica (MUIG), en Sogamoso. En ella propone actividades para hacer en casa, e incluye el abecedario completo con palabras de geología, de tal manera que las familias puedan divertirse y aprender al mismo tiempo. Hay otras que no son tan comunes como B de bothriolepis, un pez de agua dulce que vivió hace casi 400 millones de años y está extinto, o G de gliptodonte, un mamífero parecido al armadillo, originario de Sudamérica que la recorrió hace unos tres millones de años, o L de lepidodendron, un árbol extinto parecido a las palmas de hoy.
Esa fue la primera cartilla que llevó a miles de niños, mamás, papás, tías y abuelas a conocer el pasado del planeta Tierra. La segunda tiene nombres de minerales: va desde la amatista hasta la zoisita. Son diez cartillas divulgativas virtuales, todas sobre temas de geología y diseñadas por Giraud con el soporte de estudiantes y egresados de la Escuela de Ingeniería Geológica en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), sede Sogamoso.
Es allí donde un carnotauro enorme da la bienvenida a los visitantes del MUIG y allí dentro está Giraud —divulgadora de las geociencias a través de la ilustración científica—, trabajando y apoyando todas las labores del Museo, con un reconocimiento que agradece y la mueve a ser cada día más creativa. Es la curadora de las colecciones, guía los recorridos, maneja sus redes sociales y atiende a los visitantes. Es allí donde, dice, ha tenido la oportunidad de ser libre.
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“Nuestras cartillas son amables y sencillas. En pandemia la gente estaba cansada, adolescentes y niños estaban tristes, agobiados y asfixiados, sin poder salir, con miedo”, explica. “Además hablan de lugares y cosas que existieron en el país y que la gente no sabe; recibimos muchos mensajes de agradecimiento”, cuenta.
Boyacense, inquieta y profesora
Marie Joëlle es de Sogamoso. Es la menor de cinco hermanas. Fue una niña inquieta e hiperactiva que solo se calmaba con la naturaleza. Recuerda que, cuando tenía tres años, pasó un buen tiempo mirando cómo hizo una araña para cazar un insecto, cuando se metía para tomar leche recién salida de la ubre y ayudaba a lavar los establos de las vacas luego del ordeño. Compartía sus zanahorias con el becerro de la finca, donde creció con sus hermanas y su madre.
A los nueve años empezó a leer con juicio. Por esa época descubrió que tenía facilidades para el dibujo. Se fascinaba con los animales prehistóricos y con la huella que dejaban en las rocas: los fósiles. “El dibujo es el lenguaje universal”, dice.
Con papel y colores, ya casi llegando a su mayoría de edad, viajaba a la población vecina, Floresta, que la atraía como un imán por la cantidad de fósiles de animales prehistóricos invertebrados del período Devónico —hace unos 400 millones de años— que allí se encontraban. ¿Dibujaba? Sí. Pero su objetivo era contagiar a los niños de la población de su interés por la paleontología a través de cursos que les dictaba de manera gratuita, a veces con el apoyo del alcalde de turno, y casi siempre con un adulto que se le colaba: don Luis Becerra, quien, como ella, vibraba con todos los temas del pasado. Sigue siendo un gran artesano y desde entonces son amigos y colaboradores.
Ya profesional, Giraud continuó visitando pueblos para llevar material geológico a los profesores y facilitar la enseñanza a sus alumnos. También a los artesanos, “porque ellos son los que hacen que los pueblos tengan identidad”.
Hoy en día es referente nacional e internacional en ilustración geocientífica y hace parte de dos grupos de investigación: el de Evolución y Ecología de Fauna Neotropical (EEFN), de la Universidad Nacional de Colombia, y el de Informática, Electrónica y Comunicaciones (Infelcom), de la UPTC. Es miembro honorario del Colectivo de Ilustración Científica y Naturalista de México (Cicynm) y tallerista de paleoarte en programas de posgrado. Además, este año terminó el diplomado de Periodismo Científico y Divulgación Pública de la Ciencia en Puebla (México). Ahora se actualiza con cursos de Photoshop avanzado especializados en ilustración científica y está concentrada en la organización de la segunda Convención Sudamericana de Paleoarte del 29 de noviembre al 3 de diciembre, que será en modalidad virtual y presencial.
