Paola Ávila: “Los artistas somos un agente transformador”
En 2022 se consolidó un proyecto: la Orquesta Filarmónica de Mujeres de Bogotá. Su directora habla de los detalles de su formación, el enfoque de la música que interpretan y el objetivo de su creación.
La Orquesta nació como un piloto en 2021, ¿qué fue lo que se construyó, descubrió y estableció durante este año?
Lo más importante fue buscar la forma para que la orquesta subsistiera económicamente. Lograr que tuviese un presupuesto y se constituyera como una orquesta formal que le ofreciera trabajo digno a sus integrantes. Ese esfuerzo lo hizo la Orquesta Filarmónica de Bogotá y le dio cabida a esta iniciativa, una oportunidad laboral importante para las mujeres que la conforman.
¿Cómo fue el proceso de selección de las 45 músicas que ahora componen la orquesta? Hay mujeres muy jóvenes.
El proceso de selección fue muy especial. La orquesta está conformada por 45 mujeres de entre 18 a 40 años de edad. La convocatoria fue pública y no había límites de edad ni prerrequisitos académicos ni exigencias de nacionalidad. Nuestro interés fue siempre seleccionar por talento y destreza. Las audiciones fueron con un telón para que hubiese total imparcialidad de los jurados hacia las participantes. Fruto de este proceso, que fue tan transparente y accesible, salió este grupo de mujeres con diversas trayectorias y experiencias que hacen que, en medio de todo, nos complementemos.
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Cómo es la dinámica de trabajo de la orquesta: estas 45 mujeres y usted cada cuánto ensayan, en qué música o compositores se enfocan, cuándo se presentan…
Nuestra dinámica de trabajo es similar a la de una orquesta tradicional profesional. Eso quiere decir que nos vemos todos los días. Son ensayos de tres horas y hay variedad de repertorio, pero nos enfocamos en resaltar a la mujer como compositora. Gran parte de nuestra programación tendrá a mujeres que han sido abandonadas en el gremio. No es común escuchar nombres como lo de Cécile Chaminade o Teresa Carreño. Sabemos que estamos en deuda con ellas, así que es una de nuestras funciones. El repertorio clásico universal es uno de nuestros intereses, pero también la música colombiana, experimental, etc.
¿Cuál sería su mensaje para las niñas y adolescentes que se están formando? ¿Cómo ser parte de esta orquesta o de cualquier otra?
Que no renuncien a sus sueños y que sí, la carrera de la música profesional es muy compleja, pero también es absolutamente gratificante. Nuestra labor es maravillosa: sensibilizar a la humanidad. Con la perseverancia se logra todo lo que uno se proponga. El mensaje visual y simbólico de ver un escenario lleno de mujeres intérpretes, compositoras y directoras, es clarísimo. Es posible. Por ejemplo, cuando fui niña y asistí a los conciertos en vivo, nunca me tocó una mujer dirigiendo. Jamás fui a escuchar a una mujer como compositora. Ahora el mensaje es que el escenario también nos pertenece a nosotras, a ellas.
Hay quienes piensan que estas iniciativas son excluyentes, ¿usted qué opina? ¿Qué les diría?
Cuando se habla de exclusión como algo negativo, es cuando se está buscando igualdad, equidad. Siempre he dicho que eso es algo que todos queremos. Es muy fácil ver que nace una orquesta de mujeres y molestarse con la excusa de que esto va en contra de la igualdad sin haber hecho algo al respecto. Las estadísticas en Colombia sobre el machismo en la música clásica son claras: de los 600 músicos que se gradúan al año, más de 400 son hombres. Hoy en día esto es así. El primer mensaje es que necesitamos más mujeres en la música y las artes, no estamos ni cerquita de lograr un punto de equilibrio. Si me fijo en las estadísticas de las orquestas profesionales, hasta hace poco ninguna tenía más del 30% de presencia de mujeres en su planta. Y las orquestas existen hace más de 450 años, casi 500, y solo desde la década de los 90, la mujer comenzó a aceptarse para componer esos grupos. Hoy en día, hasta en Europa, la mujer es una excepcionalidad. Es ingenuo pensar que con la creación de una orquesta de 45 mujeres, estamos excluyendo. Estas iniciativas únicamente hablan de una intención para que ese equilibrio llegue más pronto para que todos gocemos de igualdad. Llegará el día en el que no hagan falta este tipo de proyectos, pero hasta que eso no pase, no podríamos hablar de esto sea un ejercicio de exclusión para los hombres.
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Usted dirigirá la orquesta: ¿cuáles han sido sus principales referentes y motivaciones en su formación? ¿Cuáles han sido los valores más importantes que la impulsaron a convertirse en directora de orquesta?
Marin Alsop fue mi mentora durante la maestría que hice en Estados Unidos en dirección de orquesta. Fui muy afortunada al dar con ella porque es una mujer muy relevante en nuestro gremio. Fue la primera en ser designada como directora titular en una orquesta grande, en la de Baltimore. Ella rompió con muchos estereotipos que nos han impuesto y es de una generación que tuvo que trabajar muy fuerte para que nosotras, las que seguíamos, pudiésemos estar dirigiendo. Estudiar con ella y ver su temperamento fue fundamental. Nos habló de nuestra importancia y el valor que tenemos como mujeres, de nuestro liderazgo. Eso me cambió la vida y la visión de nuestra profesión, además de que me ayudó a entender que los artistas latinoamericanos no tenemos elección: somos un agente transformador de la sociedad.
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La Orquesta nació como un piloto en 2021, ¿qué fue lo que se construyó, descubrió y estableció durante este año?
Lo más importante fue buscar la forma para que la orquesta subsistiera económicamente. Lograr que tuviese un presupuesto y se constituyera como una orquesta formal que le ofreciera trabajo digno a sus integrantes. Ese esfuerzo lo hizo la Orquesta Filarmónica de Bogotá y le dio cabida a esta iniciativa, una oportunidad laboral importante para las mujeres que la conforman.
¿Cómo fue el proceso de selección de las 45 músicas que ahora componen la orquesta? Hay mujeres muy jóvenes.
El proceso de selección fue muy especial. La orquesta está conformada por 45 mujeres de entre 18 a 40 años de edad. La convocatoria fue pública y no había límites de edad ni prerrequisitos académicos ni exigencias de nacionalidad. Nuestro interés fue siempre seleccionar por talento y destreza. Las audiciones fueron con un telón para que hubiese total imparcialidad de los jurados hacia las participantes. Fruto de este proceso, que fue tan transparente y accesible, salió este grupo de mujeres con diversas trayectorias y experiencias que hacen que, en medio de todo, nos complementemos.
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Nuestra dinámica de trabajo es similar a la de una orquesta tradicional profesional. Eso quiere decir que nos vemos todos los días. Son ensayos de tres horas y hay variedad de repertorio, pero nos enfocamos en resaltar a la mujer como compositora. Gran parte de nuestra programación tendrá a mujeres que han sido abandonadas en el gremio. No es común escuchar nombres como lo de Cécile Chaminade o Teresa Carreño. Sabemos que estamos en deuda con ellas, así que es una de nuestras funciones. El repertorio clásico universal es uno de nuestros intereses, pero también la música colombiana, experimental, etc.
¿Cuál sería su mensaje para las niñas y adolescentes que se están formando? ¿Cómo ser parte de esta orquesta o de cualquier otra?
Que no renuncien a sus sueños y que sí, la carrera de la música profesional es muy compleja, pero también es absolutamente gratificante. Nuestra labor es maravillosa: sensibilizar a la humanidad. Con la perseverancia se logra todo lo que uno se proponga. El mensaje visual y simbólico de ver un escenario lleno de mujeres intérpretes, compositoras y directoras, es clarísimo. Es posible. Por ejemplo, cuando fui niña y asistí a los conciertos en vivo, nunca me tocó una mujer dirigiendo. Jamás fui a escuchar a una mujer como compositora. Ahora el mensaje es que el escenario también nos pertenece a nosotras, a ellas.
Hay quienes piensan que estas iniciativas son excluyentes, ¿usted qué opina? ¿Qué les diría?
Cuando se habla de exclusión como algo negativo, es cuando se está buscando igualdad, equidad. Siempre he dicho que eso es algo que todos queremos. Es muy fácil ver que nace una orquesta de mujeres y molestarse con la excusa de que esto va en contra de la igualdad sin haber hecho algo al respecto. Las estadísticas en Colombia sobre el machismo en la música clásica son claras: de los 600 músicos que se gradúan al año, más de 400 son hombres. Hoy en día esto es así. El primer mensaje es que necesitamos más mujeres en la música y las artes, no estamos ni cerquita de lograr un punto de equilibrio. Si me fijo en las estadísticas de las orquestas profesionales, hasta hace poco ninguna tenía más del 30% de presencia de mujeres en su planta. Y las orquestas existen hace más de 450 años, casi 500, y solo desde la década de los 90, la mujer comenzó a aceptarse para componer esos grupos. Hoy en día, hasta en Europa, la mujer es una excepcionalidad. Es ingenuo pensar que con la creación de una orquesta de 45 mujeres, estamos excluyendo. Estas iniciativas únicamente hablan de una intención para que ese equilibrio llegue más pronto para que todos gocemos de igualdad. Llegará el día en el que no hagan falta este tipo de proyectos, pero hasta que eso no pase, no podríamos hablar de esto sea un ejercicio de exclusión para los hombres.
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Marin Alsop fue mi mentora durante la maestría que hice en Estados Unidos en dirección de orquesta. Fui muy afortunada al dar con ella porque es una mujer muy relevante en nuestro gremio. Fue la primera en ser designada como directora titular en una orquesta grande, en la de Baltimore. Ella rompió con muchos estereotipos que nos han impuesto y es de una generación que tuvo que trabajar muy fuerte para que nosotras, las que seguíamos, pudiésemos estar dirigiendo. Estudiar con ella y ver su temperamento fue fundamental. Nos habló de nuestra importancia y el valor que tenemos como mujeres, de nuestro liderazgo. Eso me cambió la vida y la visión de nuestra profesión, además de que me ayudó a entender que los artistas latinoamericanos no tenemos elección: somos un agente transformador de la sociedad.
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