Gran imaginación inspirada en la geología
Ha ilustrado portadas de libros, entre ellos dos de la colección The Geology of Colombia, del Servicio Geológico Colombiano, una enciclopedia completa sobre la investigación geocientífica que se ha adelantado en el país.
Sus dotes artísticas van mucho más allá del ámbito editorial. Con cualquier tipo de material produce algún objeto geológico, como una cordillera a partir de cojines: telas, relleno, máquina de coser, agujas e hilo, todo encima de una mesa, además de su conocimiento, la materia prima. Porque cada montaña —o cojín— representa el tipo de roca, así que la selección del patrón de la tela (pana o seda) tiene un significado. “Esta es una montaña nevada, pero aquí tú tienes una cordillera llena de montañas diversas como lo es realmente la naturaleza”, explica mientras muestra su cordillera. “Tienes roca sedimentaria, conglomerados, arenas, unas compactas, otras finas, arcillas de colores, y estas tienen florecitas. Aquí también hay montañas llenas de flores, pero además tienes otras con guijarros de muchos colores, y otras con capas negras y grises como las lodolitas, intercaladas con arenita. Todas juntas te forman una cordillera”.
Con una naranja, Giraud puede explicar la composición del planeta a partir de su corteza y sus capas internas. “Uso la comida porque es divertida: reúne y la puedes asociar con la ciencia”.
Muy hábil con sus manos, ella se destaca por su ingenio. No necesita materiales costosos. Ha aprendido a conocer las aptitudes de la gente y ayudarles a que le saquen provecho. A quienes se dedican a la producción de pan, les ha enseñado a hacerlo con forma de amonita o trilobite, ambos pequeños animales prehistóricos. Con quienes tejen o trabajan el metal o la madera, produce artesanías con formas de fósiles. Con cualquier material que llegue a sus manos —porcelanicrón, plastilina, cuerina pasilla, cualquier tipo de tela, arcilla, yeso o retales de madera—, crea objetos geológicos. “Yo amo los fósiles, amo a la gente, amo la ciencia”, dice. Sus alumnos venden los productos que hacen con sus manos.
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El queso del sándwich
Con el profesionalismo del geólogo y el detalle del paleoartista, Giraud se define como “el queso del sándwich”. “Soy una herramienta, un canal entre el científico y la comunidad”, agrega. Trabaja con geólogos y biólogos recreando la vida silvestre actual o pasada. Sus bichos parecen reales, incluso dan la sensación de tener textura, por el detalle que caracteriza sus caparazón, su piel, sus grandes ojos o sus delicadas antenas. “Hasta el último momento de mi vida voy a trabajar para acercar la ciencia a la gente y acercarme a la gente a través de la ciencia”. Así tenga problemas de salud, por la posición que adquirió en sus primeros trabajos cuando no disponía de mesas de dibujo ni sillas ergonómicas, seguirá “respirando paleozoico”, su mayor obsesión.
Ha aprendido que las audiencias son variadas, así que antes de sentarse a trabajar con ellas las va escaneando con su sentido artístico para entender cómo dirigirlas. “Yo me preocupo por mirarte a los ojos y por saber si lo que te dije te sirvió. Siempre te voy a preguntar si quieres saber más. Sobre todo, siempre querré que me hables y me muestres quién eres. Eso es lo que permite construir para todos”. Cada taller representa un reto que supera con su método. Son grupos diversos: personas con alguna limitación física o bajo nivel educativo. Niños pequeños, adolescentes o estudiantes en la UPTC, entre otros.
Don Luis Becerra, quien participa en todo lo que organiza Giraud, dice que “es una líder que viaja a otros pueblos, da charlas en los colegios y, además, convence al alcalde, que para mí es el público más difícil al que se le puede llegar, con el conocimiento”.
Entre los mayores logros de esta ilustradora geocientífica está el municipio de Floresta, donde en diciembre alumbran sus calles con luces que tienen forma de trilobites, briozoos y braquiópodos. Sus motores son Camile Joseph Claude Giraud, su hijo, y el amor por la naturaleza de los fósiles.
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